Por HERNANDO AYALA MELGAREJO
- * El presidencialismo autoritario absoluto nos devuelve de la democracia participativa, el poder ciudadano y la descentralización administrativa, al régimen feudal del siglo diecinueve.
- * Treinta años sin ciudadanía autónoma en la mayoría del territorio, ha permitido el desmonte regresivo de la participación efectiva.
La explosión ciudadana desatada en Chile y Colombia tiene un contraste marcado por treinta años de diferencia en la construcción del Estado Social de Derecho escrito en 1991 por la diversidad política y poblacional en el caso colombiano, estructura del pacto social que hoy buscan ensamblar en el territorio austral con una revolución sofocada que nunca sucedió en nuestro caso.
Los dos procesos en el contexto latinoamericano devienen del periodo neoliberal marcado por el autoritarismo propio del populismo de ultraderecha que intenta desmontar en Colombia lo que hoy tratan de ajustar en su arquitectura institucional de Estado Social los chilenos. Lo vivido en cada territorio aporta enseñanzas útiles para cada caso.
En Colombia el presidencialismo autoritario estirado al máximo por el caudillismo impuesto en régimen por interpuesto dignatario, concentra hoy todo el manejo de los controles y contrapesos establecidos en la Constitución de 1991, manejo sin antecedentes durante los treinta años.
El estallido social incubado desde el inicio del actual gobierno con la protesta ciudadana generalizada, agudizada por la crisis de la pandemia y agravada por la violenta represión a los desordenes vividos durante el paro nacional, ha permitido el desborde presidencialista que por decreto ha recortado de manera sistemática la autonomía territorial y local con una marcada recentralización de la gestión gubernamental.
La elección de la democracia representativa en marzo y presidencialista en mayo, es crucial para definir si Colombia va a quedar atrás de Chile en democracia, con un posible retorno al régimen autoritario que ha venido instaurando el caudillismo del régimen que pretende abarcar los primeros treinta años del actual siglo. La perdida de legitimidad del régimen no garantiza el relevo de la ultraderecha que insiste en devolver a Colombia al establecimiento feudal de 1886 con la supresión de la constitución garantista de derechos, Ciudadanía y democracia participativa.