Por: Hugo Ocampo Villegas
Agustín Calle, un atleta y humilde guarnecedor hijo de Guática que le sacaba tiempo a su trabajo para entrenarse y competir en pruebas callejeras de largo aliento, primer medallista –de plata, en la maratón – un deportista de la tierra en el máximo evento deportivo del continente, los Juegos Panamericanos de 1967, es el primer caso reconocido de migración en nuestro deporte. Compitió por tres años por el antiguo Caldas hasta que se fue a vivir a Palmira, donde recibió el respaldo de la Liga del Valle y el club de fútbol América para continuar con su actividad atlética, con la experta preparación de dos reconocidos entrenadores. A los 27 años obtuvo la medalla de plata en la maratón, detrás del canadiense Andrew Boychuk. Una proeza atlética para Colombia.
El consagrado fondista Hernán Barreneche, luego de su participación en el Maratón de San Silvestre 1968, se quedó sin trabajo por el cierre de la fábrica donde laboraba. En Pereira tocó puertas pero se las abrieron en Manizales, en una industria de refrigeración que apoyaba y tenía un club de atletismo. Los periodistas deportivos de entonces armaron el escándalo, pero Barreneche, que le pudo haber dado a Risaralda la primera medalla de oro en los Juegos Nacionales 1970, compitió por Caldas y retribuyó con su triunfo el apoyo brindado.
El hoy Gran Maestro Alonso Zapata, aún un imberbe juvenil mostrándose en el ajedrez colombiano, decidió trasladarse a Bogotá en 1975. Lo pensó y lo decidió luego del fallecimiento de su tutor, Hernán Ramírez Villegas: si quería llegar bien lejos en el juego ciencia debía abrirse fronteras y dedicarse de lleno a su deporte.
La migración de nuestros deportistas, como se ve, no es un fenómeno nuevo que se ha acentuado en la última década en el deporte colombiano. Calle se fue a vivir a Palmira, Barreneche encontró trabajo en Manizales y Zapata quería abrirse paso a un nivel más competitivo. Hoy, las motivaciones migrantes son a otro precio. Algunos deportistas se han ido por razones de estudio pero la mayoría tentados por las prometedoras ofertas de los departamentos que, con poder económico, le apuntan a un objetivo, ganar los Juegos Nacionales a como dé lugar, reforzándose con deportistas nacidos, criados y hechos en el deporte en otras regiones.
Bogotá fue el primer ‘Rey Midas’ del deporte, luego apareció Bolívar con la opulencia de su bolsillo y ahora es el Valle que apuntalado en su poder adquisitivo institucional y económico está sustrayendo de su terruño a destacados deportistas formados en otros territorios con el propósito de revalidar su pasado título de Juegos en su enconada disputa deportiva con Antioquia.
Sea de paso reconocer que los antioqueños han preferido invertir su holgado presupuesto en sus propios deportistas, aunque también ha recibido de manera más decente a unos cuantos migrantes del deporte.
Surge aquí entonces la gran disyuntiva entre amarrar al deportista en su arraigo y sentido de pertenencia para que siga representando a su departamento, con un apoyo que puede ser muy bueno pero no suficiente o aceptar –así nos duela- que vuele a otros lares motivado por mejores ofertas que incluyen estudio universitario, residencia y una elevada suma mensual para que continúe su carrera deportiva vistiendo otra camiseta, en tiempos de hoy en los que el deporte ha surgido también como una alternativa de vida para cientos de jóvenes que muestran aptitudes en este campo.
Un ejemplo claro de ello es el atleta de la Virginia Alexander Solís. Aparte del grave problema de no tener Risaralda una pista -y aun teniéndola- estaba obligado al igual que el ajedrecista Zapata, años atrás, a buscar un mejor escenario para su alto rendimiento. Haberse ido a prepararse y competir con rivales de mayor nivel –que no tenía en Risaralda- le permitió proyectarse nacional e internacionalmente, consagrándose con el oro panamericano en los relevos, con un excelente resultado en un mundial y con casilla para los Juegos Olímpicos. Si se hubiese quedado no lo habría logrado, de ello estoy seguro.
Pienso que para el deporte es válido que un deportista busque su futuro personal, económico y profesional donde tenga la mejor opción, siempre y cuando esa alternativa se ofrezca por una acción aislada y no responda a una empresa institucional y deliberada de hacerse fuerte socavando el trabajo de los demás. No me parece ético en la competencia deportiva, pero seguirá siendo así: el pez grande devorando al chico, no porque tenga más dientes para trabajar sino más dinero para hacerse a un resultado.
Valle está haciendo ‘lobby’ a destacados deportistas de otros departamentos para ponerles su uniforme rojo. De Risaralda ya se llevó a Juliana Franco de bolo, a la campeona mundial juvenil de tiro con arco Valentina Acosta y está llamando constantemente a la atleta Angie Palacios. Y con lo que está ofreciendo, Risaralda no puede competir. Aún reconociendo que esa posibilidad de buscar un mejor futuro sea un derecho universal sí preocupa que el deportista termine yendo de un lado para otro por la mejor oferta.
Está sucediendo con el antioqueño Daniel Muñoz y el risaraldense Daniel Pineda en el tiro con arco. Se fueron a participar por Bolívar que ahora no pudo retenerlos ante la oferta del Valle como lo informó la prensa bolivarense.
Tenemos otro caso más cerca, el del pesista Johan Jairo Serna: se despidió de Risaralda donde tenía su apoyo, y además la Alcaldía de Pereira le ayudó para hacerse a su vivienda, para irse a Bogotá. Allá terminó chocando con la entrenadora Isabel Urrutia y decidió venirse a Caldas que lo recibió y lo sostuvo a pesar de que no podía participar en Juegos Nacionales. Ahora optó por irse al Tolima ante la oferta de trabajo para su esposa –es oriunda de Ibagué- con la que ya tiene un hijo. Serna tuvo su razón de peso en esta última decisión. Y son muchos los casos, además, en los que los entrenadores que hoy están aquí y mañana allá, andan con sus maletas y también con sus deportistas.
Los tiempos cambian y seguramente no podemos quedarnos en el pasado cuando el orgullo regional era el tinte prevaleciente de la competencia nacional. Hoy prevalece el interés por el resultado, que es el motor de la migración de nuestros deportistas.
Descripción cruda y real, del Estado de los Deportistas.
En Colombia, como se planea el funcionamiento del Estado, su sistema político, económico, social, su improvisación, su corrupción, su falta de respeto por los otros, su negocio montado a todo nivel, se refleja en el manejo del Ministerio del Deporte, De las Secretarías del Deporte, De las diferentes Ligas, en consecuencia quien tiene que salvar su supervivencia es El Deportista, quien con todo su corazón comprometido con la región, debe emigrar a,mejores ofertas, que precisamente son Ligas, que están poniendo el ojo en Deportistas de futuro para sus intereses.
Que lastima, por nuestra region, que ve partir a presentes y futuras glorias.
El monopolio se ve en las mismas ligas y deptos.