Exultación, como máxima expresión del espíritu, como cuando se transita por el nirvana, así ha sido el sentimiento de mis paisanos frente al Obelisco, en pleno Buenos Aires, a donde viajaron por aire o tierra para acompañar al equipo de sus amores que ya en diciembre había alcanzado la mayor hazaña: La primera Copa del rentado del futbol colombiano en casi ochenta años de historia. Una manifestación contenida tantos años, heredada de padres y abuelos, de quienes aprendieron a amar la divisa desde las entrañas de su madre, y que pronunciaron su nombre con pasión y con rabia en el estadio. Siete letras que contienen una palabra que es sinónimo de sufrimiento: Pereira. Muchos no sé cuántos, llevaron por único equipaje una camisa y una bandera con los colores que identifican la tierra que los vio nacer, y viajaron sin un peso en los bolsillos, privándose quizás del arriendo del mes próximo o la cuota del carro o de la casa. Pero viven un momento irrepetible y cantan con Beto Pérez, el creador de Zumba: “Nadie me quita lo bailao”. Ese Pereira que en la cancha se jugaba la vida, que sembraba semilleros e integraba selecciones, que fue tierra adoptiva de combinados patrios de otras latitudes, que tuvo goleadores y jugaba históricos partidos, pero que los números a veces y en otras, las decisiones arbitrales o la suerte, le arrebataban el triunfo convirtiendo en esquivo el néctar de la Copa. Y llegó el día para todos, los que nunca abandonaron el barco aferrados a su mástil, y los que incrédulos se fueron a orar en otros templos, pero ahora con aroma de victoria regresan a casa a cantarle odas al «Depor». Esta noche, en la hoguera que calentó sus espíritus en vísperas del juego, la Baombonera, o en sus casas cómodamente sentados al pie de la pantalla, lo verán debutar ante el rey de copas argentino, el Boca Junior, al que tantas veces vitorearon por tener en su plantilla una nómina de estrellas, colombiana, pero que hoy es nuestro rival a vencer, no importa el resultado, con solo jugar en la Bombonera, ya somos campeones. Y si clasificamos o no, es lo de menos. Estamos en la Libertadores. Los lobos del sur, saltando y gritando sus arengas, alentarán al equipo hasta sus últimos suspiros, para que traigan de regreso una victoria, en un enfuerzo sin límite, apenas comparable con el de sus seguidores. Aquí los esperamos para brindar por nuevos tiempos. A todos, jugadores y cuerpo técnico, pero en especial a los fans, les decimos: ¡Salud, VENGA ESA COPA!
Respetado Columnista:.
Un texto que expresa el ideario de futbol- arte.
Dónde se exalta la entrega , compromiso y pasión, por el deporte que convoca multitudes.
Es expresión poética.
Y el glorioso » Costa Azul Pereira» , que en otrora lo identificamos así, con un fútbol lleno de pasión, compromiso y respeto por la camiseta, por la entidad.
Vamos, nuevas conquistas,