Por culpa de uno de los más queridos críticos de cine de Colombia que cada año viene a los Encuentros de Críticos que de Colombia y de muchas partes del mundo vienen llevándose a cabo en nuestra bella Perla del Otún, el profesor Juan Guillermo Ramírez, en donde además de hablar de cine se habla de poesía, de amor, de vida, de emociones, de guerra y paz y se sueña con los ojos abiertos y cerrados y con el corazón más alegre que triste, y quien nos puso un tema sobre el tapete, que tiene que ver con el dolor en el alma, la soledad, la tristeza, la duda, la melancolía, la razón de ser del ser y de la nada, y de otro, que aunque más joven pero no menos inteligente, Omar Ardila, que todo lo fractaliza, es decir, lo desmenuza, lo pulveriza, lo simplifica con una poderosa complicación razonable, el equipo organizador de dicho evento, ha deseado definir que el eje temático del Encuentro Nacional de Críticos y Periodistas de Cine que vamos a realizar en el 2026, se dedicará a la nostalgia, al desamor, al desgarre, al dolor, a la pesadumbre, a la fantasía del extraño amor imposible y a los sueños frustrados que nos visitan con alguna frecuencia y que pone a marchar todo en contravía, con desgano, con negligencia y con un sometimiento extraño a la tristeza aterradoramente duradera, solo que la tarea estará consignada en aquello que tiene que ver con el cine que se ha escrito y hecho para crear de alguna manera, obras maestras o significativas, ricas en esos temas que han servido para contar historias que han tenido la capacidad de servir para fortalecer almas que siendo derrotadas por el dolor, el desamor, la rabia y todas esas cosas que desgarran el alma, con la ayuda de la poesía, la música, la puesta en escena, mucho de lo allí planteado se ha soportado y lo mejor, superado.
Esa posibilidad de hacer un poema que desmenuza una larga historia de amor en veinte estrofas y concluye con una despedida soportable que hasta llega a ser feliz, es aquella que solo es posible en corazones e inteligencias rudas, que no solo son capaces de inventar situaciones difíciles, sino que son capaces de servir de ejemplo para crear mundos que albergan lo posible por encima de todo; esa capacidad de hacer con el arte una obra que envuelta de dolor, sea apreciada, consumida, entendida y valorada de tal manera que le enseña a un consumidor cualquiera, formado o no, educado o ignorante, rudo o romántico, y lo lleva hacia la desesperación y lo aterriza en el descanso, pasando por la melancolía y llevándolo a creer que puede habitar en un mundo feliz, es solo propio de inteligencias que han vivido situaciones similares o tienen en su pecho otro tipo de corazones o, esa posibilidad de algunos de hacer películas donde un director hace nacer un amor, lo muestra creciendo y termina matándolo para crear con una muy bella música, una hermosa escenografía, inimaginables paisajes y algunos recursos técnicos que hacen que lo imposible sea no solo posible sino verosímil, es solo digno de mentes brillantes que tienen todo el derecho de ser considerados como unos dioses que juegan con el amor y el dolor en una larga película ganadora de más de un Óscar de la Academia, como un niño con esos juguetes que corren hacia el cielo y que aun siendo miles de ellos, ninguno choca con nada y violando todas las normas de la lógica, permiten que nada peligroso ocurra en esas extrañas pero válidas elucubraciones que violando la lógica física, algunos crean haciéndonos creer que es impresionantemente posible.
Ese tema que nos motivan nuestros compañeros para pensar y repensar para dentro de dos años, (que correrán veloces), en unos textos donde el desamor, el desgarre del alma, el sometimiento a la pausa larga de la nostalgia que enferma, es muy probable que nos ponga a concebir una serie de poemas en prosa bonitos, nobles, ensoñadores, que ayuden a inspirar a todos los que queremos vencer ese tedio que nos ha acompañado por años, porque pensamos (deseamos), que es esa guerra que tenemos que ganar, no con inteligencia sino con poesía, porque eso creemos que es el verdadero amor, por tanto, pensamos, podemos triunfar de nuevo.
El desgarre del alma es de doble vía, uno, el que puede provocar “el verla sufrir a ella” y el otro, el mío propio, que hasta sin ella tener la culpa, porque su fatiga tiene esa lógica extraña que no aceptamos y nos abandona, lacera la nuestra (el alma) que sin saber realmente qué es, todo lo explica.
Germán A. Ossa E.
Me gusta el tema 2026 , con 2 años de anticipación para los poemas !!!