La vida está estrechamente relacionada con la alimentación. En constante búsqueda de alimentos están desde las más primarias especies vivas. La especie humana desde tiempos inmemoriales empleó la inteligencia, desarrollando conocimiento (herramientas, habilidades, prácticas, estrategias) para hacer las cosas de mejor manera, más eficientes y efectivas, tanto en la pesca y la caza como en las técnicas de recolección y posteriormente de cultivo de la tierra.
“Los humanos recolectaron y se alimentaron con granos silvestres desde por lo menos 20 000 a. C. “Hay registros de que a partir de 9500 a. C., se empezó a cultivar los ocho cultivos fundadores neolíticos —farro, trigo, escanda, cebada, guisantes, lentejas, yero, garbanzos y lino— en el Levante mediterráneo. El arroz se domesticó en China entre 11 500 y 6200 a. C., seguido de poroto chino, soya y poroto azuki. Los cerdos fueron domesticados en Mesopotamia hacia 11 000 a. C., seguido por las ovejas entre 11 000 y 9000 a. C. En Mesoamérica, el teosinte salvaje fue domesticado como maíz hacia 10000 a. C.”. Wikipedia
“La evidencia más antigua del maíz como alimento se encontró en lugares arqueológicos de México donde se hallaron pequeñas mazorcas de maíz de unos 5 000 años de antigüedad en cuevas de habitantes primitivos (Wilkes, 1979, 1985). Sobre su evolución, “el maíz deriva del teosinte a través de mutaciones y por selección natural (Longley, 1941) u obtenido por los primeros agricultores fitomejoradores (Beadley, 1939, 1978, 1980). Es generalmente aceptado el hecho de que el teosinte es el antecesor silvestre y/o allegado al maíz y que ha participado directamente en el origen del maíz cultivado. La hipótesis de Beadley de que el maíz es una forma domesticada de teosinte ha encontrado considerable apoyo (Iltis, 1983; Mangelsdorf, 1986; Galinat, 1988, 1995; Goodman, 1988; Doebley, 1990)”. FAO

Los párrafos anteriores, tomados del capítulo “La Sempiterna Lucha Contra el Hambre” del libro “AGRO Amigable con el Medio Ambiente” de descarga gratuita en www.AgroAmigable.co nos conducen a entender que la agricultura fue siempre una actividad que se basó en la ciencia y gracias a ella ha sido mejorada continuamente.
Los humanos han aplicado técnicas o métodos para mejorar constantemente en los asuntos que tienen que ver con la alimentación, transformando, investigando, incorporando conocimiento a todas estas tareas y rompiendo paradigmas o venciendo barreras.
Sin embargo, en uno de esos absurdos que son difíciles de entender, en Colombia se interpone la barrera del limitado acceso al conocimiento, convirtiéndose en un grave obstáculo para la adaptación de nuestro campo a la productividad e impide al sector rural competir con los países que Sí han proporcionado esa información.
De acuerdo con las estadísticas FAO/2021 (las últimas divulgadas), el promedio colombiano en la producción de maíz (para citar apenas un ejemplo) es de 4,0 t/ha; Chile y Estados Unidos rinden 11,8 y 11,1 t/ha en su orden (el triple).

Cuando exhibo esta comparación en conferencias y seminarios de universidades y otras instituciones, aflora con sorpresa la pregunta: “¿Cómo hacen para rendir 11 o 12 t/ha de Maíz?” como si fuese algo imposible.A lo cual les contesto: “Lo admirable no es que ellos cosechen 12 t/ha, lo increíble es que Colombia apenas obtenga 4 t/ha”. En este ejercicio se los explico:

Puede deducirse el impacto económico de esta situación, ya que quienes obtienen solo 4 toneladas por cada hectárea sembrada, tienen unos costos muy elevados por cada unidad de producción (Kilos, Toneladas, Quintales, etc.) con relación a los que cosechan 12 t/ha, impacto que puede proyectarse a que, si Colombia incorporara conocimiento para la producción de Maíz, podría sustituir las importaciones que significan más de 6 millones de toneladas (el 80% de la demanda ya que se producen solo 1.5 millones) y contribuiría a generar por lo menos unos 600 mil puestos de trabajo directos en el agro, aparte de muchos otros indirectos, mejorando la economía tanto del agricultor y sus familias como la de los municipios, departamentos y del país en general.
Por esa y por alguna otra insólita razón, que pudiera atribuirse a la desmedida ambición humana, estas prácticas encaminadas a satisfacer las necesidades alimentarias y nutricionales pasaron las líneas rojas del medio ambiente y pusieron progresivamente en peligro hasta a la misma especie humana, ocasionando daños a su ecosistema que pudieran ser irreversibles algunos de ellos.
La siguiente gráfica ilustra claramente que para producir 100 toneladas de maíz, Chile o Estados Unidos utilizan apenas unas 9 hectáreas de tierra, Colombia 25 y que, del recurso hídrico, para cosechar una tonelada, esos países solo destinan 900 m3 de agua, mientras Colombia derrocha 2.500 m3 de agua.

El caso de maíz es apenas un ejemplo, en otras especies la situación corre la misma suerte. Véanse estos datos basados en la estadística FAO 2021:
Cacao: Perú 0,87 t/ha – Colombia 0,37 t/ha (menos de la mitad)
Fresa: Estados Unidos 60,6 t/ha – Colombia 36,3 t/ha (casi la mitad)
Fríjol: Canadá 2,3 t/ha – Colombia 1,3 t/ha (casi la mitad)
Tomate: Uruguay 84,1 t/ha – Colombia 46,7 t/ha (casi la mitad)
Papa: Estados Unidos 49,1 t/ha – Colombia 21,5 t/ha (menos de la mitad)
Arroz: Uruguay 9,4 t/ha – Colombia 6,1 t/ha (el 65%).
Por mencionar solo algunas de las especies claves de la seguridad alimentaria y de la economía rural.
NO SABEMOS PRODUCIR,
TENEMOS QUE RECONOCERLO CON HUMILDAD
Saberlo, aceptarlo y entenderlo tiene que llevarnos a reaccionar, y ¿cuál debe ser la reacción? Pues resulta perfectamente claro que
LO QUE ESTÁ HACIENDO FALTA
ES CONOCIMIENTO
Ojalá, en Colombia, la inteligencia sea más poderosa que la soberbia y por fin aceptemos que esta es nuestra realidad agrícola.
No son regalos, donaciones, dádivas, semillas o insumos u otros bienes, es CONOCIMIENTO, adaptando las innovaciones que la ciencia universal ha aportado, poniéndolas al alcance de cada uno de los agricultores, como podemos salir del profundo abismo en el que estamos. CONOCIMIENTO es lo que clama el campo colombiano para dar el salto trascendental de la agricultura de pérdidas a la agricultura eficiente, rentable y competitiva.
“Si das pescado a un hombre hambriento, le nutres una jornada. Si le enseñas a pescar, le nutrirás toda la vida”. Lao-tsé (570 aC-490 a C).
El riesgo, cada vez mayor, de la hambruna que ya nos acecha, obliga a entender que la comunidad campesina, desde propietarios de la tierra, grandes, medianos y pequeños, hasta los trabajadores de labranza, recolección, cosecha y postcosecha deben ser objeto de una nueva mirada y que esa mirada incluya el conocimiento que en el caso rural es la actualización tecnológica, la innovación, el acceso a la información de cómo es que se practica la nueva agricultura, de qué modo es que otros países han alcanzado y permanecen en rendimientos altos que significan menores costos por cada unidad de producción y que por lo tanto obtienen utilidades o más altos rendimientos económicos y mejores oportunidades comerciales: Competitividad.
Es de suponer que las políticas relacionadas con la producción agrícola deben ajustarse a esta realidad invirtiendo las prioridades.
Lo primero, de acuerdo con este artículo es desarrollar unos programas de capacitación específica, puntual, in situ, para poner al agricultor a rendir lo que debe rendir antes de ponerlo a producir perdiendo dinero a gran escala.
Gracias por tan importante material que aporta al nuestro conocimiento.