AUTORIDAD, AUTORIDAD Y AUTORIDAD, es en un 80 % lo necesario para que exista movilidad, el resto lo hacen las vías, bahías, puentes peatonales y semáforos, decía Jorge Child, ex concejal de Bogotá (q.e.p.d.) y ex columnista de El Espectador; también lo expresó el editorial de este periódico en varias ocasiones. Ambos han tocado el dedo en la llaga con sobrada razón, pero la realidad es otra y los directores de tránsito de todo el país poco caso hacen. Inicialmente el problema de los trancones se le da a la falta de vías y exceso de vehículos, sin embargo con la hipótesis planteada al inicio, vemos que el problema se genera inicialmente por un problema de cultura ciudadana por la falta de cumplimiento de las normas esenciales de tránsito por parte de los conductores y ciudadanos. Los ciudadanos esperan los buses y taxis en cualquier sitio, y los conductores les hacen caso. Los conductores vuelven vías con 3 carriles en 2 pues aparcan en uno de los carriles prohibidos. Los buses inmediatamente después del semáforo, recogen pasajeros y en intersecciones de hasta 6 vías, arman nudos gordianos por hacerse colas de hasta 3 buses parados en la mitad de la intersección. Los taxis arman “pistas” para esperar carreras en vías de 4 carriles como en la circunvalar al frente de Comfamiliar. Las señoras y jóvenes utilizan un carril de la circunvalar para parquear mientras hacen sus diligencias personales. Los señores en la 21 parquean en un carril mientras hacen sus vueltas personales. Estas dos vías sacrifican carriles que servirían para movilidad por esa incultura. Los retóricos aducen este problema a la falta de cultura ciudadana y por lo tanto que se necesitan procesos de educación; esto duraría décadas en dar resultados. Pero que pasa en otros países donde esto no sucede, pues simple y llanamente que allá los mismos que acá trasgreden las normas sí las cumplen por miedo a que les hagan un parte millonario y les quiten la licencia las autoridades que sí hacen cumplir las normas. Acá los guardas de tránsito son alcahuetes y laxos en ejercer el principio de autoridad, y lo peor, es que sus jefes se hacen los de la vista gorda. Señores acá hay que hacer cumplir las normas, ejerciendo la autoridad desde el director de tránsito y el comandante de la policía. El que se estacione indebidamente comete un delito y su carro o buseta se deben ir para los patios, para que les duela. Si hacemos este ejercicio, les aseguro como lo decían Child y el editorialista, habrá movilidad y se eliminarán costos en puentes innecesarios u horarios de pico y placa. Quién le pone el cascabel al gato para que a partir de mañana veamos a la AUTORIDAD limpiando las calles de conductores irresponsables.