Ni arribistas porque no me refiero en esta columna de prensa a quienes con ambición y sin escrúpulos buscan con oportunismo lograr sus objetivos, ni me refiero a los bajistas, músicos excelentes músicos y compositores; ni mucho menos el que por mirar bajo no tiene aspiraciones, los términos del título de este artículo tienen que ver con las personas que, por estar concentradas en el poder, en el dinero, en el “éxito” y la fama , en lo banal y la moda, en la competencia de las marcas y el sonar de las registradoras, ignoran por completo al que está ahí, debajo de las oportunidades debajo del bienestar aislado de la dignidad, aquellas personas que por falta de talentos o de inteligencia o de suerte, o de cultura o de condiciones; están ahí ahogándose en la avalancha creciente de la pobreza.
Creo que nadie con razón y juicio se pare al inicio de su conciencia y elija ser pobre de lo mínimo vital, ser miserable, carecer de lo elemental. Algo pasa en su mente con su formación, en su energía, en su entorno y por cualquier circunstancia nació, se transformó, siguió y esta pobre. Siempre he creído que la pobreza es la más peligrosa trampa y de allí hay que salir, hay que ayudar para que quienes son víctimas de ésta salgan y se preparen para superar esa barrera más allá de una discusión ideológica porque ya se conocen socialistas y comunistas tramposos, mentirosos y criminales que trafican con el dolor y la rabia de las víctimas de la pobreza y la violencia, como también se conoce a capitalistas indiferentes, corruptos, insensibles. Cada extremo hace daño y en todo bando hay buenos y malos. Es por ello que a la justicia social, o por lo menos la que yo practico, que es la doctrina cristiana, social, humanitaria respetuosa de la equidad y del bienestar respetando la diferencia; a esa esencia ética del cuidado y de no hacer a los demás lo que no se quiere para sí; se hace necesario que miremos con compasión y misericordia con solidaridad y respeto a reprimidos y carentes de oportunidades y revisemos que hacer por ell@s lo he dicho muchas veces, todos tenemos algo para dar, desde una sonrisa de consolación hasta algo bueno material para suplir en algo la necesidad y carencia de la población más desfavorecida.
Seguro que mis lectores les parece un poco extraño que de parte de una persona con trayectoria púbica y política aborde este tema así; pero les quiero compartir estos latidos que desde el alma me salen para pedir por los de abajo como decía el presidente Belisario Betancourt “paz, pan, techo, trabajo, justicia y libertad”
Menos limosnas, más trabajo, menos subsidios, más oportunidades, menos retórica más soluciones más garantías, más eficiencia en la justicia, en la tramitología en las actitudes del servidor público y de los poderosos de lo público y lo privado. Que seamos arribistas mirando al cielo, agradeciendo por la vida y pidiendo perdón mirando para abajo siendo bajistas a que decidamos como rescatamos y salvamos de ese caos de la ignorancia, de la pobreza, de la indignidad y avancemos por el camino correcto haciendo lo que esté en nuestras manos para hacer una sociedad más justa y una existencia gobernada por la dignidad.