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Autismo

• TEA moda azul …  no los derechos efectivos de los humanos en esta realidad.  
 
• «Más de setenta millones de humanos viven autismo» dice ONU. Abril 2 conciencia por sus derechos.



Por HERNANDO AYALA MELGAREJO

Prefiero lo aprendido con Rafa, el artesano que trasiega la vida a bordo del autismo como si nada hubiese que reclamar, ningún pendiente ni deuda histórica expresión hueca en burocracia.  En el océano de diversidad que es el TEA (trastorno del espectro autista) sólo sé que nada sé, excepto algunas experiencias durante este siglo. Como todos los humanos, únicos en su realidad. Decenas de millones en el planeta excluidos con derechos vulnerados por cuenta del rechazo de los «neurotípicos» o «normales» en neurodesarrollo según el mundo del consumo normal.  Respeto profundo por cada ser humano en esta condición y por quienes acompañan su evolución.  

Desde variaciones evolutivas en el genoma humano para potenciar inteligencia denominada «neuro diversidad», nuevas expresiones de la extensa gama de habilidades y potencialidades en genialidad, creatividad, capacidad, hasta deficiencias en profundidad en el funcionamiento, son conceptos abarcados en infinidad de matices que forman el extenso conocimiento sobre el trastorno del espectro autista.  

La humanidad apenas hace treinta años viene haciendo esfuerzo posible por sintonizarse con el valor inherente de la diversidad humana, un capital perdido en la mayor parte de su historia de trescientos mil años, por miedo y enemistad con lo distinto, la autonomía y la individualidad.  Lo vemos 24/7 en el laboratorio de barbarie que habitamos en nuestra latitud.  

La vida en occidente donde estuvo centrado el imperio del poder colonizador durante la modernidad, los recientes quinientos años después de tres milenios con el germen de la democracia ateniense como precedente fundacional, se convirtió en lucha por prevalecer,
clasificar, categorizar, segregar, vulnerar, marginar, excluir. Lógicas de castas y élites centradas en privilegios, exclusiones y normalidades, atravesaron el proceso social de la humanidad en todas las latitudes, pero la occidentalización global impuso las convenciones creadas en el eurocentrismo.

Los gringos élite insisten en ser «yo me llamo» europeo. De ahí viene el complejo de normalidad en quienes dicen ser normales en ignorancia rotunda del valor diversidad, esencia desde siempre.

Toda la funcionalidad humana que no alcanza máximo desempeño en los patrones de capacidad, competencia, velocidad, productividad del mundo diseñado para la «normalidad» impuesta en abierta negación de la diversidad, sigue siendo subnormal y tiene que ser retirada de todos los entornos sincronizados en engranajes convencionales para el biotipo capacitista normal.

Humanos con autismo en su extenso espectro diverso, no pueden participar de oportunidades ni derechos bien escritos y hablados. Sobre ellos pesa la imposición de los resultados competitivos como por ejemplo la explotación de su condición en costosos procedimientos de rehabilitación inútiles y engañosos que ordeñan la ubre del erario con centenares de miles de millones privatizados por esa vía, como denunció un ministro de salud en gobierno pasado. Rehabilitar y normalizar a personas con una condición de vida
que no es enfermedad, su realidad en neuro desarrollo, es asunto no comprensible para «los normales» y proclive al fraude en no pocos casos.

Autismo es hoy una realidad visible, algo de glamour y pasarela, farándula y falsa bondad mediática, que en algo contribuye al discurso predicamento compasivo de derechos, pero que, en el contraste con realidades crueles y degradantes en demasiados casos, genera una contradicción muy difícil de conciliar y consensuar.

Ningún activismo, acción política, ni incidencia social es criticable, pero los pendientes más allá de la exposición, tornan una inequidad ofensiva para quienes no logran salir de un círculo vicioso de vulneración, oprobio, daño y degradación de derechos.

Esa extensa diversidad marca muchos matices evidencia de avances muy significativos en la lucha constante por los derechos de esta población, pero no es la mayoría la que está en equidad en esos logros. La injusticia visible deja un saldo muy complicado de conciliar. Naciones Unidas ha focalizado el derecho al trabajo decente formal para personas con autismo en sus diversos grados, garantía en franco retroceso por causa de la pandemia y la pérdida de empleo en el mundo. Los derechos fundamentales escritos en toda la literatura lograda y conocimiento desarrollado, la mayoría no los vive. El iceberg del autismo es de la mayor profundidad en el espectro de toda la diversidad humana y en el foco poblacional discapacidad es de máxima complejidad. No logran descifrarlo ni entenderlo quienes lo ven desde afuera, como el gobierno y sus agentes repetidos en lógica de discapacidad física.

Esta aproximación a una cosmovisión entendida por menos del dos por ciento de la humanidad, es distante de todas las profundidades y complejidades contenidas. Es como querer ver detalles en la superficie de la Luna o Marte con un catalejo desde un balsero perdido en el mar de la ignorancia. 

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