Por J.J. ARIAS HENAO
Muchos o pocos, están pesimistas con la llegada del mes más feliz de año, diciembre; y todo porque con él, llega el Niño Dios, llega la natividad, regresan los pastores, José y María, la estrella de David, la burra y el buey, regresa el caminar por Jerusalén hasta llegar a Belén buscando posada para el más hermoso acontecimiento de la humanidad, el nacimiento de Jesús.
Y ese pesimismo radica en que estamos en pandemia, que el contagio sigue campeando por los pueblos y que las noticias que nos llegan a cada momento, nos dan cuenta de que el virus se llevó la vida de un ser querido, muy cercano, un vecino o un gran amigo y volvemos a preocuparnos por las celebraciones de la navidad.
Y es ahí donde las autoridades nada podrán hacer, lo digo porque no hay poder vigilante, ni las medidas que se impongan o se dicten, si nosotros como responsables de nuestra propia vida, no entendemos la magnitud de lo que está pasando, la realidad de un contagio y la inmunidad de una vacuna que no llegará tan pronto, cómo todos quisiéramos.
La Navidad debe ser motivo de reflexión en tiempos de crisis como esta que será inédita, en esta temporada, no podemos olvidar el ser humano, la familia , mis vecinos y mi entorno; el peregrinaje de María y José, hoy lo viven miles y miles de seres humanos, buscando una morada, un lugar, un ranchito, para pasar la noche, la navidad es la realidad de hoy, de miles y miles de mujeres que con sus hijos peregrinan, mendigan y sobreviven en nuestras calles, esperando la caridad ciudadana, la navidad no es más que una familia de Nazaret con cualquier apellido, buscando y buscando donde pasar la noche, descansar y seguir peregrinando.
No dejemos, no permitamos, no desperdiciamos la oportunidad, no tanto de celebrar, sino más bien de vivir está navidad 2020, que nos invita a una celebración con humildad, amor, solidaridad, comprensión y con responsabilidad; está navidad debe servirnos para agradecerle al niño Jesús que nuevamente nos da la oportunidad de verlo llegar a nuestros hogares y que está vez no será más importante que los regalos o las fiestas desbordadas, claro que no, está vez, quien ocupará un lugar privilegiado en la cena de navidad, será el gran protagonista de esta natividad, «El Niño Jesús».
Y no olvidemos que más que celebraciones, más que pensar en lo material y lo pagano, hay un mensaje directo en tiempos difíciles como los actuales, preparemos para ver las necesidades de nuestros hermanos, para entender el sufrimiento de los más humildes, a entender la desesperación del hambre, a pensar que hoy estaremos acá y mañana no sabemos, a pensar que en medio de las limitaciones estamos bien, pero muchos amanecen sin el pan de cada día.
Empieza el tiempo del Adviento, una preparación a la llegada del Niño Jesús, y ahí está la invitación a quienes profesamos nuestra religión católica, para que más que celebraciones, sean hechos, acontecimiento y acciones en favor de los más necesitados.
JJ Arias Henao
Que bella , humana y emotiva columna.
Gracias.