Por: Lisandro López Martínez
Las humanidades tendrán un papel crucial en la búsqueda de respuestas a los grandes desafíos que supondrá la post-pandemia; los conceptos que se renueven y se apostillen en la literatura, la filosofía, la historia, la música, las artes plásticas y visuales y los estudios religiosos , en el territorio -que aparentemente son distantes y abstractos- en la práctica pueden brindar numerosas y valiosas claves para descifrar los enigmas y encarar los retos de la vida cotidiana en medio de una cuarentena que parece interminable; los debates humanísticos aportaran elementos a la construcción de las nuevas relaciones entre los individuos y las comunidades.
Las humanidades son la mejor fuente de enriquecimiento de las discusiones éticas, morales y de legalidad, debates que cada día, deben tener mayor importancia en la agenda del país y desde luego en la ciudad, teniendo en cuenta el creciente número de escenarios de corrupción. Las humanidades siempre han jugado un papel crucial en la búsqueda de respuestas y oportunidades en las grandes crisis de la humanidad.
Franklin Roosevelt para combatir la gran Depresión Económica de su tiempo, promovió la enseñanza y la expansión de las humanidades en todas las posibilidades narrativas y en las apuestas políticas, económicas y sociales, con lo cual sacó a EEUU de su crisis.
Traemos a colación estas reflexiones porque preocupa el pobre nivel -en calidad y en cantidad- de la enseñanza de las humanidades en la mayoría de los colegios y las universidades de Pereira y Risaralda.
Lo poco que se les enseña en este campo, es de calidad regular o mala, lo cual produce profesionales menos creativos, menos sensibles, menos reflexivos y menos solidarios. Existe una ausencia del análisis y creación del pensamiento del territorio histórico cafetero y sus representaciones en todas las dimensiones políticas, sociales, culturales y artísticas. Por último, deseo enfatizar un efecto fundamental para aprender y estudiar acerca de las humanidades: su estudio no sólo cualifica la competencia intelectual para resolver los problemas de la sociedad y fortalecer las narrativas para crear comunidades sanas, sino que además contribuye a la felicidad individual y comunitaria.
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