Cambian las circunstancias mas la motivación aumenta.

EDITORIAL

No todos en Colombia son amantes de la guerra.  Algunos soñamos desde siempre con una paz negociada que pusiera fin al conflicto que tiñó de sangre a nuestra patria por más de medio siglo. Y sabíamos que nos esperaban grandes sacrificios, incluso que tendríamos que tragar “sapos”, como lo hizo el entonces presidente Juan Manuel Santos, con las Farc, el 24 de noviembre de 2016.  No fue perfecto el Acuerdo, pero mostró evidencias alentadoras.  Las estadísticas pueden testimoniarlo.  Se redujeron las cifras de muertes y secuestros, no se volvió a hablar de masacres, los hospitales militares debieron atender cada vez menos heridos y amputados y el país entró en un proceso de recuperación económica y social.  Pero el voto negativo en el plebiscito, con el argumento de que permitió la impunidad para los líderes de las Farc por sus crímenes atroces, forzó la renegociación del acuerdo y facilitó el triunfo electoral de Iván Duque, con la promesa de los líderes de su partido, de hacer trizas lo alcanzado.  Transcurría 2019 y nosotros, nostálgicos por una paz que todavía soñábamos posible, nos dimos a la tarea de aportar un grano de arena desde la emblemática ciudad de Pereira, que ha sido cuna de líderes renombrados y héroes anónimos.  Fue así como alentados por algunos amigos (que ya no sabemos si aún lo siguen siendo) le dimos vida a El Opinadero.  Una herramienta para la construcción de democracia, una cantera del pensamiento libre, un foro virtual permanente, un ágora preñada de columnas, mas no de arena y de cemento sino de palabras, de frases y de emociones positivas, donde la discusión sea mediada por la tolerancia y el respeto.  Con los días, alrededor de este medio se fue formando una comunidad de pensadores divergentes, donde caben todas las opiniones, así en muchas ocasiones este director no las comparta, pues aplicando el pensamiento volteriano, “daría mi vida por defender su derecho de expresarla”.  Hemos apostado pues, por la paz de Colombia desde la comunicación verbal, y lo hacemos en lenguaje escrito, en un país donde muchos siguen siendo analfabetas, y por tanto mayoritariamente ávidos de mentes lúcidas que contribuyan a orientarles la opinión.  Este es y ha sido nuestro aporte a la sociedad desde el 9 de febrero de 2020, un periódico que entrega diariamente al ciudadano el análisis del diario acontecer y que busca consolidarse como medio de periodismo independiente. Hoy, lamentablemente, este y todos los medios que le son afines, se ve amenazado por las consignas de algunos empresarios y un par de políticos que quieren decretarnos la “pena de muerte por inanición”, amenazando con usar la pauta comercial, forma de comercialización del periodismo a lo largo de los siglos, como medio para comprarnos la conciencia.  No lo van a lograr.  Como tampoco lo pudieron en su momento los delincuentes de cuello blanco, y luego el mafioso pablo Escobar con El Espectador, primero intentando silenciarlo con la pauta y luego con una bomba en la sede de la casa editorial y las balas que segaron la vida de su director Guillermo Cano, quien murió con la frente en alto defendiendo sus principios. Posiblemente muchos de nuestros colegas, incluidos nosotros mismos, tendemos que apretar los cinturones ante tan nefasta consigna, pero la prensa solo obedece la voz del pueblo, el anunciante no impone el contenido.  Nuestro compromiso es superior, lo es con la verdad y con la independencia.  Un periodismo vendido no vale nada, ni siquiera para quienes se tomen la molestia de comprarlo.