Carta, de un caído en combate contra la fuerza pública, a su madre y a la madre patria.

Por JESÚS ALBEIRO ZULUAGA LÓPEZ.

«Madre, no llores por mi muerte a manos de la policía. Ya yo estaba muerto desde antes, a manos de la oligarquía y la desazón del Estado. Ellos me mataron el alma y el corazón. Madre, me concebiste en guerra contra el terrorismo de Estado, nací para la guerra y el sacrificio se ha consumado.

Madre, aquí no hay justicia. En este escenario de oportunismo solo prima el poder y los beneficios que este otorgue a sus portadores. Madre, contra estos tiranos luché en vida. Ellos me mataron, y me asesinaron sus sicarios.

Madre, yo morí dos veces. Y muero cada vez que invalidan mi lucha.

Madre, soy un peón abatido por la mafia vestida de verde. Mi gloria fue el pocillo con café oscuro que me servías con agrado a cualquier hora del día. La montaña fue mi hogar. Estoy muerto, pero no borran de mí la montaña y de la montaña no borran mi vida. Estoy colgado del plátano que está en el potrero. Madre, soy un muerto que luchó por la vida.

Madre, no llores mi muerte, y si acaso he errado por morir tan pronto: guarda mi recado y no vivas tu vida conforme a quienes propiciaron está guerra. Ante la crueldad de los tiranos resístete, madre.

Madre patria, teñida de rojo, resístete».

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