Por HERNANDO AYALA M.
Libertad de expresión, derecho inherente a todo ser humano.
¿Pueden corporaciones privadas arrogarse control de derechos humanos?
La democracia como valor superior de la coexistencia libre en la diversidad con derechos para todos, está en vilo ante el mundo desde la primera semana de enero 2021 por los acontecimientos inéditos en el Capitolio de los Estados Unidos, en su capital federal Washington, epicentro de la vida política del país reconocido como paradigma de la libertad civil para todos. El mayor enemigo está por dentro puede ser una de las primeras conclusiones ante los hechos vividos cuyas consecuencias todavía no han sido desmenuzadas por los diversos análisis con sustento. Apenas va comenzando un debate que tiene en el centro en cuestión derechos fundamentales, como la libertad de expresión duramente golpeada por Donald Trump quien ejerció desde enero 20 de 2017 la presidencia de los Estados Unidos, primera potencia económica, militar y democrática del planeta.
Opiniones calificadas del mundo académico, político y opinión periodística hablan de un periodo con tendencia favorable para el fascismo al poder en lo transcurrido del siglo veintiuno, por los populismos autoritarios elegidos en los puntos cardinales de la geopolítica, que tuvieron su mayor expresión en la Casa Blanca durante los recientes cuatro años. En ese periodo el mandatario estadounidense acostumbró a propios y extraños a un ejercicio de la libre expresión desde el curubito del poder político, totalmente fuera de toda consideración apropiada para la gobernanza del Estado más poderoso del planeta.
El desbordamiento en la libre expresión, la pugnacidad y ataque constante a sus opositores y la polarización provocada, llevaron a un estado de crispación que se tradujo en las elecciones más complicadas en los recientes cincuenta años. Lo público es el espectro de la idea soñada de vida en libertad con derechos y deberes para todos, para hacer posible la convivencia pacífica sin vulneración de integridad para nadie. La tapa fue la incitación desde el pulpito presidencial a una turba de seguidores para asaltar el Capitolio. Las consecuencias son de hondo calado dada la magnitud de lo ocurrido.
Las corporaciones privadas, empresas dueñas de las redes sociales con más poder difusor, alcance e impacto en el planeta digital, Facebook, Twitter, Instagram, cerraron las cuentas personales de Donald Trump por razones irrefutables de protección al orden público, social, ciudadano, político de la nación en la Unión Americana, ante el comportamiento no responsable del mandatario desbordado en sus mensajes.
El debate apenas se abre: ¿Censura? ¿Limite a la libertad de expresión a manos de corporaciones privadas? ¿Qué más hay en el significado del cierre de las cuentas del presidente con más poder político en el mundo? ¿Pueden más los dueños de estos grandes conglomerados de la comunicación en el ecosistema digital global? Todos los interrogantes están apenas apareciendo puestos sobre la mesa.
Para el caso hay censura y hay límite a la libertad de expresión en lo actuado por empresas privadas de mayor poder económico e incidencia en el derecho a la información, a la libre expresión en toda la humanidad. Si es legal, legítimo, necesario para proteger a la sociedad americana, al mundo entero, la vida, la humanidad, son cuestiones epicentro de la realidad política creada por el más atípico de los gobernantes con máximo poder en los recientes cien años.
El tamaño del desafío sobre derechos humanos fundamentales es mayúsculo, el presidente de los Estados Unidos, sus canales de expresión a través de redes sociales privadas, está suspendido por término indefinido por determinación de corporaciones privadas. Las mismas que le permitieron excesos y falsedades que se volvieron costumbre, durante cuatro años en el ejercicio del poder político.
Golpeada la democracia, golpeados los derechos, el debate no es en blanco y negro, tiene muchas aristas para ver de fondo con diversidad de consideraciones y trasciende el caso del saliente presidente gringo.
Urgente es revisar cómo queda la correlación de poderes desde lo público y el control de los negocios privados de información, comunicación, corporaciones dueñas de ecosistemas como las redes sociales y su control frente a la garantía de derechos humanos fundamentales, esenciales para el ejercicio de la vida en democracia con incidencia determinante en el rumbo de este sistema político, paradigma del mundo libre bajo el imperio del derecho y la gobernanza con la voluntad de los ciudadanos.
#EMPATE_21 Integridad Juego Limpio sintonizados con la diversidad para humanizar humanidad.