Por GERMÁN OSSA – Geross
A manera de primicia, quiero compartir con ustedes amigos lectores de mi columna en este prestigioso portal de información y noticias, EL OPINADERO (que de verdad es muy buen opinadero), un fragmento de mi ponencia que leeré en el 22 ENCUENTRO NACIONAL DE CRÍTICOS Y PERIODISTAS DE CINE que gracias al programa de Concertación de la Secretaría de Cultura de nuestra ciudad y obvio, a la Alcaldía y a la empresa ENERGÍA de Pereira, llevaremos a cabo entre el 13 y el 16 de agosto próximos en nuestra “Perla del Otún”, para bien de la cultura cinematográfica de nuestro entorno.
Dos personajes me han asombrado. El uno, Gastón Pavlovich, un mejicano que se retira de la empresa privada donde tenía un éxito aterrador en ese país de charros y rancheras, para volverse un potente productor cinematográfico, capaz de permitirle a personalidades como el Maestro Martín Scorsese, hacer una obra maestra (otra), que se viera millones de veces en el mundo con el nombre de “EL IRLANDÉS” y otras cosas mágicas; y don Jerry Lewis, ese cómico gringo, neoyorquino, que además de actuar, escribió sobre cine, hizo guiones, fue director y una extraordinaria figura en el mundo de las historias que se han contado con imágenes proyectadas en miles de pantallas de millones de salas de cine en este planeta, con un éxito aterrador.
Pavlovich hizo que volviéramos a ver a Jerry Lewis después de 18 años de andar escondido en la sombra del olvido, permitiendo que se hiciera una bellísima historia, en esa cinta que NETFLIX tiene en su bodega y que nos refresca la imagen (así aparezca con muchos años y agrietado) de ese personaje otrora payaso, en la cinta “MAX ROSE”, que nos ayuda a, por su culpa, revivir épocas, amores, desdenes, nostalgias, sentimientos y momentos, que sirven para explicarnos en un espejo, eso que significa la vida.
«Siento nostalgia y tristeza por su muerte, pero también aprecio y orgullo por haberlo conocido, porque me haya abierto sus brazos. Es para mí inolvidable el respeto con el que me trató», dijo Pavlovich cuando facilitó la hechura del filme.
Lewis, famoso por sus gags físicos sobreexpresivos y por hacer dupla artística con Dean Martin, aceptó sumarse a Max Rose… en 2012 a pesar de que era la primera aventura hollywoodense de un productor que sólo había triunfado en México con “El Estudiante”.
La cinta narra la historia de un veterano jazzista que descubre que quien ha sido su esposa por 65 años, y a quien él consideraba lo mejor de su vida, pudo haberle sido infiel.
«La única condición que nos puso es que filmáramos toda la película en un radio de no más de 5 millas alrededor de su casa. No tuvimos que moverlo mucho», recordó.
Lewis nació en Newark en 1926 en una familia artística judía de origen ruso: su padre fue pianista y su madre cantante de cabaret.
Su sociedad con Dean Martin fue provechosa en las décadas de los 40 y 50 hasta que peleas y egos provocaron una ruptura que sólo se solucionó, veinte años después, con la intermediación de Frank Sinatra.
En solitario triunfó en películas como El Botones (1960), El Profesor Chiflado (1963) y El Rey de la Comedia (1982) con Robert de Niro, “El novio del espacio”, “Tu, mi conejo y yo”, “El terror de las chicas”, “No suban al puente, bajen al río”, “El matasanos”, así como su programa televisivo El Show de Jerry Lewis (1963-1984).
Además de su humor fuera de serie, en el que improvisaba totalmente, y sus chistes que solían despertar polémica en ciertos públicos, Lewis es recordado por sus enojos imprevisibles.
«Jerry era amable, pero también difícil. Tenía un temperamento fuerte. En el momento en que se cansaba y se enojaba, nos alejábamos de él para dejarlo descansar», comentó Pavlovich.
Fue condecorado con el León de Oro por su trayectoria en la Mostra de Venecia y miembro de la Legión de Honor por parte del Gobierno francés.
Su salud mermó con los años: en los 80 fue operado a corazón abierto, en los 90 libró en el quirófano cáncer de próstata, y en 2006 salió adelante de un infarto.
Sin embargo, siempre conservó el placer por hacer reír, dijo Pavlovich, quien produjo “El Irlandés”, la más nueva película de Martin Scorsese.
«En el rodaje de Max Rose estaba de buen ánimo. Se hacía el payaso, el torpe, hacía constantes bromas. A sus casi 90 años (en ese entonces) se esmeraba porque regresara ese Jerry bufón que todos conocimos.
«Y nos reíamos con él, no porque sus chistes fueran ya los mejores sino porque veíamos a ese gran Jerry Lewis de antaño», dijo don Gastón Pavlovich, muy satisfecho al saber que lo que hizo con meterle unos dólares a esta cinta, le aportaba al cine y a su historia.