Por: PADRE PACHO
Frente a la realidad que hoy vive nuestra nación encontramos un grupo importante liderando estas protestas y son nuestros jóvenes. En una nación totalmente polarizada, donde o se está de un lado o del otro, o se respalda a los que piensan de una manera o se defiende a los que creen de otra forma, sin otorgar el beneficio de la razón a unos o a otros, nos preguntamos: el reproche de algunos jóvenes a quienes ya somos adultos, de entregarles un país que no es mejor al que nosotros recibimos ¿es real?
En la actualidad, hay 1.200 millones de jóvenes de 15 a 24 años, que corresponden al 16% de la población mundial, en sus manos esta el poder liderar el mundo en el que van a vivir. Un mundo más justo, sostenible y equitativo. ¿Tienes realmente, voz, capacidad y conocimiento para generar el cambio y la transformación social que se requiere? ¿están preparados para modificar estructuras económicas existentes, generalmente acusadas de mantener prácticas insostenibles e injustas? ¿tienen la capacidad de ejercer propuestas propositivas, no por la vía de la violencia, para generar sistemas alternativos de producción, consumo y organización social?
Hoy es claro que nuestros jóvenes son fundamentales en la solución de los problemas de Colombia, y nuestra suerte está en sus manos, nuestro gran interrogante es: ¿Cómo entender la forma de pensar de ellos? ¿Cómo permitir que tengan un pensamiento propio y no estén siendo manipulados ideológicamente? ¿Cómo hacer posible que no terminen siendo parte de este espiral de violencia que ha sido el ADN de nuestra historia en las últimas décadas? ¿De qué manera se puede cambiar ese chip que existe en ellos de creer que todo lo que representa autoridad o institucionalidad debe ser rechazado o destruido? ¿Tienen realmente claro en qué se fundamentan sus protestas? ¿Qué es lo que no les gusta de la sociedad actual? ¿Qué tipo de inconformismo es el que realmente manifiestan?
El Papa en su exhortación “Christus Vivit” “Cristo vive”, exhorta a los jóvenes que no son solo el futuro del mundo, sino el presente, siempre lo han enriquecido con su aporte. Muchos de nuestros jóvenes viven en un mundo en crisis, en contextos de guerra, padeciendo la violencia en variedad de formas; muchos por constricción o falta de alternativas, viven perpetrando delitos y violencia. Muchos jóvenes son ideologizados, utilizados y aprovechados como carne de cañón o como fuerza de choque para destruir, amedrentar o destruir a otros. Y lo peor es que muchos son convertidos en seres individualistas, enemigos y desconfiados de todos, que así se vuelven presa fácil de ofertas deshumanizantes y de los planes destructivos que elaboran grupos políticos o poderes económicos.
En los jóvenes también están los golpes, los fracasos, los recuerdos tristes clavados en el alma. Muchas veces «son las heridas de las derrotas de la propia historia, de los deseos frustrados, de las discriminaciones e injusticias sufridas, del no haberse sentido amados o reconocidos». Además «están las heridas morales, el peso de los propios errores, los sentimientos de culpa por haberse equivocado»
Es verdad que a veces, frente a un mundo tan lleno de violencia y egoísmo, los jóvenes pueden correr el riesgo de encerrarse en pequeños grupos, y así privarse de los desafíos de la vida en sociedad, de un mundo amplio, desafiante y necesitado. Sienten que viven el amor fraterno, pero quizás su grupo se convirtió en una mera prolongación de su yo, egolátrico.
Propongo a los jóvenes, nos dice el Papa en la exhortación a ir más allá de los grupos de amigos y construir la «amistad social, buscar el bien común. La enemistad social destruye. Y una familia se destruye por la enemistad. Un país se destruye por la enemistad.
Si logramos buscar puntos de coincidencia en medio de muchas disidencias, en ese empeño artesanal y a veces costoso de tender puentes, de construir una paz que sea buena para todos, ese es el milagro de la cultura del encuentro que los jóvenes pueden atreverse a vivir con pasión.
Francisco los alienta a este compromiso, porque sé que «tu corazón, corazón joven, quiere construir un mundo mejor. Jóvenes que quieren ser protagonistas del cambio. Por favor, no dejen que otros sean los protagonistas del cambio. Ustedes son los que tienen el futuro. Por ustedes entra el futuro en el mundo. A ustedes les pido que también sean protagonistas de este cambio. Pero, sobre todo, de una manera o de otra, sean luchadores por el bien común, sean servidores de los pobres, sean protagonistas de la revolución de la caridad y del servicio, capaces de resistir las patologías del individualismo consumista y superficial.
Padre Pacho