Desde el primer ¡aleluya! de la historia, en Jerusalén, la casa materna del cristianismo, el Espíritu del resucitado, no ha dejado de suscitar en sus seguidores que la fuerza del bien se manifiesta siempre en la unidad. Es por ello por lo que lo característico de todas estas primeras comunidades fue su “sinodalidad”, todo un compromiso comunitario que se transforma en la misión.
Su propuesta de Iglesia no aséptica, sino apegada a la realidad y a sus problemas. «Dios no habita en lugares asépticos y tranquilos, lejos de la realidad, sino que camina a nuestro lado y nos alcanza allí donde estemos, en las rutas a veces ásperas de la vida»; «¿Encarnamos el estilo de Dios, que camina en la historia y comparte las vicisitudes de la humanidad? ¿Estamos dispuestos a la aventura del camino o, temerosos ante lo incierto, preferimos refugiarnos en las excusas del ‘no hace falta’ y del ‘siempre se ha hecho así’?”.
El Papa, nos recuerda que todo encuentro implica apertura, valentía y disponibilidad. «En una Iglesia donde, ¿cómo estamos con la escucha? ¿Cómo va el oído de nuestro corazón? ¿Permitimos a las personas que se expresen, que caminen en la fe aun cuando tengan recorridos de vida difíciles, que contribuyan a la vida de la comunidad sin que se les pongan trabas, sin que sean rechazadas o juzgadas?. «El Espíritu nos pide que nos pongamos a la escucha de las preguntas, de los afanes, de las esperanzas de cada Iglesia, de cada pueblo y nación. Y también a la escucha del mundo, de los desafíos y los cambios que nos pone delante. No insonoricemos el corazón, no nos blindemos dentro de nuestras certezas».
Quizás una de las expresiones más vivas de la sinodalidad se vivió, en el encuentro de la Confederación Latinoamericana de Religiosos CLAR, que acaba del culminar en Tegucigalpa, Honduras, dejando un mensaje muy claro, en el cual ratifican que, la sinodalidad es el camino “a recorrer para la tan anhelada resignificación y transformación de la Iglesia y la sociedad. no hay nada que nos destruya tanto como la inercia, la desesperanza y la dispersión de la experiencia religiosa en nuestro continente americano”.
En su análisis de las realidades que se viven en Latinoamérica y el Caribe, como la inestabilidad política, la desigualdad económica, la violencia y el crimen organizado, la corrupción, con una política polarizada, la crisis emigratoria, grupos humanos tratando de huir de la violencia y el hambre de sus pueblos de origen; la limitada inclusión laboral y los lastres del cambio climático; son realidades que se convierten en una amenaza real de nuestras aldeas.
En sus cinco temáticas: Misión y conversión pastoral, obediencia y modelos relacionales, la formación como camino sinodal; el ejercicio de la autoridad y la renovación de las estructuras. Cinco reflexiones, que nos han llevado a provocar, el deseo de mirar la vida consagrada, como críticos de los propios errores, agradecidos por el trabajo y el servicio bien hecho, sobre todo, con los que más sufren y los marginados, y como constructores de cambios, propuestas y caminos por recorrer.
Padre Pacho