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Contagio poesía, segunda temporada

Por: John Harold Giraldo Herrera

De tanto hedor, en medio de una frecuente imposibilidad para ser, pese a la manera cómo vivimos cercados, y en contra de un modo de vida (que se va volviendo normal) de estar encerrados, la poesía puede corrernos fronteras y abrir las compuertas del ser. Contagiarnos del derecho a la ensoñación como lo planteó Bachelard, o habitar en medio del infinito del sentido de las letras, es una manera de romper los cercos. Nos han contagiado de miedo y desconfianza, y a diferencia de lo que puede ser pasajero, esas pandemias son menos difíciles de erradicar, así que un abrazo extendido de metáforas, o el respirar con el oxígeno del lenguaje, nos puede brindar un poco de libertad. A los pocos días de decretado el aislamiento, con mi hijo, al asumir un reto de esos virales en redes sociales, decidimos, acoger a la poesía pereirana y del Eje cafetero, para leerla y compartirla. Y fue así como nos contagiamos de múltiples y diversos creadores y creadoras, de los alfareros y escultores de la palabra. Fue así como hicimos cuarenta vídeos y descubrimos desde los primeros poetas hasta quienes desde el silencio se dejan seducir por la fuerza de la poesía.

Luego, hicimos equipo con Miguel Ángel Rubio y con María Victoria Ramírez y nos ganamos un estímulo de la Secretaría de cultura de Pereira y lo aprovecharemos en función de seguir leyendo a las mujeres y hombres, a los jóvenes, niñas y niños que dedican un espacio a cultivarse en la fascinación de la escritura. Entonces si la poesía extiende puentes, ofrece refugios, permite el sobrecogimiento y enaltece un poco el sentido de lo humano, es posible afirmar que es un virus que debería cundir entre nosotros, contagiarnos de su fuerza e imperiosa capacidad estética.

Pereira se encuentra poblada de poetas y la estar cercados, nos ha desatado la palabra los nudos y ha provocado otros. Encontrarnos con quienes albergaron un nicho de la poesía en Pereira, como Julio Cano, el que escribió el himno de Pereira, ese que habla del empuje de los titanes y de la montaña bajo este sol, o con Aníbal Arcila e ir armando un inventario y una bitácora de lugares, imágenes, temáticas y darnos cuenta de lo mágico de esa alfombra voladora de los sueños de muchos con el verso o la prosa poética. Transitar por quienes ofrendaron su respirar a dejar versos en que colgarnos, como el nombrado Luis Fernando Mejía, o reconocer que esa maloka, está poblada de poetas con el fervor del erotismo como Anlly Castrillón, o la bienvenida a los traviesos soles entre las calles, como planteó una antología la Secretaría de cultura, en la que incluyó a más de veinte autores.

En Pereira hay desde talleres donde se engendran versos, hasta la academia donde los pulen o masacran o en los anaqueles de los encuentros furtivos o de estaciones, donde estalla el irradiar de un poema. Dice uno de los fraguadores Giovanny Gómez: “Toda mi inspiración semeja el ruido de unas manos atadas”, y le contesta María Paz Gaviria: “El silencio es un trapecio, un color que atravieso y paso seguido Helena Restrepo conjuga: “Hay luz en la carne, es luz lo que besa, hay luz que te piensa” y continúa Alejandro Buitrago: “Viaja feliz, viaja contento, pero siempre viaja hacia dentro”. De modo que la poesía atraviesa ríos, no tiene tiempo para la inmortalidad, si acudimos a uno de los libros de Hernán Mallama, otro de los tantos pereiranos que encontraron a la ciudad sin puertas y se hicieron a estas tierras por adopción.

Así, que la temporada número dos de Contagio, viene con nuevas lecturas, la promoción de las obras y los escritos de los nacidos y acogidos por Pereira, y tendrá una antología digital, en la que habrá desde lo histórico, pasando por un capítulo de mujeres, de poemas a Pereira, de quienes no han sido publicados y lo hacen desde el silencio, de los que ya tienen un espacio y siguen escribiendo, y de aquellos que quieran participar enviando sus trabajos y sean acogidos por el público en las redes. También tendremos tres conversatorios en líneas, y versos que se dejarán para ser compartidos por quienes lleguen a la Fan page en Facebook, o los que sigan el canal de Youtube e Instagram, que se denominan Contagio Poesía.

De hecho, nos asiste un gran reto de poder provocar con los poetas de la perla de Otún, para seguir acompañando las noches y los días de habitarnos de puertas hacia el interior. “Veo estremecer las hojas bajo la lluvia” nos dice Luz Dary Gil en uno de sus textos y nosotros al leer y posibilitar una manera de emocionarnos con los artistas de las letras. Diego Alexander Vélez nos revela: “La vida es un platillo con apenas lo justo y tu sonrisa amplia que simula un banquete” y Albeiro Montoya susurra: “Voy a dormir mientras regresas de la infancia” o lo que enuncia Yorlady Ruiz “El límite es el borde de mi cuerpo”, y así con retazos, Pereira cuenta con una amalgama de poetas con los que podemos contagiarnos.

La segunda temporada llegó con augurios y presagios de caminar la palabra, también en compañía de Juan Esteban Jaramillo, quien se encuentra encargado de la parte técnica. Ya comenzamos y esperamos poderles contagiar del poder de la poesía pereirana. Así que alisten sus sentidos y sus disposiciones para reconocer a más de cien poetas que estarán dispuestos a leernos sus textos y de otros, porque la poesía es también una manera de sentirnos seres simbólicos y como si viviéramos en la época del fuego, rodearnos del calor de las palabras, si hace frío o climatizar nuestras pisadas con figuras que siempre nos las hagan recordar.

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