Pocas veces he tenido que hacer tantas diligencias como en esta semana; la verdad es que estar en la casa me da mucha alegría porque distribuyo mi tiempo en varias actividades que realizo con gran placer; sin embargo, las salidas tan frecuentes me dejan un agradable sabor a gente, a charlas sin citas previas, a nada de agendas, a libertad de dar un abrazo en plena calle, a regalar una sonrisa como único saludo y hasta a disfrutar de un rico café de origen de los tantos que se encuentran en esta ciudad.
Esta vez, hubo otro ingrediente que me llamó la atención, varios de mis amigos me hablaban de la soledad que estaban viviendo, de la despedida de sus hijos, de la jubilación, de a veces nada qué hacer.
Alguna vez había escuchado que este estado se llamaba “Síndrome del nido vacío” y quise estudiar al respecto pues era una situación que yo también estaba viviendo, por eso fue tan fácil empatizar con los demás y fue ahí cuando entendí que era una generalidad en personas con hijos grandes.
El “Nido Vacío” se refiere a la situación en que los hijos abandonan el hogar para establecerse por su cuenta, dejando a sus padres solos en casa. Este fenómeno ha existido desde siempre, pero se ha acentuado en la era moderna debido a una serie de factores sociales, económicos y culturales. Uno de sus principales efectos es la soledad que sienten los progenitores al quedarse solos, quienes durante muchos años han dedicado su tiempo a criar a sus hijos, estar pendientes de las tareas, del trabajo, del crecimiento personal de todos en el hogar, de los proyectos en conjunto.
De un momento a otro la comunidad familiar, prácticamente se disuelve, los hijos toman las riendas de su vida, los padres quedan en su casa, la que inicialmente estuvo llena de risas, juguetes en el suelo, patines, mascotas, actividades domésticas por hacer y silencio porque por lo general, los dos o uno de ellos cae en depresión y ni siquiera desea escuchar música o hablar.
Regularmente esta etapa de la vida de padres, coincide con la llegada a la edad adulta de los padres y entonces, dejan de trabajar para comenzar a disfrutar de la pensión de jubilación. ¡Qué maravilla! ¿verdad?, pues no, llega el otro duelo y una nueva situación que genera una profunda crisis emocional. Por lo general, estos padres que tenían el tiempo medido para realizar todas sus actividades de casa, laborales, de crianza y acompañamiento a sus hijos, se ven con las manos vacías, sin nada qué hacer porque con seguridad las empresas donde laboraban no los prepararon para la nueva experiencia.
Solos, sin ganas de hablar en su casa, sin saber hacer nada más que madrugar a correr con sus hijos para los colegios o universidades, casi que dos desconocidos porque cada uno estaba en sus propias actividades. la angustia viene acompañada de una pregunta sin respuesta ¿y ahora qué vamos a hacer?
Una de las amigas me dijo que, para evitar la separación total, instituyó un día a la semana para que todos fueran a la casa paterna-materna a almorzar, los tres hijos con sus esposas y nietos, incluyendo a Lulú la perrita. Ese día era el “viernes de fríjoles”, así se quedaban con los nietos para disfrutarlos el fin de semana en la mayoría de las veces, con quienes llenaban ese nido. Me pareció una propuesta muy atinada porque de una manera muy inteligente, ese hogar seguía con esa llamita encendida, conversaban de los proyectos, problemas y situaciones de todos.
Otra me manifestó que como su situación se volvió más triste porque el mayor se fue para Italia y la menor para Australia, aprovechó la soledad para estudiar artes y tener como proyecto algún día dedicarse al óleo.
Esta situación de abandono no sólo afecta a las mujeres, a los papás también y son ellos los más desocupados por decirlos de alguna manera. Las mamás se pueden entretener haciendo obras manuales, pero los señores prefieren irse para la calle, a caminar, a sentarse en un parque, porque no aprendieron nada más que salir de su casa rumbo a sus oficinas, empresas o actividades laborales.
¿Qué decir de la preparación de la comida? Si quien lo hacía era la esposa, debe ajustar las porciones, estas deben ser solo para dos personas… regularmente hay sobras de comida, bien sea por inapetencia o porque se preparó en cantidad por un mal cálculo. Es normal que algunas cosas sobren entre ellas la comida, el espacio en la casa, el tiempo.
Pareciera lógico que los padres hablaran de estos asuntos con sus hijos para prepararlos tanto a ellos como a sus críos a abandonar el hogar de una forma sana, pero no es así; todo se deja para última hora cuando ya el dolor de la separación está encima, con el componente emocional por la partida, financiero pues hay que hacer algunos ajustes, ambiental y social, teniendo como consecuencia la aparición de enfermedades físicas como las cardiacas, problemas de sueño, artritis, artrosis, problemas respiratorios, circulatorios e incluso los mentales como algunas enfermedades degenerativas fruto de la depresión, la falta de sueño, la tristeza permanente, el encierro continuado y tantas otras que dañan la paz de los padres.
Este fenómeno ha cambiado en los últimos años porque el rompimiento de la relación no tiene que ser tan radical y definitivo pues los padres se han involucrado más en la vida de sus hijos, el aumento de la globalización y tecnología hace que ellos puedan vivir y trabajar desde cualquier parte del mundo, lo que facilita la cercanía y el mantenimiento de las relaciones familiares en mejor estado.
Sin embargo, existen unas recomendaciones que pueden servir en estos momentos de soledad que llevan a alivianar un poco el sentimiento de soledad y depresión, ya recomendados en varias obras sobre el tema, de donde toman los psicólogos para atender a sus pacientes pero que requieren de la decisión personal y de un real apoyo del esposo o de la familia en general.
- Comunicación regular: Mantener una comunicación regular es una de las mejores formas de mantener una relación cercana con los padres. Llamarlos con frecuencia, enviarles mensajes de texto, correos electrónicos e incluso cartas escritas a mano. Es muy importante hacerles saber que están en sus pensamientos y que los extrañan.
- Planificación financiera: hablar de ahorrar cuando no se tiene la cultura de hacer presupuesto es un tanto difícil, sin embargo, los expertos recomiendan hacer un ahorro para la jubilación que les permita vivir sin estrés en esta etapa final de sus vidas.
- Planificación de actividades: Es importante que los padres encuentren actividades y pasatiempos que disfruten y que les ayuden a mantenerse ocupados en su tiempo de soledad. Pueden unirse a clubes, hacer voluntariado o desarrollar las actividades que siempre han querido hacer pero que no han podido por falta de tiempo debido a las obligaciones familiares. ¿Qué tal aprender un arte? O regresar a terminar esa carrera universitaria que dejó aplazada por las prioridades del hogar.
- Apoyo emocional: Este se debe buscar en amigos, familiares y grupos de apoyo como tal. Hablar con otras personas que han pasado por lo mismo puede ayudar a reducir la sensación de soledad y encontrar otras formas de afrontar lo que están viviendo.
- Mantener la relación con la pareja: este apoyo mutuo es bastante sano pues ambos están viviendo el mismo “abandono” de sus retoños. Trabajar en la relación y encuentren actividades que puedan realizar juntos. A fin de cuentas, ese fue su proyecto inicial de vida, caminar el mismo camino de la vida. Programar viajes, planificar salidas nocturnas, inventar citas para reavivar su amor, comunicación y pasión.
- Visitas regulares: Los hijos pueden compartir más tiempo con sus progenitores a través de visitas frecuentes, planificar vacaciones, salidas con el grupo familiar, mantenerse al día con los proyectos de cada uno.
- Ayudar en las tareas del hogar: Para los padres es de gran ayuda este trabajo en equipó en las labores domésticas, en el acompañamiento a hacer las compras, cocinar, limpiar y realizar algunas tareas domésticas. Se logra pasar un tiempo de calidad, compartido con labores que redundan en los buenos recuerdos y descanso de los mayores.
- Involucrar a los padres en sus vidas, es una forma de no desplazarlos, de compartir con ellos los eventos importantes como bodas, nacimientos de hijos, graduaciones, etc.
- Ser conscientes de sus necesidades: además que estén dispuestos a ayudarlos tanto emocionalmente como materialmente. A veces tan sólo requieren que les dediquen tiempo para compartir sueños, proyectos, planes, intereses y desafíos de la vida para ofrecer consejos y apoyo.
Es natural que los padres sientan dolor por la partida de sus hijos, así los hayan preparado con mucha responsabilidad para que ellos se enfrenten a los nuevos retos y desafíos con seguridad y esto es sano para ambas partes. Lo que no resulta nada sano es que, por ese amor, los padres retengan a sus hijos en la casa paterna, coartándoles la libertad, dañando la relación entre padres e hijos, volviéndolos inseguros, inmaduros y por siempre dependientes.
Sobre este tema hablaremos en futuras columnas.
Mi querida doctora, excelente artículo, tema muy pertinente en la actualidad. Debemos prepararnos para disfrutar de la vejez y a la vez, de las cosas simples de la vida, la vida. está llena de acontecimientos y caricias de Dios.
Gracias mi querida y apreciada amiga, por colocar el dedo en la llaga. Este sentimiento de abandono conjugado con soltar el control y nuestros miedos, son el veneno que mata la seguridad de nuestros hijos.
Vale la pena cruzarlo para verlos crecer y continuar el camino para el que vinieron.
Solo nos eligieron para entrenar sus alas y volar alto con lo que les entregamos.
Gracias. Por eso hay que educarlos en la autonomía. Esa seguridad de soltar esas avecitas con la tranquilidad de su preparación, aportarán paz a nuestros corazones. Un abrazo.
Hay que ser consciente que los hijos son prestados, hay que enseñarles a volar, ese debe ser el propósito, no podemos dejar que el apego nos haga daño, hay que desprender con amor, es lo mejor para todos. Es una columna que invita a muchas reflexiones.
Es un tema muy interesante. Por un lado hay que estar preparados para ese momento. Los hijos, como en el caso de las aves, algún día tienen que alzar vuelo
Todas las madres hemos tenido que afrontar este síndrome al principio hay momentos llenos de tristeza un vacío inexplicable y una soledad que no se llena con nada pero acudir a otras actividades a procurar estar ocupada ayuda mucho. Hablar con ellos diariamente es sentirlos cerquita.
Excelente olga este tema felicitaciones.
Las leyes y la educación en general siguen sin prepararnos para la vida. Gracias Marino por tu aporte. También estamos demorados en aprender a trabajar en equipo, primero con el compañero de vida. Así, la soledad se suaviza más. Un abrazo.
Síndrome del nido vacio: Y de la terminación laboral, problemáticas nuevas modernas, que debueran prepararnos para ellas.
Que hacen los Fondos de Pensiones al respecto?.
Debiéramos aprovechar la Reforma Pensional para incluir un punto sobre capacitación obligatoria a prepensionados.