Por DANILO SALAZAR
Esta pregunta parece ser, y podría ser efectivamente una estupidez, habida cuenta de la diversidad de opiniones que hay acerca del momento en que nos separamos intelectual y materialmente del mundo animal y empezamos a transitar la senda por la que transcurrimos actualmente, y de la cuál empezamos a salir, al tomar conciencia de que el mundo natural y nosotros somos la misma cosa, o mejor dicho, que todos los seres vivos, plantas o animales somos parientes, más cercanos de lo que nos gusta admitir, y que no somos necesariamente la cumbre de la creación como lo sugiere el mito bíblico del jardín del Edén, sino, solo una especie más, sin la cual el planeta no se acaba y más bien , por el contrario, sin la que el planeta podría mejorar sustancialmente en asuntos de contaminación y depredación de recursos naturales.
Muchos opiniones apuntan a que es el lenguaje, una característica que nos hace ser unas criaturas especiales, el problema de este enfoque es que el lenguaje es compartido por muchas otras especies; viendo documentales en Animal Planet, se ven especies como los perritos de las praderas que tienen un sonido especial para designar diversos depredadores que pueden atacarlos, haciendo un sonido diferente para cada uno de ellos, de manera, que cuando el vigía da la alarma, cada miembro de la manada sabe de dónde procede el peligro, del cielo o del suelo, es decir, si el depredador es un águila o una serpiente, los delfines y otros animales acuáticos tienen un amplio repertorio de sonidos con los cuales se comunican y coordinan sus actividades de cacería y juegos, hasta animales como los insectos, específicamente las abejas, tienen también lenguajes completos, que les permiten comunicarle a sus congéneres la ubicación de un grupo de flores, lenguaje que han sido descifrado o decodificado por los científicos, quienes afirman que “ las abejas pueden hacer más que eso, pues son capaces de reconocer similitudes y diferencias incluso cuando las reglas de elección no han sido especificadas durante el entrenamiento”, “El Tiempo” jueves 19 de abril de2001 página 2-1.
Otro rasgo que creíamos nos hacía únicos era la fabricación y operación de herramientas, tanto es así, que se llamó homo habilis, al antepasado nuestro que fue el primer fabricante de herramientas de piedra, considerándolo el primer ser humano; hacer herramientas supuso una mejoría biológica, pues permitió a los hombres primitivos pasar de recolectores a cazadores y mejorar su menú, ocasionando una mejoría intelectual al pasar ese nuevo conocimiento a sus congéneres, pero resulta que otros animales, como nuestro cercano pariente el chimpancé y algunas especies de pájaros también fabrican y manipulan herramientas, bajándonos así del alto pedestal en el que nos habíamos auto ubicado, de manera que esa característica tampoco es el rasgo especial para diferenciarnos del mundo animal. Aunque hay que señalar que, desde el punto de vista de la filosofía, hablando del ser humano como animal cultural, algunos autores afirman que la esencia del hombre es ser: homo faber, es decir que crear objetos artificiales para cosas útiles.
Un acontecimiento que seguro nos permitió tomar distancia del mundo natural, fue la domesticación del fuego, el día en que un primitivo homínido tuvo el valor de tomar un leño encendido, o acercarse al fuego para encender una hoja o un leño con él, a pesar del terror y las ganas de salir corriendo que lo embargaban, definitivamente se abrió una brecha entre nuestra especie y los demás animales, una brecha que se fue ensanchando en la medida que el fuego se usó para romper las tinieblas de la noche, ahuyentar a los animales de presa, permitió al hombre cocinar sus alimentos, con lo que aceleró su digestión y mejoró su capacidad intelectual, y pudo iniciar nuevas industrias como la alfarería, que le permitió transportar agua y comida, con lo que mejoró su calidad de vida; el fuego posibilitó la creación de materiales para construir viviendas: ladrillos, cemento para hacer concreto, también permitió la fundición de metales y colateralmente la fabricación de mejores herramientas y armas que facilitaron la guerra y el pillaje, pero también el comercio y otras actividades propias de la civilización humana.
Pero, seguramente el acontecimiento que definitivamente nos despega del mundo animal es la elaboración de calendarios, que pueden considerarse el documento más importante de la civilización, producto de la capacidad para razonar, podría uno decir que ningún otro ser de la naturaleza tiene certeza o ha logrado captar el transcurso de la vida en el planeta, compuesto de horas de sol y horas de oscuridad, que ocurren alternada y cíclicamente, quiero decir, que creo que ningún animal se duerme con la certeza que amanecerá de nuevo, y después oscurecerá de nuevo para dar paso a otro amanecer y así sucesivamente; el día en que el ser humano dominó este concepto dio un gran salto en su intelectualidad y pudo empezar a observar e intentar medir las horas de sol diariamente, e incluso intentar determinar la hora; no debe sonar raro que los primeros instrumentos prácticos para saber la hora fueron los relojes de sol, supongo que con el paso del tiempo se dieron cuenta que el sol recorría el firmamento desde su punto de “salida”, a su punto de “desaparición”, hecho que muchas sociedades intentaron explicar, tal es el caso del mito griego del carro solar que recorre el cielo, y cada noche regresa en barco a su punto de salida, para retornar a su recorrido al otro día; éste recorrido del sol originó el concepto de lo que es un día, conocimiento que fue la base para elaborar los primeros calendarios solares, supongo que determinar el momento del medio día, era un conocimiento importante para hacer sus correrías de cacería, pues basados en sus saberes prácticos y en su cotidianidad sabían, que para no dormir en descampado, corriendo peligro de ser devorados, debían regresar a su sitio de vivienda, o de salida a la cacería cuando el sol alcanzara el cénit.
En “Selecciones” de mayo de 1981, páginas 77 a 82, se aborda el tema en un artículo titulado, ¿Cómo aprendimos a contar el tiempo? Diciendo: “tanto para los pueblos antiguos como los modernos, ésta predicción de los movimientos del sol, la luna y las estrellas ha sido siempre necesaria para la supervivencia. A menos que sepamos cuando vuelven las estaciones y cuando se deben producir las inundaciones anuales, las lluvias, las sequías y las heladas, no habría cosecha y todo el mundo se moriría de hambre”. Éste artículo nos aporta los datos científicos del presente escrito.
Se cree que una delas primeras civilizaciones que manejó el concepto de tiempo fueron los egipcios, que lo relacionaron con el periodo de las inundaciones del Nilo, que más tarde llamaron año (del latín annus derivado de annulus o anillo). Se sostiene que para el 4.00 a.c. los egipcios ya habían fijado la duración del año solar en 365 días y lo habían dividido en 36 semanas de 10 días cada una, el año nuevo empezaba con la aparición de Sirio.
Supongo yo, que los calendarios lunares se originaron en la facilidad de observar en el cielo nocturno a este astro y sus fases, especialmente en la luna llena, que aún hoy, en un mundo de bombillos y grandes reflectores, se ve majestuosa e ilumina de manera notable nuestras noches, de la observación de éstas fases nació el concepto de mes.
Siempre fue un misterio cómo nuestros antepasados, sin instrumentos modernos, consiguieron la información de los movimientos del sol, la luna y de los cinco planetas observables a simple vista por el ser humano, los científicos actuales empezaron a averiguarlo prestando atención a los monumentos dejados por ellos, mirando los megalitos, desde simples rocas llamadas menhires hasta complejos grupos de ellas como el famoso Stonehenge, la gran concentración de menhires en Carnac y otros de estos monumentos, que originaron interpretaciones diversas, estimando que eran, desde símbolos fálicos hasta monumentos en honor de héroes.
Alexander Thom, jubilado de la universidad de Oxford, a mediados de los años cincuenta descubrió que observando el horizonte hacia el gran menhir Brisé, desde unos megalitos en un radio de 16 kilómetros se podían marcar durante el año, las posiciones extremas norte y sur de la luna.
En los años sesenta el astrónomo Gerald Hawkis con ayuda de computadoras, afirmó que Stonehenge, uno de los 900 monumentos de piedra llamados “círculos mágicos”, que se encuentran por toda Inglaterra, era en realidad un observatorio astronómico, y que además, el “Círculo de Aubrey” un anillo de 56 agujeros separados de la periferia de Stonehenge, era un aparato para predecir los movimientos de la luna.
Desde la antigüedad los Babilonios dividieron la hora en sesenta minutos y el círculo del cielo en 360 grados, los sacerdotes-astrónomos calcularon los años solares y lunares con un margen de solo diez segundos. Dividieron el año en meses alternos de 29 y 30 días.
En otra parte del mundo, los astrónomos de Centro América usaron sus pirámides como observatorios, los más famosos fueron: el caracol circular de Chichen- Itzá y el de Monte Albán, calculando el año solar con una diferencia de 12 segundos con respecto al tiempo real y calcularon los movimientos de Venus con un error de siete segundos en cincuenta años.
Nuestro sistema actual para registrar el tiempo es una mezcolanza, las horas de 60 minutos las heredamos de los babilonios, el día de 24 horas de los Egipcios, la semana de siete días de los Hebreos y nuestros meses provienen de los griegos y fueron reformados por los emperadores romanos que rebautizaron Julio y Agosto en su propio honor, sacando un día a febrero para hacer sus meses de 31 días, el calendario juliano se reformó para corregir un error de duración del año solar ,en 1582 el papa Gregorio XIII, suprimió días del calendario, pasando de ser 5 de Octubre a 15 del mismo mes ,Gran Bretaña y sus colonias suprimieron todas las fechas entre el 3 y el 13 de Septiembre de 1752, Rusia en 1918 siguió el ejemplo suprimiendo 13 días civiles completos, de manera que la revolución de Octubre se celebra el 7 de noviembre , no el 25 de Octubre.
Queda a su juicio querido lector, escoger en que momento empezamos a distanciarnos del mundo natural y asumimos la equivocada tesis, que no hacíamos parte de él. Espero haber ilustrado en éste breve resumen la manera como aprendimos a hacer nuestras mediciones del tiempo y algunas de sus circunstancias y anécdotas.
Muy ilustrativo e informativo
Muy buen repaso de esta materia que ya había olvidado y depronto hallar algunos elementos que para mí eran desconocidos. Sintetizado, es una muy buena exposición del tema de la teoría de la evolución.