Por PATRICIA ZORRO ARELLANO
Hace un año que Alejandro Díaz Ruiz, comunicador y amigo entrañable, se nos fue. Pero en realidad no sé si se fue, porque paradójicamente es la muerte, tal vez por la ausencia misma, quien nos invita a tener más presentes los momentos compartidos, todo lo que nos deja una persona querida cuando nos planta en la cruda realidad de no podernos comunicar más. No existe ya la manera de hablar, ni de contarle nuestras aventuras, proyectos, o de sostener una simple conversación; a cambio, empezamos a ver nítidamente todo lo que nos quedó impregnado en el alma de la persona que ya no está presente de manera física, pero sí, en el corazón y para siempre.
De Alejandro nos queda su positivismo, su risa contagiosa, sus chistes, sus abrazos, el amor por los amigos y la familia, su interés por saber siempre cómo estaban los demás. Recordarlo es sonreír, y cuando alguien muere y su recuerdo nos dibuja una sonrisa en el rostro, se concluye que fue una vida que valió la pena. Excelente comunicador, improvisador con sentido común, amigo leal y profesionalmente, un ejemplo.
Durante sus exequias, hace ya un año, escuchamos en la homilía el significado de la palabra amor. Etimológicamente, A significa sin, y Mor significa muerte, es decir, sin muerte. Cuando hay amor, no hay muerte, y tiene todo el sentido del mundo. Cuando amamos, la presencia pasa a un segundo plano y el amor se enaltece, se agranda y recobra su verdadero sentido. No muere quien permanece con amor en el corazón de los demás.
La partida de un amigo es sin duda un acontecimiento que nos entristece profundamente, pero nos queda ese sentimiento eterno de gratitud por haber compartido y conocido a ese amigo, que, en el caso de Alejo, nos deja sólo buenos recuerdos.
Gracias Alejandro por una vida con sentido, por tu expresión alegre que nos hacía ver los días negros, grises, y los grises, casi blancos. Gracias por ser un bálsamo para el alma, por ser incondicional, por permitirnos entender que la muerte es sólo una condición del cuerpo, pero nunca del alma. Estarás siempre presente en el recuerdo de todos los que tuvimos el privilegio de compartir tu tiempo y tu buena vibra.
Un brindis por lo que fue tu vida y un brindis por la nuestra, que nos permite valorarte aún más en la ausencia.
Hasta pronto querido Alejo, o más bien, hasta siempre.
Patricia Zorro Arellano
Comunicadora Social.
Qué buen homenaje. Santo Domingo Savio decía: » la santidad consiste en estar siempre alegres».
Por siempre Alejo