Por JUAN NICOLÁS GAVIRIA
Nuevamente, y como ya nos tienen acostumbrados los medios de comunicación nacionales, se dio inicio al Circo Romano auspiciado por estos, un espectáculo que presenta en la arena principal un microscópico grupo de congresistas que se devoran entre sí, un show que es presenciado masivamente por una sociedad miope, ávida de drama, y donde los únicos que ganan son ellos, los medios de comunicación. Esto de cuenta del masivo tráfico que reciben en sus diferentes plataformas de cuenta de este lamentable show y su incauta audiencia.
Todo se originó a raíz de una proposición radicada por algunos congresistas en comisión primera de la Cámara, la cual plantea incrementar el número de senadores; senadores estos que deberán provenir de regiones poco representadas hoy en el congreso, puntalmente aquellas que hoy solo cuentan con dos Representantes a la Cámara. En resumen, un fin loable se podría decir, sin embargo, inconveniente bajo la coyuntura actual.
Es muy importante puntualizar que, esta propuesta se presenta en el trámite del proyecto de acto legislativo 250 de 2020 Cámara, es decir que se busca integrar la propuesta a un texto más amplio el cual ya contiene otras propuestas. De tal forma que considero pertinente conocer el contexto y así entender por qué se plantea esto aquí y ahora.
Como decía, es menester entender de qué se está hablando allí y por qué este proyecto de acto legislativo es importante para el futuro político del país. El proyecto propone modificar tres artículos de la Constitución, artículos con los cuales se pretende lo que los mismos ponentes llaman “una reforma política”.
Puntalmente busca corregir fallas históricas del sistema político, como la Igualdad de participación entre jóvenes, mujeres, población rural y urbana, a través de las “listas cerradas, paritarias y con recambio generacional”. También se plantea el fortalecimiento de los partidos y movimientos políticos en Colombia con “el establecimiento de mecanismos de democracia interna dentro de los partidos”, la creación del “Registro Único de Militantes de Partidos y Movimientos Políticos”. Adicionalmente, que las candidaturas estén caracterizadas por la “probidad”, es decir la “exclusión de candidatos que hayan sido condenados por delitos contra la administración pública y patrimonio del Estado y/o los mecanismos de participación democrática”, finalmente que la financiación electoral sea “preponderantemente” estatal.
Sin embargo, el proyecto en ninguno de sus apartes plantea la reducción o ampliación del Congreso, tampoco la reducción de sus sueldos o beneficios. Ambas posturas derivan de proposiciones alternativas y posteriores, que ven en este proyecto la oportunidad de escabullirse entre las líneas del texto principal. Ahora bien, ¿incrementar o reducir el Congreso? Una compleja pregunta.
Analicemos primero qué sucedería con el incremento del mismo, sus beneficios y consecuencias. Incrementar el Congreso según lo planteado en la proposición, supone que regiones como la Amazonía u otras que hoy solo cuentan con dos Representantes se vean con mayor representación solo en el Senado. Sin embargo, esto también implica un incremento considerable en el presupuesto de operación del Congreso, con lo cual se ha motivado la enardecida respuesta de quienes opinan lo contrario.
Ahora bien, en cuanto a su reducción, esta propuesta plantea no solo la reducción de número total de congresistas, también la reducción de sus salarios, beneficios y el incremento del tiempo que trabajan, el paquete completo se podría decir. Esto en efecto genera una reacción inmediata en términos de disminución de costos, sin embargo, genera otro efecto, en mi opinión también inmediato y quizá poco deseado. Radica en la pérdida de representatividad para una buena parte del país. Pues si bien esta propuesta también plantea la reforma de los coeficientes de participación y su distribución -esto es cuántos congresistas podrá tener cada departamento- sabemos muy bien que unas pocas regiones del país llevan las de ganar aquí.
Lo anterior nos lleva una interrogante adicional, el cual debe ser atendido antes de dar respuesta a la primera. Esta pregunta yace en identificar el motivo esencial y estructural para alterar el número de congresistas. Nos debemos responder si se debe a que son muchos, o quizá porque son pocos, se debe tal vez a que es muy costoso, o se trata de la representatividad de las regiones. Podríamos seguir exponiendo motivos, sin embargo, puedo anticipar que ninguno será absoluto. Como tampoco lo es advertir que el proyecto de acto legislativo nació muerto y que no atiende el clamor popular, como algunos congresistas se animaron a manifestar. ¿Cuál es ese clamor entonces?
Claramente el sostenimiento del Congreso no es barato, no es secreto que muchas regiones se sienten carentes de representatividad, huérfanas. Por supuesto el palo no está para cucharas en lo que a presupuesto respecta y la credibilidad de esta corporación no pasa por su mejor momento. Esto nos dice que en efecto una reforma deberá ser tramitada o por lo menos el tema abordado, ¿pero qué tal si nos encontramos en un punto medio?
Qué tal si no lo aumentamos, y tampoco lo reducimos. Qué tal si simplemente lo reordenamos. Hoy se define el número de Representantes en función al número de habitantes que tiene un departamento, esto tiene lógica, pero también genera sesgos. Estos sesgos dejan desprovistos de respaldo y representatividad problemáticas complejas que no están necesariamente en función del numero de personas que habitan un territorio.
Problemáticas como para poner un ejemplo, la conservación de la biodiversidad del territorio, la preservación de los recursos naturales (no mineros). Entre otras variables que están revestidas de importancia para la sostenibilidad del país, pero no se pueden entender correlacionadas directamente al número de habitantes de la circunscripción.
De golpe el número que tenemos es el correcto, solo que lo tenemos mal distribuido. Qué tal si ponemos a un lado la concepción de que es el ser humano el grupo de interés más importante del territorio y le damos un enfoque tal vez lógico, natural.
Los habitantes de un territorio nos debemos a este, pero este no se debe a nosotros, éste nos padece. Sin embargo, aquí estamos y aún creemos que podemos decidir sobre él, en ese sentido creo yo, congresistas hay suficientes, reducirlos no supone mayor beneficio al financiero ya explicado, e incrementarlo no generará más que disputas y malestares.
Acordemos que estamos en desacuerdo y cambiemos el enfoque. Al final, de eso se trata la democracia.
Acto Legislativo 250 no puede ser.
Para qué más de 2 congresistas por departamento, en un sistema unicameral, fuera de los 15 aprobados en el acuerdo de Paz para las regiones ?olvidadas?