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LUIS FERNANDO CARDONA
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ActualidadDE SANTA CLAUS A VENDEHUMOS

DE SANTA CLAUS A VENDEHUMOS

Con la llegada de la Navidad, los niños se llenan de ilusiones, anticipando los regalos que Santa Claus traerá: carros, muñecas, casas, familias unidas. El brillo en sus ojos refleja un mundo lleno de magia y esperanza, donde todo parece posible. Sin embargo, un día, la verdad se impone: Santa Claus es solo una fantasía. Al descubrir que los regalos no caen del cielo, que no existe un hombre gordo viajando por el mundo, los niños enfrentan un despertar doloroso pero necesario. Aceptar que los regalos provienen del trabajo de sus padres marca el paso de la infancia a la adolescencia, el primer choque con la realidad. Así, pierden la inocencia, pero también ganan una nueva comprensión del mundo.

Lo curioso es que, mientras los niños se enfrentan a su despertar y evolucionan hacia una visión más madura, muchos adultos siguen aferrados a sus propias ilusiones, quizás aún más dañinas. En un país como Colombia, donde las oportunidades empresariales, laborales y familiares son limitadas, los adultos parecen conformarse con la promesa de soluciones políticas que, cada cuatro años, se renuevan en forma de «vendehumos». Creen que un gobierno inflado de promesas vacías resolverá sus problemas. Esta necedad refleja la misma ingenuidad de un niño que espera a Santa Claus. ¡Los adultos prefieren mentiras reconfortantes que verdades incómodas!

La realidad es otra. Las estadísticas muestran que en los últimos diez años las ventas de automóviles y viviendas han caído, y el número de personas solteras ha aumentado, mientras que la natalidad ha disminuido. Esto es un reflejo de la lesión de la economía doméstica. Reducir las aspiraciones y cambiar los sueños por conformismo es un signo claro de fracaso. El país está estancado en un ciclo donde cada vez las personas se conforman con menos, creyendo que el Niño Dios, en forma de mesías político, traerá milagros. Pero esta ilusión solo oculta la frustración de quienes han reducido sus pretensiones como una forma de evadir la realidad.

Descubrir que Santa Claus es un mito marca el inicio de la adolescencia. Es el primer golpe a la fantasía infantil, y aunque algunos lo vean como un «engaño», es una transición necesaria. Algo similar ocurre con los adultos que siguen esperando soluciones milagrosas de los «vendehumos». En lugar de asumir la responsabilidad de cambiar su realidad, se aferran a promesas vacías que solo perpetúan el ciclo de frustración. Y así, mientras muchos siguen esperando que la solución venga de afuera, la verdadera transformación depende de romper con las ilusiones y asumir la responsabilidad de un cambio real.

La transición que debería ocurrir no es esperar milagros, sino asumir que el futuro se construye con esfuerzo, responsabilidad y una visión crítica de la realidad. Mientras los niños dejan atrás sus fantasías, los adultos deberían romper con sus ilusiones políticas y entender que el cambio depende de ellos mismos.

¡Feliz Navidad y nos vemos el próximo año!

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