Una de las aplicaciones de la deconstrucción en términos táctico-prácticos es el modelo de “Revolución Molecular Disipada”. Félix Guattari, filosofo y psicoanalista francés, fue el primero en hablar de “Revolución Molecular”, donde intenta retratar la forma en que los estados totalitaristas controlan la conciencia del pueblo, al buscar capturar y dirigir la forma en la que se generan los deseos de cada individuo. Es todo un proceso de carácter introspectivo de generación de conciencia personal, para que cada ciudadano busque reconfigurar sus deseos y diferenciarlos intencionalmente de las necesidades impuestas desde un régimen político.
Como ya lo decía Gilles refiriéndose a la obra de Guattari, no hay tiempo para la espera o para el temor, hay que buscar nuevas armas y aquí hay un autentico arsenal, toda una teoría política contemporánea, todo un manual de disidencia, para poner en práctica en las presentes y futuras gestas emancipadoras.
Todo su trabajo lo direccionó, colocando énfasis en la institucionalidad, donde según sus convicciones, es donde mayor actúa la represión. Es allí, en los partidos políticos, en la escuela, en la familia, en la sexualidad, en los medios de comunicación, donde el individuo o cuerpo social, es paralizado por el miedo y la miseria, es desde allí donde debe implementarse un cambio, haciendo girar la situación, al hacer encadenar las voluntades, estableciendo alianzas y promoviendo la “Revolución Molecular”.
Para ello debe desarrollarse una nueva manera de hacer política, partiendo de la premisa que los actores convertidos en maquinas de guerra social, puedan instrumentar la reconstrucción de los actuales sistemas sociales y solo es posible, sumando muchas revoluciones moleculares, para alcanzar la transformación social. Una deconstrucción, que altere el estado de normalidad social del sistema dominante para derogarlo y sustituirlo, y solo es posible a través del caos y el cese del flujo de normalidad.
Se trata de una confrontación, urbana, recodificada a partir del movimiento situacionista, constituyendo así, en un modelo de acción y de combate, cuyos militantes combaten, molecularmente al sistema para imponer su propia dominación.
Una revolución molecular a lo único que nos lleva es a polarizarnos más, el país necesita hoy una verdadera revolución molecular, de carácter introspectivo y alejada de todo tipo de violencia o descentralización, donde cada individuo busque generar conciencia individual; donde se tenga claro, que no es por medio de una confrontación entre izquierda y derecha, entre pueblo vs establecimiento, donde terminemos encasillados en idearios abstractos y homogenizados, destruyéndonos unos a otros.
Ya lo decía un investigador de Fedesarrollo, David Forero: “No es en el conflicto, sino en el dialogo y los consensos en donde podemos construir país. Ojalá que el gobierno entienda que un dialogo efectivo y con victorias tempranas es ahora nuestra única esperanza para lograrlo”.
Padre Pacho