Por: Luis García Quiroga
A todos nos llega un momento en el que entendemos que lo más importante es entender. Entender porqué dormimos, comemos, tenemos sexo o trabajamos. Incluso, porqué miramos para el otro lado, nos hacemos los locos y no asumimos responsabilidades. Y como si fuera poco, porqué la ética pública cada día vale menos.
Hace diez años trabajé en Bogotá en La Previsora Seguros y le escuché al entonces vicepresidente administrativo de La Previsora Seguros, el risaraldense Diego Agudelo Bedoya, esta expresión: sacaculismo. Se refería a la falta de verraquera para asumir compromisos y reconocer responsabilidades frente a errores o circunstancias que exigían verdad frentera. Integridad. Carácter. Solidez.
Hace poco, en 2017 falleció Bauman, el sociólogo judío y agnóstico que nos conocía como género humano más que ninguno, a tal extremo genial que creó el concepto de sociedad líquida. Si Bauman hubiera sido colombiano, escuchando los “a mis espaldas”, “me acabo de enterar”, “persecución política” y similares, habría agregado el concepto sociedad del sacaculismo.
Esa es una de las razones fundamentales que explican la deprimente decadencia del liderazgo político, de gobierno y de gobernanza tanto en lo público como en lo privado en donde un gobernante o un empresario creyéndose muy astuto no asiste a las juntas, pone a otro a firmar los decretos o no le pone el pecho al huracán de la contratación simplemente para no asumir responsabilidades. O para diluirlas. O para decirlo en términos agudelistas: para sacar el culo cuando llegue el momento.
El sacaculismo es perfecto en una sociedad que el propio Bauman hubiera coincidido con nosotros en llamar la sociedad del importaculismo. Esa sociedad tan parecida a la nuestra que aún bajo los terminachos de amenaza, vulnerabilidad y riesgo utilizados para la narrativa culebrera e inexplicable de un derrumbe donde trece meses atrás ya hubo otro, es lo más parecido al sacaculismo.
Del 24 de julio que sucedió el derrumbe del costado norte de la pista del Aeropuerto, al domingo 9 de agosto que estuve allí sobre el derrumbe que además tiene taponada la variante La Romelia-El Pollo, han transcurrido 16 días sin que se haya hecho absolutamente nada de nada.
No es un desastre lo ocurrido allí, es una vergüenza que no se puede explicar con la historia ya conocida de 30 mil años de conformación de la tierra de cenizas volcánicas de nuestras laderas. Hay que diferenciar entre lo importante y lo urgente. Es importante conocer la historia de la tierra, pero para el comercio, las empresas, los ciudadanos y la buena imagen de Pereira, es urgente solucionar el problema con pragmatismo y no con muros faraónicos como los que están proponiendo.
Aprovechando los días de sol que desperdicia la administración, el domingo 9 hice el recorrido de los 10 kilómetros de la variante que en 1995 sufrieron derrumbes y se solucionaron con gaviones, filtros, canales y terrazas a costos razonables. Eso está inventado. Lo otro sería una apuesta para provocar otro derrumbe de la confianza pública en lo público.
El derrumbe moral que es la otra mirada del sacaculismo, es aún más vergonzoso si se tienen en cuenta aspectos como la elevación de los costos a cargo del erario, el cierre de una vía arteria para carga pesada, el consecuente aumento de los trancones, la incomodidad de desplazamiento de los residentes en barrios al otro lado del desastre y claro, el deterioro de la imagen de una ciudad que no tiene dirigentes capaces de hacer lo que lo que había que hacer técnicamente ni gremios que pongan los puntos sobre las íes, e incluso, históricamente, para evitar lo que era previsible, hasta que ocurrió y ojo, que más adelante, puede seguir ocurriendo
Aún es tiempo de corregir el rumbo y hacer lo correcto. La Asociación de Ingenieros está muy preocupada porque se está cocinando con la receta equivocada y es hora de que el alcalde Maya asuma directamente la responsabilidad de la solución. El alcalde tiene que sacudirse y conjurar el rumor según el cual están esperando que la cosa se agrave para que valga más y el resto que sabemos.
Que no nos suceda lo del acusado de cometer un homicidio que contrata a un abogado especializado en Derecho de familia, cuando para llevar el caso se requiere un especialista en Derecho Penal.
En la guerra de la Independencia se decía que eran mensajes de Bolívar para que los entendiera Santander. En esta sociedad del sacaculismo también es válido parodiar al humorista Suso, un buen exponente de la sociedad líquida pereirana, quien suele decir: el que entendió, entendió.
PUNTO APARTE: El miércoles pasado me encontré con Carmen Drews y le pregunté por el buen Elkin Drews de quien sabía, venía con serios quebrantos de salud. Me dijo que la situación de Elkin no podía ser peor. Al día siguiente se supo de su viaje a la eternidad.
Mi dolor solidario con la familia Drews, con Sonia, con Eric, con todos ellos, es proporcional al respeto y admiración que tuve por este gran empresario del sector asegurador y eficiente servidor de las nobles causas pereiranas, de quien tuve el privilegio de su afecto y nos cruzábamos a diario en los años 80 en el viejo edificio de la Cámara de Comercio donde tuvo su oficina de De Lima Marsh y yo era director de Noticias de RCN.
Bauman le habría hecho a Elkin, el honor de haberlo puesto en el sitial de la generación de pereiranos de la era de la sociedad sólida, la que se extingue ante nuestros ojos llorosos y abiertos.