Por HERNANDO AYALA MELGAREJO
- La Constitución Nacional de 1991 permanece aplazada en la mayoría de los derechos consagrados y el deporte es asunto pendiente como derecho fundamental para la mayoría de los 50 millones de colombianos.
- Tokio Empate 21 Sin perdedores, todo será ganancia en una experiencia inédita para la élite mundial del rendimiento deportivo que representa a la excelencia competitiva pero no la inclusión de todos en el derecho al deporte efectivo.
El deporte, espectáculo mediático competitivo con la élite del máximo rendimiento es el entretenimiento paliativo en este mes de julio para la crisis social, política, económica, sanitaria, que mantiene en incertidumbre a la población en territorio colombiano, con los mega eventos sin público de fútbol Copa América y Copa UEFA, los Juegos Olímpicos y Paralímpicos Tokio 21 que se llaman #Tokio2020.
Los gobiernos en su visión miope como Estado responsable del derecho fundamental al deporte de todos los cincuenta millones de colombianos en un país como Colombia, hacen creer que con mega eventos y atletas de rendimiento élite está cumplido ese derecho y no miran para ninguna otra parte, su foco está en las medallas y podios de los campeones en la cúspide. No están ni tibios. Más del 95% de la población está excluida del derecho efectivo al deporte.
Un examen a fondo sobre la noción e imaginario de la sociedad sobre la trascendencia, valor e incidencia de la práctica deportiva como factor determinante en salud preventiva, bienestar, calidad de vida, desarrollo integral, salud mental, arroja un saldo tan precario similar y proporcional con la realidad de derechos fundamentales como educación, trabajo, salud y participación política. La democracia ciudadana, participativa de la Constitución sigue aplazada por la tenaza que las élites de poder representadas en un ejercicio dinástico endogámico a la usanza de las viciadas monarquías feudales europeas, mantienen para impedir la democratización real en la realización y goce efectivo de derechos. Pruebas al canto, el presidente del gobierno es un delfín, el ministro del deporte saliente es otro delfín político y así la política electoral que controla el actual régimen agresor y excluyente con los jóvenes.
Quienes manejan hoy lo público en un modelo regresivo con prácticas centralistas propias de la constitución de 1886 abolida hace treinta años, persisten en que los colombianos no son todos iguales en derechos, garantías ni participación y hay que someter a quienes no obedecen el ejercicio autoritario antidemocrático de la función pública de Estado. Quienes han estado los primeros 21 años del siglo 21 ejerciendo el poder político desde el proyecto autoritario con alta incidencia de violencia de Estado, han cometido un daño irreparable del cual no son conscientes, han dilapidado, desperdiciado el bono demográfico que solo se da una vez en la vida en una sociedad humana: el cambio de la composición poblacional de mayoría jóvenes para pasar a mayoría viejos.
Ahí los derechos, la inclusión, participación y el goce efectivo de un derecho como el deporte eran esencial. No hubo política pública, no hubo inclusión y participación de la gente en el goce efectivo de este derecho, todo se focaliza en el negocio deportivo de élites que dejan sin beneficios ni seguridad social a los atletas que son mostrados como trofeo en esta realidad.
Hace treinta años fue promulgada la Constitución Nacional de Colombia en julio 4 de 1991, cinco meses después de iniciado el recorrido de la Asamblea Nacional Constituyente para construir un pacto social que sacara del feudalismo, la segregación y la exclusión de la mayoría sin derechos, factores que fueron vistos entonces como causas objetivas de la violencia que atravesaba a todo el territorio desde distintos focos encabezados por el narcotráfico y el alzamiento en armas de grupos rebeldes ilegales.
Ese 4 de julio de 1991 comenzó el tortuoso camino de una Constitución garantista que ha pretendido ser saboteada por las élites que controlan el poder e impiden que se materialice en la vida práctica el espíritu de este acuerdo para la paz, diversidad, inclusión y equidad, fundados en derechos para todos iguales. Eso no lo aceptan quienes hoy tienen el control del Estado para atacar a quienes no están de acuerdo con su visión antidemocrática excluyente y de roscograma político irrespetuosos de amigos.
Colombia no cumple como Estado social de derecho el derecho al deporte de la mayoría de la población y el gobierno no comprende que esta misión debe ser realizada con una verdadera política pública en los niveles locales de gobierno eficiente que hoy permanece en la visión de espectáculo, mega eventos, medallas y todo lo que significa la privatización del erario deportivo, lejos del desarrollo humano saludable de toda la población.
Estamos a veinte días de #Tokio2020 y la élite competitiva colombiana está lista para Juegos Olímpicos y Paralímpicos, participación que el país espera sea más exitosa que hace cinco años en Rio 2016. Los Juegos Tokio 21 son una transición y no prometen grandes avances en marcas y resultados, serán escasos en público, sin turistas y enseñarán como hacia futuro deberán ser proyectados los mega eventos del deporte élite privado con todas las restricciones de este tiempo. Nuestras miradas sobre los Juegos serán sobre las novedades y aprendizajes porque la competencia es incertidumbre total por todo lo acontecido con el desbalance y desajuste del ciclo de rendimiento y la falta de competencia. Esa es la cúspide de la excelencia en rendimiento competitivo, pero nunca fue ni será el derecho al deporte de 7.600 millones de seres humanos que siguen el desempeño de 15 mil atletas élite.
Escrito por Hernando Ayala M. Periodista Proceso EMPATE 21 DISNNET SOCIEDAD PARA TODOS 30_DS.