Dedicado a Ernesto Herrera (q.e.p.d.) y a sus hijos Carlos, Luis Fernando y Liliana.
En días pasados me enviaron un video donde un personaje narra un acontecimiento de sus años de estudiante pobre, describe como un maestro de la institución donde estudió da muestras la gran calidad humana, tal como muchos otros docentes que supieron encarretar a sus estudiantes con las asignaturas que enseñaban y además tenían un gran conocimiento del entorno en que aquellos vivían, maestros que eran grandes líderes comunitarios, que sabían de las angustias y pobrezas de sus estudiantes, que además eran las suyas también, porque esos viejos maestros de escuela ganaban salarios muy bajos y al vivir en medio de una comunidad pobre, también soportaban afugías económicas, y aun así, en medio de sus necesidades, intentaban remediar el hambre de muchos de sus estudiantes; caso muy diferente al de un docente que vive en otra ciudad, se desplaza a su sitio de trabajo y regresa de laborar sin saber en qué situación social y económica viven sus estudiantes.
Hoy quiero rendir un homenaje de gratitud y admiración (aplazado desde que escribí mi primer artículo para el opinadero), a un gran ser humano, gran educador, hombre cabal y honesto como pocos, a quién conocí cuando llegué a la escuela Alfonso López Pumarejo del barrio Boston a hacer mi primaria, allí cursé mis tres primeros años escolares; pasados muchos años tuve el privilegio de matricular a mis dos hijos menores allí mismo, para educarse, corretear en los recreos por sus recovecos, disfrutar la sombra que ofrecía el viejo palo de mango del patio central, es decir, conocer la vieja escuela donde empezó a educarse su progenitor. Por desgracia no conocieron la cancha de “mi escuela” porque esa fue robada por invasores, que construyeron allí sus viviendas.
A quienes llegábamos a “primero chichigua” como lo llamaban despectivamente, nos tocó ser estudiantes de don Ernesto Herrera, un señor al parecer entre cuarentón y cincuentón, quien además de ser el maestro estrella de primero, era el director de la escuela, uno de sus hijos, Fernando fue mi compañero de clases. Todas las semanas, los lunes a las 8 a.m. se hacía una izada de bandera en el patio central, se cantaban los himnos de Colombia, Caldas y Pereira, y se hacía una programa de variedades, recuerdo haber oído a un niño llamado Aquimín cantar una canción que luego supe era el corrido de Mauricio Rosales, También oí a Alberto Giraldo cantar varias veces “Dos Gardenias”; después de la presentación cultural eran llamados al escenario y frente a todo el alumnado, los que habían cometido faltas como tirar piedras y hacer daños, haber jugado futbol en la calle y haber partido vidrios, tirar cauchera y matar pajaritos, y fumar en la calle, todos ellos denunciados por padres o vecinos ante el director; la mayoría de los castigos recibidos eran reglazos en las manos; los fumadores tenían que prender un tabaco, fumar medio, apagarlo, y masticarse el otro medio, esto generalmente causaba vómitos y se suponía era la cura para el tabaquismo; el espectáculo se repetía izada tras izada.
En una ocasión uno de los castigados, un mocetón le gritó al director: ”Ud. es un viejo fariseo y no tiene autoridad moral para castigarnos, porque también fuma”, don Ernesto lo escuchó y sin perder la calma le contestó que dejaría de fumar para tener autoridad para castigarlos; después de ese día y por varios meses el director se ponía un esparadrapo en la boca, y seguramente cada vez que quería fumar se paseaba como un león enjaulado por la escuela, dejó el vicio y nos dio una lección de vida y de hombría, pues respetó el documento más sagrado de aquellas épocas: la palabra empeñada.
Don Ernesto recogía semanalmente donaciones de mercado del estudiantado para entregarles a las familias que estaban en peores condiciones económicas, y la celebración del día del niño (cuya fecha no recuerdo) era todo un jolgorio, hacíamos una la alborada acompañada de tarros metálicos, ollas viejas y otros utensilios usados porque la escuela carecía de la llamada Banda de Guerra, llamada hoy por hoy Banda de Marchas, en dicha alborada desfilaban los viejos maestros con disfraces, uno de los que más recuerdo es el del diablo. Luego se mataba un cerdo en el patio de la escuela y había almuerzo para todos los estudiantes.
Otros maestros que recuerdo son don Rogelio, lombardo Posada, Doña Dagnibia, doña Ana Carvajal y la señorita rosario, todos ellos merecen una placa de mármol como gratitud por su labor docente y, don Ernesto merecería una estatua de bronce por su trayectoria docente y por su autoridad moral y buen ejemplo, porque a pesar que regañaba con un rugido de león era benevolente, y tenía la suavidad necesaria para dar un consejo amistoso, y por ser bondadoso con los humildes del vecindario de la escuela. Dios los tenga en su gloria y ojalá sean recordados por sus grandes ejecutorias y corazones nobles.
En contraste con los personajes anteriores, está la repudiable, vergonzosa y espeluznante historia de la directora de escuela Lucila Inés Gutiérrez, casada con el ex -concejal Luis moreno, que puso la escuela Saque del corregimiento de Riachuelo al servicio de la ocupación paramilitar. “Ésta es la historia de 70 niños sometidos como esclavos sexuales en Santander. En el departamento operó una escuela de entrenamiento militar y de reclutamiento forzado de menores de edad, dirigida por comandantes paramilitares, que abusaban sexualmente de niños”. (Riachuelo, la historia de los niños sometidos como esclavos sexuales en Santander por los paramilitares (m.vangardia.com 25 de Agosto de 2021). Hasta una víctima de asesinato hubo allí, un labriego al que la mujer y su esposo habrían acusado de guerrillero al que los paramilitares enterraron en la huerta escolar, dejando una mano por fuera, que fue vista por los estudiantes; por éste hecho el matrimonio Moreno- Gutiérrez debía responder por homicidio y concierto para delinquir, según testimonios de comandantes desmovilizados, víctimas y residentes en Riachuelo.
Pero lo sucedido allí fue aún más lejos, varios menores fueron reclutados, estudiaban de día y patrullaban de noche, los niños eran reunidos e intimidados para mantener el silencio sobre lo sucedido; se organizaron bazares para los paramilitares, con cuotas obligatorias para los padres y hasta hubo un reinado de belleza con audiencia para, incluso había colaboración de los esposos en secuestros y torturas, pues para esas actividades prestaban su vivienda. Pero sucedió algo aún más atroz, el encubrimiento de la violencia sexual que la directora facilitó, escogiendo niñas para los encuentros con los comandantes, aconsejando a las estudiantes como arreglarse y perfumarse, siendo cómplice y escondiendo los hechos a los padres. Hasta la publicación del artículo en “El Tiempo”, los esposos andaban libres, y su presencia les impedía a los habitantes de Riachuelo superar ese pasado de dolor del que ella fue partícipe y coautora.
“A Riachuelo le pasó lo que a varios poblados del país. En el 2000, el frente comunero Cacique Guanentá, del bloque central Bolívar, se asentó en este corregimiento del municipio de Charalá y estableció un centro regional de operaciones, con instalaciones para el entrenamiento, la recreación y las comunicaciones. Los paramilitares se tomaron hasta el puesto de salud, que dotaron de aparatos de vigilancia, rodearon de antenas y usaron para supervisar los movimientos de la gente. La población de Riachuelo quedó confinada” (El caso de Riachuelo, directora de escuela, “El Tiempo” Miércoles 30 de Octubre de 2013, página 20 por Laura Gil)-
Aunque puede desconocerse la violencia del momento actual, es indignante ver como Caracol, R.C.N. y Claro tv., con evidente mala intención, buscan generar un ambiente de angustia y zozobra entre los colombianos; la violencia ha sido cotidiana y constante en los últimos años en Colombia y no desparecerá de un día para otro. Sí el “mesías Uribe” prometió acabar con la guerrilla en cuatro años, no pudo en ocho, buscó quedarse otros cuatro, y no se logró hacerlo en 20 años de gobiernos de sus seguidores ¿Por qué exigirle a Petro lograrlo en un año? Incluso el denunciado confinamiento de las comunidades en estos días, ocurría en Riachuelo por esas épocas.