Por EDNA CARDONA
En un lugar de la querendona trasnochadora y morena, existió una empresa de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que trabajaba un humilde y noble pereirano de los de camándula y rodilla pelada.
Este noble caballero, a quien por cariño llamaban Don Quique, trabajaba al sol y al agua descargando temibles gigantes de acero junto a su fiel compañero Pancho Sánchez, quien contaba con un contrato directo por la empresa y un muy buen salario con prestaciones; Pancho ahorraba parte de su sueldo, porque soñaba con dirigir su propia empresa, “La isla”, como quería llamarla. Don Quique, por el contrario, trabajaba por horas llegando difícilmente a un salario mínimo, viajaba todos los días en su rocinante caballito de hierro, pues no le reconocían el auxilio de transporte, pero dentro de su imaginario, era una fortuna sus ganancias. Don Quique solo quería ganar el amor de su amada Dulcelina, gerente de aquella empresa, quien se aprovechaba de los sentimientos de Don Quique y lo explotaba vilmente, ya que este noble caballero realizaba las mismas labores que su compañero Pancho.
Cierto día aparece, como del mismísimo infierno, un elegante caballero con melena tan blanca como blanca luna, fue sobre Don Quique y poniéndole en cara, le dijo:
-Explotado eres caballero, si no confiesas las condiciones de tu contrato.
Don Quique sin levantar la visera de su gorra, como si hablara dentro de una tumba, con voz exhausta, dijo:
-Dulcelina es la más hermosa mujer del mundo y yo el más desdichado caballero de Pereira, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad.
El caballero de blanca melena, explica a Don Quique que su amada se valía de sus sentimientos y desconocimiento para que trabajara más por menos dinero, en comparación a su compañero Pancho, y lo que importaba era lo que realmente hacía, más no lo que se había pactado y que podía, por cualquier medio probatorio, echar abajo esta ficción.
Don Quique a causa de la melancolía de verse engañado, se le arraigó una bejuquera que lo tuvo 6 días visitando al inspector de trabajo, quien cual médico, tomó su declaración, como si de su pulso vital se tratara, y le aconsejó, atender la salud de su alma porque la de su bolsillo ya estaba quebrantada. Luego de un silencio incómodo que parecieron horas, Don Enrique despertó y dijo:
-Señores, yo fui loco y ahora soy cuerdo, libre y claro sin las sombras de la ignorancia, que creyó en las leyendas de detestables gerentes tiranos. Ya conozco sus disparates y lo que pesa, es que este desengaño, haya llegado tan tarde.
El inspector de trabajo, pidió a Don Enrique que diese su testimonio para quitar la ocasión, que algún otro gerente opresor resucitase su historia en otro cuerpo y carne, e hiciera inacabables las historias de nobles caballeros pereiranos, verracos y mal remunerados.
Que no muera aquí, el Pereirano pujante que acepta malas condiciones de trabajo, pasando por atembao; que las hazañas de este noble caballero, lo hayan dejado con guayabo, sea usted más avispao, y si hace usted de Dulcelina ¡Deje de ser aprovechao!
Qué bien Edna! Le quedó súper!!! 😃😃
Muchas gracias 🤗
Qué bien Edna!!! Le quedó súper…
Edna…
Primero agradecerte porque gracias a esta historia sacamos un 5 en la materia.
Y segundo decirte que tienes un talento que puedes explorar.
Piénsalo…
Te felicito por esta buena historia
😅
¡Ya está explotando!
Gracias
Como siempre se lo he dicho… Una mujer del renacimiento, polifacética. Muy bien!
Muchas gracias por sus palabras y gracias por leerlo.
Por poco me saca lágrimas en clase de Legislación Laboral, pero verlo publicado es una emoción enorme, nunca dejes de escribir, es hermoso leer lo que produces.
El profesor dice «exposiciones creativas» y en contra de la opinión de mis compañeros, me salgo del molde.
¡Gracias profe!
Le quedó super Edna🙌
Felicitaciones!
Gracias por leerlo.
Señorita Columnista. una columna que hace honor a la buena escritura, exquisitez en la forma como establece la parodia con una ejemplar obra literaria, donde ubica los personajes contextualizados en su quehacer contemporáneo.
que gusto leerla, felicitaciones-
Muchas gracias por sus palabras, me complace y emociona mucho que haya sido de su agrado.