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El abrazo de don Antonio Bolívar

Por: Germán Ossa, Geross

Cine para El Opinadero

Lamentablemente estamos participando de una película del género documental muy aterradora, en la que nadie jamás había pensado. Una en la que la muerte se convierte en el pan de cada día, y en la que un virus, la television, la prensa y las suposiciones de los sobrevivientes, son su soporte teórico.

Una en la que, sin darnos cuenta, jugamos como protagonistas, destinados a desaparecer, sin cobrar por la “actuación”.

Los espectadores de esta cinta, es decir, los sobrevivientes dos o tres o quién sabe cuántos años después, sabrán de nosotros cosas, como nosotros sabemos de los que ya se han ido yendo, cuando ya editada, la vean en las nuevas pantallas de Hollywood y del resto del mundo, libres del covid 19.

Cantantes, actores de teatro, televisión y cine y más de 60 mil seres de este mundo, anónimos,  que ya se han ido, apenas empezando a grabar este aterrador filme, y que tuvimos oportunidad de conocer en carne y hueso o en programas de radio y televisión o en periódicos y revistas, ya (y tan temprano), han pasado a la historia.

Sentimos el sonido del lloriqueo de los familiares cercanos y se nos humedece el ambiente y nos vamos volviendo cada día más resistentes al dolor, de pronto porque no nos ha tocado nuestra participación, pero el dolor está por ahí, asomándose sigiloso.

¿ Quién iba a creer que Don Tiapuyama, es decir, Don Antonio Bolívar, el Karamakate de “El abrazo de la Serpiente”, a sus 75 años, quien conocía por su condición de “Chamán” de verdad, los secretos de la vida, iba a sucumbir por la ira de ese maldito microbio? Que un potente sabio indígena que hablaba perfecto el español, huitoto, bora y portugués, ¿moriría tan temprano? Creemos que los autores del guion, es decir, los chinos, se lo tenían guardado.

Si Don Antonio Bolívar se nos fue tan fácilmente, qué diremos los demás mortales que lo único que sabemos hacer es escondernos en una cama de una pieza y dentro de una casa y dejarnos mimar de la dueña de ella, que no sabe más que pensar en los alimentos y los “cuidados caseros” que nada tienen que ver con la ciencia, que en esta película serían los buenos, los enemigos del terror, del mal, de los criminales ?

Don Antonio se nos queda por ahora en la memoria de los que sobrevivimos, por su papel en esa cinta (El abrazo de la serpiente) que está basada en los diarios del biólogo estadounidense Richard Evans Schultes y del etnólogo alemán Theodor Koch-Grünberg, quienes a principios del siglo XX viajaron al Amazonas en busca de una planta que hace soñar. En ella trabajó además con el otro actor natural indígena Nilbio Torres, de la etnia Cubeo del Vaupés (quien hace su a personaje joven).

«Agradecemos la vida de don Antonio, visionario, pionero, sobreviviente y contador de las más bellas historias amazónicas, símbolo de orgullo para los pueblos indígenas de Colombia y de toda la Amazonía, quien con su voz inspiró y despertó el espíritu y la conciencia de miles de espectadores y artistas alrededor del mundo», dicen muchos de sus coterráneos.

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