Diversas culturas de Occidente despiden el año con la Nochevieja significando el final de un ciclo y el comienzo de otro, lleno de expectativas por lo que el Año Nuevo pueda depararnos, dejando atrás todas las vivencias negativas. La Nochevieja o víspera de Año Nuevo es la última noche del año en el calendario gregoriano, celebrado el 31 de diciembre en la inmensa mayoría del mundo, con diferentes y variadas costumbres como las uvas en Argentina, México, España y nosotros, a más de la puesta de ropa interior de variados colores en países de América Latina y, por supuesto, la quema del muñeco que simboliza la desaparición del año viejo, cuyo momento culminante con la cuenta regresiva, marca las 12 de la noche entre fuegos artificiales, brindis, lágrimas y abrazos. En apartes borrosos, alcanzo a recordar al escritor uruguayo Eduardo Galeano en “Los Hijos de los días”, afirmando que Jesús, siendo proclamado hijo de Dios por sus seguidores, no tenía cómo celebrar su cumpleaños por no saber el día de su nacimiento. Ante los abundantes escritos evangélicos anunciando su llegada, en el año 354 los cristianos de Roma decidieron que él había nacido el 25 de diciembre, dando crédito a una de las festividades más celebradas en el siglo IV como era la del 25 de diciembre; “día del nacimiento de Cristo en Belén de Judea”. Valga aclarar entonces que no siempre el año se midió igual. En tiempos del Imperio Romano por romper la tradición que mandaba celebrarlo al comienzo de la primavera que en Roma empezaba en marzo, el nuevo milenio nació el 1° de enero. El 31 de diciembre, desde el punto de vista de la astronomía, ciencia que regía las fechas en ese entonces, no ocurrió nada especial para decidir que allí terminaba el año. ¿Y por qué cambió entonces? Una de las razones más debatidas y tenida por cierta, tiene que ver con las legiones romanas que tuvieron que marchar al enfrentamiento en España, siendo Numancia el escenario de la guerra más larga que Roma haya librado en toda su historia, encontrándose aun restos de la resistencia española. A partir de ese momento el año empezó a celebrarse el 31 de diciembre, día en que alzamos la copa, así no sepamos por qué. En realidad, brindamos en homenaje a los valientes, a los que resistieron contra lo que en aquél tiempo era el imperio más poderoso del mundo. Como lo sintetizó el propio Galeano: “Brindamos para que sigan naciendo los libres y los años”. El inicio del Año Nuevo es la oportunidad perfecta para renovarnos, dejando atrás el pasado, aprendiendo de las experiencias y mirando el futuro con optimismo. Es el momento de reflexionar sobre los logros, los desafíos superados, estableciendo nuevos propósitos a alcanzar y llenarnos de coraje para seguir en nuestra eterna lucha. Al alzar la copa mañana, sentimientos encontrados se agolparán en nuestras mentes. Tristeza, por saber que Petro continuará ocupando la Casa de Nariño, pero alegría por saber que ya es un año menos y eso es mucha ganancia. Malhaya sea el día en que fue elegido. Ya no nos queda sino año y medio para aguantárnoslo. Como decían los viejos: “hay que hacer de tripas corazón”. Salud y paciencia.
Alberto Zuluaga Trujillo. Alzutru45@hotmail.com
AÑO NUEVO? El factor de la dimensión tiempo, sigue siendo exactamente igual, porque son los hechos que se dan, lo que marcan la cronología del tiempo como tal. Interesante y con sapiencia suya, el entender como se da inicio a un nuevo año. Me gustó mucho esta columna ya que toca con esto de contabilizar los días que se han ido, los que están tocando a las puertas del presente y los que esperamos vivir. Las experiencias de como despedimos un año viejo y recibimos el nuevo estan sobre la mesa de celebración, procurando y deseando que la vida que tenemos, la asumamos con la nobleza de un espíritu de buena calidad.