Es indudable que una de las aventuras científicas más apasionantes de los últimos siglos, ha sido el estudio del Universo: el logro del conocimiento de su origen, su forma y su desarrollo.
Albert Einstein indudablemente ha tenido una gran relevancia para la física, con su teoría de la relatividad espacial; hipótesis que reforma la gravitación de Newton, que afirmaba que era causada porque el espacio-tiempo estaba curvado. Einstein sugirió al principio que el Universo era una superficie esférica tridimensional y, por tanto, con curvatura constante. Sin embargo, las ecuaciones de campo implican una dependencia del tiempo, pero, como no había evidencia de ello, Einstein añadió un término más a las ecuaciones para eliminar tal dependencia. Dicho término se denominó la “constante cosmológica”. De este modo defendía un modelo estático del Universo.
Años mas tarde aseguraría Einstein que la constante cosmológica, sería uno de sus mayores errores de su vida; ya que este factor creaba una antigravedad repulsiva que se equilibraba con la fuerza atractiva de la gravedad. Esto es lo que convertía al universo en estático.
En el año de 1917, Willem de Sitter, un físico danés, vio que era posible encontrar una solución extraña a las ecuaciones de Einstein: ¡un universo completamente vacío de materia que se expandía! Todo lo que se necesitaba era la constante cosmológica, la energía del vacío, para mover un universo en expansión. La energía oscura lo impulsaría hacia adelante.
Alexander Friedmann y el sacerdote católico belga y astrofísico Georges Lemaître, de manera independiente demostraron que un universo expansivo es una consecuencia directa de las ecuaciones de Einstein, en la que desaparece la constante cosmológica. Friedmann obtuvo una solución de las ecuaciones de Einstein partiendo de un universo homogéneo e isótropo cuyo radio se expande o se contrae; llegando a la conclusión que el universo a tenido un comienzo singular.
Lemaître, es el primero en afirmar que el universo ha tenido un origen en una explosión. Si el universo se expande a un ritmo determinado, se puede invertir esta expansión, pudiéndose medir y calcular aproximadamente cuando se inició esa expansión; llevándonos todo esto a afirmar no solo que el universo no solo tuvo un inicio, sino que podemos calcular su edad.
Lemaître pionero de la concepción nueva del cosmos, parte de la teoría del “átomo primigenio” lo que hoy se conoce como teoría del Big Bang. La descripción de la relatividad, nos posibilita comprender que la expansión del universo es tal, que es el propio espacio que se expande, donde los objetos que participan en ella se alejan entre sí, sin alterar la estructura espacio-temporal; lo que nos lleva a no poder situar el centro de la expansión en ningún lugar concreto, lo que se suele llamar la nueva revolución Copérnico del siglo XX.
Lemaître, científico creyente fue un apasionado y competente investigador de las ciencias y no veía conflicto alguno entre sus descubrimientos y su fe, antes bien pensaba, éstas se complementaban armoniosamente. Solía decir el sacerdote jesuita: “La ciencia es bella, merece ser amada por ella misma, pues es reflejo del pensamiento creador de Dios”. Siempre tuvo la certeza que la verdad desde el punto de vista de la salvación y desde la certeza científica, siempre conducían a la verdad; la ciencia y la religión, nunca lo indujeron a cambiar de opinión, ya que jamás utilizó la ciencia en beneficio de la fe haciéndole decir a la ciencia algo más de lo que es capaz.
Siempre miró del Big Bang como congruente con la Creación, pero a la vez estaba convencido de que ambas eran caminos autónomos, diferentes y complementarios que convergen en la verdad última.
Toda hipótesis científica sobre el origen del mundo, como la de un átomo primitivo del que procedería el conjunto del universo físico, deja abierto el problema referente al comienzo del universo. La ciencia no puede por sí misma resolver dicha cuestión: hace falta ese saber del hombre que se eleva por encima de la física y de la astrofísica y que recibe el nombre de metafísica; hace falta, sobre todo, el saber que viene de la revelación de Dios, afirmaba Karol Wojtyla del científico y sacerdote Lemaître.
Padre Pacho
No deja usted de sorprenderme cada ocho días con el tratamiento que da a tantos temas en función de la fe y las creencias;aprendo más con usted que con todos los demás teorizantes.
Cuando harás una compilación de tantos temas y publicarlo en un libro?