Por LUIS GARCÍA QUIROGA
El alcalde Maya recién pidió la renuncia a su equipo de colaboradores más cercanos. ¿Cuándo y por qué un gobernante hace cambios en el gabinete?
El caso sirve para ilustrar el anacronismo de “solicitar renuncia masiva de gabinete” pues la Constitución y la Ley facultan al gobernante para cambiar a discreción los colaboradores que en la administración sean de libre nombramiento y remoción.
Técnicamente no se entendería el retiro de un buen funcionario cuando apenas lleva un año al frente del cargo para el cual se exigió un estudio previo. O el funcionario es muy malo, o no está dando la talla; o no le dieron espacio para brillar.
“Ese secretario es muy malo” dijo cierto alcalde en una charla en la cual estuve. Recuerdo que una secretaria -por cierto muy competente- le dijo duro pero con respeto: “Alcalde, la culpa es suya porque usted lo nombró”.
Así, las razones del mandatario para el cambio pueden ser de diferente índole, siendo la más razonable que se haya equivocado en la selección y los funcionarios no funcionen. Por ejemplo, como todo se sabe, trascendió que recién posesionado, el gobernador pidió la renuncia de un alto funcionario denunciado por pedirle a un contratista el 10% de una millonaria adición a una obra vial.
Podría ocurrir también que el secretario, subsecretario o mando medio esté sobreactuado o tenga demasiado brillo propio, lo que no parece posible en el gabinete de Maya. Por algún motivo, allí las estrellas -con una o dos excepciones- aún carecen de brillo propio.
En alcaldías y gobernaciones suele ocurrir también que el funcionario obedece, pero no cumple. Eso sucede cuando una es la orden del gobernante y otro el deseo de los insaciables líderes de barrio/concejales/diputados/congresistas verdaderos dueños de los votos y de la cuota burocrática. Ellos son los que dicen cómo es la vuelta. Así funciona la pandémica política parroquial y es lo que hace que los buenos funcionarios hagan por la ciudad y la región menos de lo que deberían hacer.
Si los resultados se están dando como dijo Maya en su informe de gestión de primer año de gobierno, no habría razones para cambiar la alineación. Cuatro años de mandato es muy poco tiempo y lo ideal es la estabilidad. Equipo que gana no se cambia. Y menos cuando un funcionario (salvo que sea una fiera) en un año apenas está conociendo las entretelas de sus responsabilidades.
En sana lógica, siendo esta alcaldía la de “El cambio continúa” tal como la promocionó su estratega, habría sido ideal mantener la misma alineación asegurando la consolidación de un gabinete conocedor del terreno y con experticia en el tejemaneje público. El conocimiento y la experiencia son dos activos valiosos a la hora de buscar resultados de alto impacto en cualquier administración pública o privada.
Tener caras nuevas en los viejos carros oficiales no parece ser bueno para una ciudad como Pereira que viene reclamando que la alcaldía pase (sin excusas) de la fase de obras de mantenimiento a las de crecimiento y competitividad.
Así pues, salvo que el mandatario tenga serias objeciones o insatisfacciones que hagan menester el cambio de funcionarios, las caras nuevas en el gabinete son solo un pretexto para que cumpla ciertos compromisos que, en honor a la verdad, son del costurero de la politiquería inevitable en nuestro sistema electoral con mañas como la de comprometer puestos, contratos, concesiones y otros privilegios (mermelada) a cargo del erario, porque hay que decirlo: los gobernantes están secuestrados por sus “benefactores”.
Conocí un candidato que en campaña no quiso compromisos de esa naturaleza y le dieron una pela electoral al estilo del estupendo bolero de Tito Rodríguez: Inolvidable.
Un amigo muy observador me dice que “el Covid de la política son aquellos líderes que tienen más de 50 votos y se creen la cepa que hace metástasis sobre toda la administración pidiendo, exigiendo, presionando y claro, contagiando; y cuando no consiguen lo que piden, amenazan con irse con otro político, creando así, una nueva cepa para seguir contagiando ”.
Así funciona el sistema que ellos no inventaron. Si no fuera raro, sería exótico el caso en el que un funcionario sea cuota exclusiva del gobernante. Bien porque sea un amigo leal y de entera confianza; o porque sea alguien altamente competente que el mandatario de buen juicio considera necesario en el logro de sus buenos propósitos.
Pero hay un factor que no podemos pasar por alto. Es el cambio del mapa político, detrás del cual se ocultan las aspiraciones y movidas del ajedrez burocrático y por supuesto, los cálculos electorales que apuntan a las apetecidas curules en el Congreso. Por eso hay que esperar que los anunciados cambios de gabinete sean un hecho; y se determine la marca y el color de las nuevas caras en los viejos coches oficiales. Por ahora, carezco de argumentos para oponer, pero un cambio de gabinete es música para los ángeles porque a unos ya les dieron y la cola de los que faltan, es larga.
Una verdera paradoja: Los programas y proyectos propuestos en el PDM marchan bien según informe de gestión del Alcalde pero es necesario cambiar a quienes lideran los procesos!.
Quisiera pensar que falta más eficiencia y efectividad y eso es lo que el Alcalde Maya desea ver. Es decir, su equipo de secretarios no va al ritmo que desea. Amanecerá y veremos de quién es la culpa.
Hay que cuadrar las cuotas burocráticas y atender compromisos adquiridos, es el ajedrez político. En el sano criterio de la administración privada eso no es válido, porque lo bueno hay que mantenerlo porque está contribuyendo al cumplimiento del propósito organizacional. En la administración pública, lo más seguro es la inestabilidad laboral. Es un que madero. Pasan los funcionarios sin pena, ni gloria.