La uva es, después de la naranja, la fruta más cultivada en todo el mundo, además de que se cuenta con aproximadamente 4.000 variedades, pero infortunadamente, solo una pequeña parte de la uva producida se consume como fruta, ya que la mayor parte se destina a la fabricación de vino.
Su nombre científico es Vitis Vinifera o también conocido como fruto de la vid y pertenece a la familia de las vitáceas. Dos tipos de nutrientes se destacan en la composición de la uva: los azúcares y las vitaminas del complejo B; y por el contrario, su aporte en proteínas y grasas es muy poco. Las proteínas, aunque en pequeñas cantidades contienen todos los aminoácidos esenciales y los minerales están en cantidad variable.
Los azúcares de la uva son la glucosa y la fructosa que se encuentran en una proporción del 15 y el 30% dependiendo el clima donde sea cultivada. Su riqueza en vitamina B6 tan solo es superada por frutas tropicales como el aguacate, el plátano, la chirimoya, la guayaba o el mango y adicionalmente las vitaminas Bl, B2 y B3 se encuentran en cantidades apreciables.
Todas estas vitaminas cumplen, entre otras, la función de metabolizar los azúcares facilitando que las células puedan «quemarlos» químicamente y aprovechar su energía. Adicionalmente encontramos minerales como el potasio, el cobre y el hierro, además de fibra y otra serie de elementos fitoquímicos, como son ácidos orgánicos, flavonoides, resveratrol y antocianinas por citar algunas, todas ellas con grandes efectos antioxidantes a nivel del sistema cardiovascular.
Entre sus principales indicaciones podemos citar las siguientes: afecciones cardíacas en general, ya que el aporte de energía en forma de azúcares favorece la contracción cardíaca, además también por su contenido en potasio, calcio y magnesio.
Las investigaciones realizadas con la uva y su jugo muestran que ambos son capaces de dilatar las arterias, hacer que la sangre circule más fluida sin que se formen coágulos e impedir que el colesterol se deposite en las paredes de las arterias.
El vino tinto también ejerce estas mismas acciones, debido a que conserva parte de las sustancias activas presentes en la uva, aunque el jugo de uva sin fermentar, llamado mosto, contiene las mismas sustancias cardio protectoras que se encuentran en el vino, pero en mayor concentración y sin el inconveniente del alcohol etílico.
La tendencia de la sangre a formar coágulos dentro de las arterias o venas puede reducirse con el consumo de uva, jugo o pasas y estos es especialmente importante para quienes hayan sufrido un accidente vascular cerebral o que tengan riesgo de padecerlo.
En el caso de la anemia por falta de hierro, la uva es una de las frutas más ricas en hierro y su absorción se ve favorecida por la presencia de la vitamina C presente en la misma uva.
En afecciones hepáticas activa la función desintoxicadora del hígado, aumentando la producción de bilis y mejorando la circulación del sistema arterial de dicho órgano, por lo que conviene en los casos de cirrosis.
En casos de gota o exceso de ácido úrico es un eliminador de éste a través de los riñones, ya que tiene acciones alcalinizante y diurética.
El resveratrol contenido en la uva, y especialmente en su piel, ha mostrado experimentalmente ejercer una acción antitumoral, y aunque el uso de esta sustancia en cáncer se halla todavía en proceso de investigación, se recomienda el consumo abundante de uva como medida complementaria a todos aquellos que hayan sido diagnosticados de esta enfermedad o a los que presenten un riesgo elevado de padecerlo.
Existe un método de desintoxicación de la sangre muy conocido en base a la uva, en donde se consume por determinado tiempo según lo indique el médico y cuyo efecto se va a ver potencializado cuando se asocia con ortiga, diente de león, mora y fresa. Así pues, ¿qué espera para empezar a consumir uva?