Si vamos de los efectos a las causas, debemos empezar por mencionar que cuando uno se entera de los comportamientos inadecuados de nosotros los seres humanos no queda menos que sentir lástima por uno mismo; sobre todo cuando recordamos que hemos tenido momentos en que nos jactamos de ser rectos y correctos.
Los titulares en las páginas judiciales de la región, en los recientes días, señalando equivocaciones de personas «emproblemadas» ya por sus vicios o por sus necesidades o por simple ignorancia nos presentan el caso de un conocido fraile que resultó denunciado y acusado por presunto acceso carnal abusivo en la dignidad de dos niñas que frecuentaban la parroquia donde oficiaba.
Este hecho, el efecto o la consecuencia, se repite a diario en distintos sectores del planeta; pero que por ser común o de variada repetición, no quiere decir que sea aceptado por la lógica ni por la razón. Y si se volviera normal por su misma repetición no resulta lógico ni razonable para el espíritu sabio que sabe distinguir lo conveniente o no de sus actuaciones.
¿De dónde proviene esto?
El espíritu u origen que creó la vida y, por lógica, es el creador de todos nosotros, espíritus aquí encarnados, dispone la multiplicación de la especie. Los seres humanos determinan en su libre albedrío cómo cumplir esa ley de la procreación y aunque el mismo hombre haya creado métodos de anticoncepción o de eliminación de aquello ya procreado, se imponen los nacimientos y la vida continúa; el espíritu encarna, toma forma, se impone y aquí estamos.
El campesino sabe que la tierra constantemente avanza; él le arranca la maleza y sabe que lo debe seguir haciendo. El ejemplo de la Naturaleza es la demostración obediente de la vida y el apego a esa norma que la cubre: Dar vida, generar vida, siempre crear, avanzar, dar frutos.
Pero, un día, a un hombre con liderazgo religioso se le ocurrió decirles a sus curas que debían alejarse de las prácticas sexuales, declararse puros y castos, manifestar que el sexo es malo, anunciar que los 3 enemigos del hombre son el mundo, el demonio y la carne, crean sitios para que hombres y mujeres vivan alejados de esas tentaciones de la carne, y dan a entender que aquello que más les atrae por naturaleza es algo anormal, desconociendo que han sido paridos por la unión sexual, por ese mismo sexo.
Su celibato es una horca, su propia horca. He ahí la causa.
Esa materia que reprimen es la misma que les reclama su satisfacción. ¿Por qué no se consiguen mujer o compañera permanente para demostrar su hombría?
Porque se contradicen y los expulsan de su religión y porque se van para el infierno ¿Cuál infierno? Claro, el de sus propias conciencias que, como espejos, los señalarán y temen ese juicio, su propio juicio que inapelable los hará sufrir; ese sí es su infierno. Por qué no le pagan a una mujer hecha y derecha, trabajadora sexual o no, para que les satisfaga sus deseos carnales normales. ¿Normales? Sí, normales y naturales.
¿Tienen que satisfacer ese deseo natural y reprimido con niños y niñas? ¿Tienen que violentar cuerpecillos que han venido a ser guiados por el bien y resulta que quien los guía es el encargado de «escandalizarlos»?
Cada vez que escucho que un cura renuncia porque se casa, me alegra; me regocijo y pienso que el bien avanza. Y, aún más, si viera a un cura en ejercicio en relación amorosa normal con una mujer hecha y derecha y que los dos se aceptan y se corresponden y se satisfacen sexualmente me parece lo más normal del mundo y porque así debería ser. Y ojalá, más temprano que tarde, su jefe mayor les diga que hay libertad para actuar como aquí lo manifiesto y les aseguro que eso tendrá más aceptación que obstáculos, porque el bien avanza.
Y si tienen hijos y los crían respondiendo por ellos como buenos hombres, eso sería mejor visto que todo lo que tienen que ocultar hoy día y han ocultado siempre. El mundo, como casa que habitamos no es nuestro enemigo. El demonio ¿cuál demonio? Alguien me preguntaba ¿en dónde está que no lo he visto? La carne… claro, se refieren al cuerpo humano y desde allí viene su propia mordaza, de cuyo llamado no se pueden eximir y los hechos naturales lo demuestran.
Por eso, cuando el pene se pone erecto y se proyectan fantasías, a estos hermanos curas más les serviría tomar 50 mil pesitos (de los millones que reciben a diario) y «moteliar»; satisfacer su pasión y no violentar materias puras, que ya adultas podrán decidir qué hacer. Y que aun siendo adultas no se deben violentar. El amor carnal es un derecho para la misma materia, pero no engañando a niños y niñas.
Apreciados lectores ¿Y saben qué es lo más curioso de todo este desahogo? Que no me declaro en contra del hombre guía religioso sino de sus procedimientos equivocados y de sus ideologías que se contradicen. Mi razón me dice que son mis hermanos también y que cuando se comportan como abusadores sexuales están enfermos y necesitan sanarse; en este artículo les señalo el cómo pueden tener una vida más llevadera.
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Gerardo Calderón, comunicador social periodista.