El desprecio por los pobres

Por: CARLOS ALFREDO CROSTHWAITE FERRO

Está demostrado que para el 2017 la DIGER identificó en grave riesgo, de acuerdo a las amenazas priorizadas, a 26.219 viviendas habitadas por 102.556 personas. Entre los soportes de la DIGER están censadas y localizadas las 280 familias que ocupaban los predios recuperados en San Isidro, corregimiento de Puerto Caldas, que fueron desalojadas y hoy, en su gran mayoría, están asentadas en un albergue provisional ubicado en la Plaza de Ferias de Cerritos. Y también están 1.000 familias de Caimalito, afectadas por inundaciones, y cuya institución educativa Gabriel Trujillo, no ha sido intervenida a pesar de sus graves daños estructurales, no obstante orden de tutela de finales del 2019.

En este orden, la ausencia de planes y proyectos específicos por parte de la alcaldía, para dotar de techo digno a miles de personas asentadas en estos y otros lugares donde habitan hace ya muchas décadas, en estado de pobreza y riesgo para sus vidas, en particular en este último corregimiento, obligó a que más de 450 familias que esperan hace más de 20 años la materialización de un plan de vivienda en el predio PINDANÁ, ocuparan estos predios. Y construyeron allí humildes ranchos donde aspiran tener el derecho a la vivienda digna que la constitución en su artículo 51, les debe garantizar. 

Así pues, alcaldía, concejo y organismos de riesgo están avisados de la situación inhumana en que se encuentran miles de familias integradas por personas en estado de vulnerabilidad y pobreza extrema en toda la ciudad. Y nada han hecho para asegurar la seguridad territorial, los derechos e intereses colectivos, y mejorar la calidad de vida de sus comunidades. Para una muestra, en 1986 se elaboró el Plan de ordenamiento, prevención de desastres y saneamiento ambiental del río Otún, a raíz de la actividad del Volcán Nevado del Ruíz en 1985. Mostrando las viviendas en grave riesgos geológicos, hidrológicos y acciones antrópicas en el tramo urbano del río Otún, no obstante, las únicas acciones adelantadas son las amenazas veladas y permanentes contra los habitantes de esta zona acerca de que prontamente serán expulsados de sus viviendas y sus casas demolidas.

Ante lo anterior, se configura un hecho peculiar, a medida que aumentan los costos de la politiquería, crecen los indicadores de pobreza y vulnerabilidad. Esto se explica porque mantener el poder local en manos de los mismos personajes y clanes políticos que lo han usufructuado para su beneficio desde los inicios de los noventa del pasado siglo, demanda grandes sumas de dinero. Y para esto ponen la función pública, el presupuesto de rentas y los gastos, al servicio de mafias y círculos de poder económico local que han venido manejando y direccionando las decisiones en materia de priorización de la inversión, y no en solucionar nuestros graves problemas como la falta de vivienda digna para los ciudadanos con mayores necesidades básicas.

De modo que a estos grupos para nada les interesa derrotar la pobreza y dignificar la existencia de decenas de miles de personas que habitan el territorio en condición de pobreza extrema. Prefirieron invertir los recursos, incluidos los de la privatización de nuestro patrimonio, en proyectos inviables como el Parque Ukumari, donde gastaron decenas de miles de millones de pesos y se llevó a cabo un festín de corrupción incalculable. Inversión similar para satisfacer egos y montar negocios para contratistas, es el proyecto del Megacable, financiado con recursos de la liquidación de INFIPEREIRA y de un crédito con FINDETER, proyecto sin cierre financiero y que demandará cuantiosos recursos para su operación y cancelación del crédito. Ahora anuncian una nueva vía al sector de expansión de Cerritos financiada con recursos del presupuesto municipal.

Como se puede ver, antes que invertir en viviendas para los pobres, la dirigencia política que invadió el poder público, invierte es en negocios que les garantice renta para ir después a cambiarla por votos que les permita seguir en el poder.  Y luego, como Maya, muy envalentonados, ordenan sacar la gente humilde a garrote porque a falta de vivienda, invaden terrenos. Demuestran de esta forma su desprecio por los pobres y su permanente utilización solo para fines electorales.