Por Jerson Ledesma
El escenario de la argumentación y del esfuerzo en la interacción simbólica es el ensayo, que tiene como protagonista a un hombre denominado ensayista quien plasma unas ideas equivalentes a alguna relación con los hechos que rodean el mundo; sin embargo, su intención comunicativa está provista de alguna base teórica, la cual permitirá evidenciar reflexiones anteriores que contribuirán a alguna novedosa propuesta.
En el medio nacional, en el quehacer de la educación superior es muy frecuente que los estudiantes hallen en estas instancias un ensayo demoledor que les indilgue algún castigo en la construcción de sus ideas, por lo tanto, pasan las horas intentando develar qué estructura oracional se acomoda a la superficie del texto, si tal palabra encaja en la estructura y si se está referenciando acertadamente a un autor determinado.
El asunto, es que el ensayo puede describirse como un equilibrio de poderes establecidos entre un ponente, un mundo referido y unas constancias teóricas que sostienen la exposición de las ideas.
Fernando Vásquez Rodríguez (2012) en su obra: Pregúntele al ensayista expresa que este encuentro se tensa en la exploración de mecanismos que conduzcan un fin social entre las partes reunidas en la argumentación.
“Por supuesto, definir el ensayo como un género híbrido puede permitirnos explorar en una idea derivada la escritura en tensión. Tensión porque al poner en relación dos fuerzas, con igualdad de intensidad, la vida misma del ensayo es compleja”.
Lo anterior, significa que la posición del ensayista para intentar defender su tesis pasa primero por la calificación que pueda lograr su relación con los fenómenos a los cuales intenta aproximarse; entonces, explica una proposición, producto de su interés por las realidades que lo circundan, busca generar aportes y tensar principios de apoyo con voces del pasado.
Ensayar es un atrevimiento gnoseológico de un hombre que experimenta por medio del cultivo de la razón, la vocación histórica que se imprime es innegable, quizá esto último sea de los aportes más interesantes del ensayo; ya que el pasado se asume con probabilidades de allanar en el presente nuevas rutas de análisis y estudios. Por último, en la tarea de la escritura es preciso pensar que los fallos serán frecuentes, ante ello, la preparación psicológica es inminente: escribir, borrar, escribir, luego leer para ajustar las ideas que se sostendrá en el ensayo, este como principio de la argumentación.