No hay una verdad absoluta, y ésta es toda la verdad. Lo que para ti es cierto, para alguien más puede no significar nada. Lo que para ti es vida, para otra persona, puede ser muerte. El mundo en el que vivimos es la recreación constante de nuestras creencias, propias o aprendidas; la ratificación de nuestros ideales, la confirmación constante de una realidad única e indivisible. Somos a nuestro mundo, lo que las acciones propias a nuestro ser. Este mundo que vemos, tiene colores diferentes según el observador, es soleado y cálido o frío y lúgubre, dependiendo de la elección de quien lo contempla. La realidad irrefutable de la sensación calurosa en un día de verano, no implica que el sol haya salido en el mundo de todos. Vivimos realidades paralelas que se cruzan eventualmente con quienes coincidimos en el camino; en ocasiones somos el sol que calienta, o la tormenta que destruye. También podemos ser la lluvia que humedece y prepara la tierra, o el arcoíris que asoma en la colina después del aguacero.
Imagina que es una mañana lluviosa y te levantas antes del amanecer. Miras a través de tu balcón el frondoso árbol al otro lado del cristal. El sol se esfuerza por besar las nubes, mientras en su infructuosa lucha, las aves cantan con regocijo porque la lluvia toca sus plumas. Oyes un canto de alegría, una sonrisa escondida en cada silbido. Ves pasar al otro lado, una mujer afanosa y molesta porque la lluvia arruinará su peinado, y una madre que regaña a un niño que se detuvo a brincar en un charco. Ves al anciano de pasos cansados sonreír con su mirada, y al joven desprevenido que va al colegio, mirar su celular sin percatarse del mundo que lo envuelve. Ves el mundo de los otros e incluso tu propia realidad. Es un hecho que llueve, pero mientras el agua es incomodidad, también es felicidad. Moja, sí, pero lo que causa ese hecho, alegría o amargura, sólo existe en tu mundo.
El mundo que vemos no es una realidad; es la abstracción de lo que llevamos por dentro. Es generoso u hostil, liviano o insoportable. El mundo que ves, es real sólo para ti, nadie puede mirar a través de tus ojos, y nadie puede entrar en ellos para cambiar lo que ves. Lo que ves del mundo es inherente a lo que eres en esencia. Las flores coloridas que se abren alegres, o el polen que te causa congestión. Cada persona es un mundo, cada persona construye su mundo, o ciertamente, lo destruye. Creo firmemente que quienes no encuentran alegría en hechos triviales, están observando el mundo con los ojos equivocados. Porque la vida es eso que pasa, mientras se nos pasa la vida. Es cada amanecer y cada luna naciente, cada estrella en la noche y cada nube en el cielo, cada viento que sopla, cada rayo que quema, cada perro que ladra, cada ave que canta, cada gota que cae, cada flor que se abre, cada fruto que nace. No es lo que te sucede, es lo que sucede mientras te detienes a pensar en lo que te pasa a ti.
No hay una verdad absoluta, y ésta es toda la verdad. El mundo que ves es la definición de quién eres. Todos tenemos estaciones, pero hay un clima que prevalece.
Hola Maritza,me gusta la paradoja que muestras sobre la verdad,muy interesante punto de vista.
Gracias por el comentario Jeanet. Un abrazo
Hola Maritza, aquí estoy otra vez disfrutando de tus miradas continuamente tanto interesantes.
Comprendo y comparto lo que escribes, porqué pienso que no tenemos solo 2 ojos, però almeno 4, totalmente relacionados.
Dos dos de bajo a la frente
y dos en el corazón que pintura nuestros dias.
Un abrazo desde Italia.
Un abrazo Carlo. Gracias por tomarte el tiempo para leer!