Fundado el 9 de febrero de 2020
LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadEl Oro y el moro.

El Oro y el moro.

Escampavia.

         Dijo Papini “El Oro es el estiércol del demonio que me contamina el alma con su hedor y putrefacciones” y se le atribuye a Pablo Escobar: “no existe en el mundo una sola persona a la que le guste más la plata en efectivo que a un hombre o a una mujer de izquierda”, agregamos  que es el dinero el motor que mueve a  la humanidad  y la avaricia y el egoísmo, el sentimiento subyacente en los enormes capitales que viven en el país de la fantasía.

         Este es el gobierno de los contrasentidos; el vivir bueno y la defensa del ambiente, sus propuestas bandera, chocan con el dinero que se encuentra al otro lado de la ecuación, dado que, en el proceso de conseguirlo, toma decisiones que van en contravía de lo prometido.

         Como la premura por el dinero no puede esperar a que la empresa privada, los emprendimientos, o la explotación de los recursos naturales lo generen, mata a la gallina de los huevos de oro, gravando a todo y a todos, para atender a su floreciente  burocracia, a sus electores, a los desposeídos, y entre los delincuentes  para pagar esta nueva propuesta de paz, misma necesaria porque la anunciada en La Habana fue una ilusión frustrada.

         San Andrés, como al resto de la Colombia que vive del turismo, siente el golpe de los pasajes caros, de los impuestos al alojamiento, a los restaurantes y a la falta de dinero en manos de la gente del común, a lo que se suma el regreso al pasado, cuando viajar por las carreteras era un peligro inminente, resulta en que los viajeros prometidos naufragaron en el contrasentido de la alternativa de prosperidad, a la realidad de la silla vacía.

Mejorar las condiciones para los doce millones de empleados y trabajadores empleados formalmente, imponiendo nuevas obligaciones a sus empleadores, es bueno para quienes logren conservar su trabajo, pero un contrasentido para los treinta millones en edad de trabajar excluidos de los nuevos beneficios, a los que sumarán los nuevos desempleados, así se favorece a unos, mientras se reduce a muchos más, a depender del estado limosnero.

Es un contrasentido que el gobierno, que es la antítesis a la anarquía que pregonara Xenón en la antigua Grecia o Bakunin en su anarco colectivismo, tenga como guardián a un ministro que se asoma a la ventana como espectador indiferente al desgobierno que se manifiesta en los bloqueos, en el incremento de los secuestros, de los robos y atracos, de las invasiones a lo público y a la propiedad privada, de las masacres, del asesinato, de la justicia por mano propia ante la ausencia de ese pilar de la democracia; es un contrasentido vivir sabroso cuando se siente temor, cuando el futuro vaticina más odios, más choques estimulados por el discurso oficial, menos paz.

Lo dicho y mucho más de lo que alumbra en los claireboles de nuestro amanecer, nos hace pensar que es un contrasentido encarecer los bienes, los servicios, apropiarse del ahorro ajeno y destruir el sistema de salud para lograr un estado dueño de todo. puesto que, por el contrario, genera una sociedad en donde una inmensa mayoría padece por la falta de todo, mientras que, en vez de corregir a la egoísta plutocracia dueña de lujos, crea otra nueva, la afecta al gobierno; el cambio está llegando, no como el nirvana de la igualdad, sino como el viacrucis de los contrasentidos.

Sin ninguna duda el cambio llegó a San Andrés, La Niña mimada de Colombia, el departamento insular que goza de privilegios exclusivos y que han hecho de departamento insular un lugar muy especial, tanto que ha sido necesario impedir la inmigración ya que allá se vive mejor que en el resto del país.

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