El país de los eufemismos y las redundancias.

Por Danilo Salazar.-

Otra vez, otro escándalo por cuenta de algunos jóvenes militares en contra una niña de una comunidad  indígena, otro abuso indignante, abominable, vergonzoso y  bochornoso para la imagen de un país que ingresó al grupo de países ricos y educados, pero que a  pesar de lo anterior mantiene altos niveles de violencia, intolerancia, discriminación y exclusión, corrupción y  narcotráfico que nos hacen ver como lo que en realidad somos, una sociedad fragmentada, sin norte común y víctima de grupos que se enquistan en el poder y no quieren renunciar a él ni  a sus privilegios .

Pero es que en este país de amnésicos, masoquistas y despistados pasa de todo, seguramente esta violación no es una política de estado como sí ocurrió con las ejecuciones extrajudiciales,  donde por unos pesos o unos días de descanso, en  vez de combatir virilmente a la guerrilla se prefirió asesinar a mansalva y sobre seguro, a  personas que en la mayoría de los casos eran gentes humildes, para dar la sensación de eficiencia de las fuerzas militares y hacer aparecer a esas víctimas masacradas  villanamente, como guerrilleros dados de baja en combate.

Sangre derramada arteramente que sumió en un duelo doloroso e inexplicable a sus familias, a quienes todavía no se les ha contado en muchos casos la verdad  y que no han recibido todavía las disculpas públicas de un estado culpable por acción y quizá por  omisión; cuando  se indemnice  a esas víctimas será, como siempre, con los dineros de nuestros impuestos y como siempre sucede no pagarán de su  bolsillo los victimarios; además nunca responderán los 2 principales responsables en su  calidad de ex presidentes de la república, ni los altos mandos militares. Lo grave aquí es que digan en su defensa los mandos medio o soldados rasos  juzgados por estos hechos, que lo hicieron obedeciendo órdenes superiores, uno cree que cualquier subalterno tiene La capacidad de saber cuáles órdenes de sus superiores no puede cumplir porque implica cometer delitos.

En éste país se acostumbra disfrazar  las cosas  maliciosamente para ocultarlas y evitar que se sepa la verdad; en cuanto a la   niña indígena a que nos referimos inicialmente, se dijo que no era un caso de violación sino de prostitución infantil; la guerrilla siempre negó secuestrar y uso la palabra  retención, no cobró  vacuna sino impuesto de guerra, desde el estado se eliminó de manera sistemática a la U.P. argumentando que sus integrantes eran guerrilleros y en la época actual hay una campaña de exterminio sistemático de líderes sociales, pero para un ministro de defensa esas muertes fueron por líos de faldas .   

Por otra parte, este último caso sucedido es  un terrible recordatorio de que las niñas como Yuliana  Samboní y los violadores tipo Uribe Noriega  no son ni 2 ni 3, que al parecer somos una sociedad enferma donde los hechos escabrosos  se repiten una y otra vez, de manera intermitente y que los victimarios son capturados  y juzgados con diferente velocidad según su estrato social.

Lo peor es que somos un país sui generis, con muchas colisiones y fricciones a  causa de la sociedad que somos. Me explico, tenemos un ejército que tuvo que enfrentar a un enemigo interno, lo típico es que el ejército combata a enemigos externos, por regla general la policía de un país no carga arma, por causa de nuestro conflicto armado los policías nuestros también tuvieron que combatir  contra grupos insurgentes y narcotraficantes como un ejército más, lo que generó en la práctica que ambos,, ejército y policía sin tener ese propósito tienden  a vernos al resto de ciudadanos no como sus paisanos, sino como potenciales enemigos, y por eso algunos  de los procederes de miembros de éstas instituciones desdibujan su imagen de héroes y los muestran como villanos.

La Constitución del 91 le reconoció a los indígenas autonomía territorial , bilingüismo, manejo propio de sus recursos,  autoridades propias y aplicación de sus leyes en sus territorios, reconocimiento de la validez de sus culturas ancestrales y respeto por ellas, pero en algunas regiones del país hay territorios  que éstas comunidades siguen reclamando, muchos de ellos en manos de gamonales que por lo general son políticos poderosos que prefieren hacerse ayudar del estado o de organizaciones ilegales para  impedir  que puedan  recuperarlos.

Hemos visto a estas comunidades reclamando al gobierno central y poniendo muertos y hemos visto videos donde la fuerza pública dispara contra ellos. Habría que preguntarse ¿si se les reconoce su autonomía porqué se entra a sus territorios a sangre y fuego?; tampoco debemos olvidar que en nuestro país siempre se ha despojado de sus territorios a los más humildes al calor del conflicto interno y que estos robos han quedado legalizados con mantos de impunidad, de las víctimas de despojos de la violencia política  solo sabemos de las del Cóndor en Tulu, las víctimas de los despojos de la  guerrilla  y paramilitares han recibidos más despliegue noticioso, pero a ninguno de esos 3 grupos de despojados se les han devuelto sus tierras y hoy por hoy algunos grandes terratenientes y ganaderos pretenden vía Congreso legalizar las tierras que compraron a precio de gata ciega a sus socios paramilitares, que fueron los despojadores originales. En síntesis, la reforma agraria al revés, desde siempre se les roban las tierras a los humildes y se les dan a los ricos ¿creen que es mentira? averigüen cómo y  por qué Luis Carlos Sarmiento ha recibido generosamente tantos baldíos de la nación.

Los senadores indígenas, en su paso por el Congreso, demostraron su valía en la defensa de las comunidades marginadas del país y probaron ser personas serias y voceros autorizados de sus comunidades; sería  muy bueno ver a un indígena, afrocolombiano o una mujer siendo presidente del país en el futuro, a ver si de esa manera los valoramos y mejoramos las costumbres y procederes de una clase política  de cuello blanco que goza de impunidad, elige sus propios jueces venales, hace sus propias leyes para ser juzgados y salir exonerados  de sus actos de corrupción, nuestros abuelos campesinos siempre la tuvieron clara «la justicia es para los de ruana» ,lo que no sabíamos es que existían los «carteles de la toga» y que sus absoluciones se cotizaban no en pesitos sino en cientos de millones de pesos. Tenemos  una clase política  que hace del erario público su propia arca para sacar  dinero, reelegirse y  enriquecerse, no  importa qué situación se esté presentando, así estemos en época de pandemia, la fiesta  sigue,  no importan los sufrimientos o afanes de miles de compatriotas sumidos  en la pobreza; siempre ocurre que la pirinola al girar caiga por dos caras: una de ellas siempre le toca como  pueblo «todos ponen», la otra es para ellos  » todos roban «.