El silicio forma parte de los oligoelementos, es decir, los elementos minerales, que a pesar de presentarse en pequeñas cantidades en el cuerpo, son indispensables para la salud y la vida.
Un oligoelemento es considerado esencial si su carencia produce una alteración funcional en el organismo, si su presencia es importante para el desarrollo, o si los síntomas patológicos generados en los diversos tejidos se asocian con una disminución de dicho elemento.
En la actualidad podemos afirmar, con toda seguridad, que la dieta moderna genera una carencia generalizada de silicio. Este elemento lo podemos encontrar principalmente en la avena, el mijo, la cebada, el arroz, la papa, la remolacha, la alfalfa, la soya, vegetales verdes, siendo las fuentes más ricas de la alimentación humana los cereales integrales.
La dieta moderna basada en alimentos refinados con un bajo consumo de vegetales, con suelos empobrecidos y animales de crianza industrial, genera una disminución del contenido de silicio en los tejidos humanos.
Otra fuente tradicional del silicio era el agua, pero los procesos de potabilización en las grandes ciudades lo eliminaron, quedando ya de por si pequeñas cantidades de silicio presentes del vital líquido.
Hay que recordar que, al contrario de lo que ocurre con otros minerales, conforme envejecemos desciende el contenido de silicio en nuestros tejidos. Por ejemplo, se ha encontrado en el caso de la mujer que esta tiene aproximadamente un 35% menos de silicio en el tejido muscular, de allí una posible explicación del diferencial de potencial de fuerza muscular entre los sexos, además, cuando existe descenso de los estrógenos disminuye también la absorción de silicio, lo que determina la tendencia a la descalcificación típica de la menopausia.
En arterioesclerosis, las arterias afectadas muestran una tasa de silicio hasta 14 veces menor de lo que debería existir en arterias sanas. Al parecer, este oligoelemento le confiere su flexibilidad a las arterias, y además, es uno de los elementos constantes en la estructura de las paredes vasculares sanas.
También encontramos sus niveles disminuidos en diversas patologías óseas, donde se constata una pérdida progresiva del silicio por parte del hueso, como es el caso de la osteomalacia, la osteoporosis y el cáncer óseo.
Al parecer su absorción se hace básicamente por el duodeno, sin embargo, también en la forma orgánica el silicio es fácilmente absorbido a través de la piel.
Con la edad disminuye la absorción intestinal y su eliminación normalmente se da por vía renal y heces fecales, pero también perdemos silicio a través de otros tejidos: al cortar el cabello, las uñas y en las mucosidades.
Vemos entonces la importancia de consumir alimentos que contengan este elemento, a fin de que a medida que pasa el tiempo su déficit no se manifieste en los diferentes sistemas orgánicos con la consiguiente aparición de patologías que podían haber sido evitadas.