Por FRANCISCO ARIAS ESCUDERO, PADRE PACHO
Cuando una persona toma la decisión de quitarse la vida, quienes reflexionamos sobre este hecho no dejamos de preguntarnos: ¿Qué sentido tiene este gesto? ¿De qué motivación ha surgido? ¿Qué mensaje contiene? ¿Se le puede pedir a una persona que no ve ya el sentido de la vida que siga viviendo? ¿Se puede deducir del hecho de existir el deber de hacerlo? ¿Cómo negar que para los que actualmente no consiguen ver en su vida una posibilidad de sentido, el suicidio pueda parecer la vía más lógica para expresar la propia autonomía frente a la falta de sentido?
El suicidio fue considerado en muchos pueblos paganos como un acto honorable y respetable. Empédocles se suicidó saltando al Etna en erupción; los héroes germánicos se suicidaban cuando su rey moría en batalla; el Samurái se hacia el haraquiri como manifestación de luto, o como penitencia por su comportamiento imperfecto en el servicio a su patria. En la época imperial, los oficiales alemanes se pegaban un tiro en la cabeza cuando no podían pagar sus deudas y así evitaban ser “licenciados”.
La actitud frente a la muerte, incluido el suicidio, en algunas culturas orientales como la china, tiene en gran parte una profunda motivación a partir del pensamiento confuciano que diseña en sus virtudes como el zhong, la lealtad o fidelidad; el Xiao, la piedad y el respeto; el ren, la benevolencia y humanidad; el yi, la rectitud, la justicia y la equidad; como una solución factible, frente a cualquier tipo de presión, sea personal o social.
Para los estoicos, el suicidio era condenable si se practicaba por el solo deseo de morir, pero era aprobado cuando era un gesto de dignidad y de valor. Aristóteles lo considero un acto vil, contrario al bien social. Los neoplatónicos lo veían como un impedimento a la plena liberación del alma. Para el cristianismo que formula la vida como un don de Dios y el hombre como su administrador, este, no puede disponer libremente de ella, concluyendo que el suicido es un autohomicidio. Santo Tomas plantea que es un hecho que va contra la ley natural de, la auto conservación y del amor de sí.
Una aproximación al fenómeno desde la psicología y la sociología nos plantean que está estrechamente ligado a las transformaciones culturales relativas al significado de la vida y de la muerte.
Hoy la vida se sustrae cada vez más a la consideración meramente biológica, donde la responsabilidad la asume el mismo hombre frente a su propia libertad. La vida del hombre no es solo un acontecimiento físico. El hombre debe preguntarse cuál es el modo de hacer más significativa la vida, más humana, más vivible en cada momento.
Son muchos los filósofos que han reflexionado sobre el suicidio, algunos lo describen como el mayor acto supremo de libertad, sin embargo, bien lo sabemos que la libertad nunca estará por encima de la vida misma, porque es una de sus condiciones de posibilidad. Vivir no es un derecho es un deber, del que jamás podemos excusarnos, por eso creemos que el suicidio no es una solución sino una tragedia.
Padre Pacho
Excelente análisis, cada columna suya es una clase muy enriquecedora. Gracias Padre Pacho 👏🏻