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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadEl uso racional de los antibióticos

El uso racional de los antibióticos

En vista de la aparición de nuevos procesos infecciosos de tipo viral, es importante tratar un tema que cada día se vuelve más preocupante y es el uso indiscriminado de los antibióticos, los cuales vienen siendo formulados sin unos criterios claros, y que en vez de generar bienestar y salud para los pacientes, por el contrario, lo que están generando es una serie de efectos que a corto y a largo plazo se van a ver traducidos en una resistencia de las infecciones a los mismos.

No es raro ver como en muchas formulaciones se pretende manejar infecciones respiratorias altas, o incluso resfriados comunes, mediante uno o más antibióticos sin tener la certeza si dichos procesos son de causa bacteriana.

Es importante aclarar que un porcentaje bastante alto de dichas infecciones son de causa viral y en las cuales los antibióticos no tienen absolutamente ningún tipo de efecto, y por el contrario, le van a generar al paciente un grupo de resistencia a dicho antibiótico, con el agravante de que a futuro, cuando esa persona necesite de verdad el antibiótico para contrarrestar una infección de tipo bacteriano de cualquier índole, este medicamento ya no van a tener un efecto importante por la resistencia que se ha generado hacia los mismos.

También es cierto, que cuando un proceso infeccioso se instaura, acompañado de fiebre y síntomas generales, es muy frecuente que la mayoría de personas consideren que el antibiótico es la solución más inmediata, y por eso, en muchos casos se le exige al médico que lo incluya en la formulación, así su efecto no vaya a generar modificación en la evolución del proceso.

A todo esto, se suma el hecho de la automedicación por parte del paciente, e incluso, la formulación empírica en sitios donde se distribuyen dichos medicamentos, donde sin tener los más mínimos conocimientos se procede a indicar unas mezclas farmacológicas, que en verdad uno queda sorprendido, y como es lógico, dentro de dicha mezcla no ha de faltar el famoso antibiótico.

En la práctica médica jamás pasará de moda la evolución clínica que el médico hace a su paciente, donde se incluye una muy buena historia de la persona y un cuidadoso examen físico, los cuales se pueden complementar con exámenes paraclínicos que corroboren un diagnóstico y esto es aplicable para el uso racional de los antibióticos.

Vemos cada vez como los pacientes necesitan una serie de antibióticos más potentes, con espectro de acción más amplio, o más individualizados, esto sin contar con los costos que estos traen para la persona que los consume.

Nuestro organismo posee un gran número de bacterias, que no son nocivas para él, sino que por el contrario actúan como mecanismo de defensa contra otros microorganismos, siempre y cuando su población se mantenga en un equilibrio adecuado. Pero cuando se ingieren antibióticos en forma continuada y sin una indicación específica, nos vamos a encargar de disminuir su número y como resultado de esta alteración pueden sobrevivir otros tipos de infecciones generadas por organismos diferentes, como es el caso de los hongos.

Un ejemplo claro de ello, es aquel en el cual un paciente ha consumido antibióticos que han alterado la flora intestinal, y como consecuencia de ello, se genera la aparición de un hongo conocido como Candida o Monilia, que puede comprometer todas las mucosas del aparato digestivo.

Por todo esto, no nos cansaremos de insistir en el uso racional de los antibióticos, optando por medidas más biológicas como la ozonoterapia, la homeopatía, la terapia ortomolecular, la terapia neural y otras más, que no nos van a generar efectos secundarios, y lo más importante, no van a crear alteraciones a nivel de nuestro sistema inmunológico.

Algo que debe quedar muy claro es que el organismo tiene la capacidad de autocuración, siempre y cuando su sistema de defensa esté en las condiciones apropiadas, y para ello, es necesario consumir una alimentación natural, rica en vitaminas, minerales, antioxidantes, aminoácidos, proteínas, grasas, carbohidratos y enzimas en las cantidades adecuadas.

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