POR GLORIA CARVALHO – ALIANZA POR LA NIÑEZ
Las niñas son unas lanzadas; no piensan en las consecuencias; parece que no tienen nada más que hacer; como si no les dieran gratis las pastillas… Estos y muchos otros comentarios se escuchan con frecuencia cuando se habla de las niñas embarazadas. Y acá está la primera inequidad: ¿Y los hombres? Los varones se esfuman de muchos de los diálogos sobre derechos sexuales y reproductivos; pero no son los únicos enfoques desatendidos frente a la mutidimensionalidad ni de las causas ni las consecuencias de estos ‘retrasos’ que afectan al país.
Escuchemos a las niñas:
“Cuando mi mamá nos abandonó, yo tenía 15 años. Mi suegra le dijo a mi novio que me llevara para su casa, porque yo no tenía donde vivir. Yo no tenía pensado vivir con él ni tener relaciones. Cuando fui al hospital de Santuario para que me pusieran a planificar me dijeron ¿Ya le está picando eso? yo me sentí muy humillada. Me dijeron que volviera a los ocho días porque no había pastillas, pero hubo un derrumbe y yo no tenía plata para ir desde la vereda, cuando volví, como al mes, ya estaba embarazada”.
A Juliet le falló la familia, le falló el Estado, le falló la educación: “Yo tenía la idea estúpida, de todas las muchachas de por allá, de que la primera vez una no queda embarazada”.
En 2019, en Colombia nacieron 117.633 bebés de madres entre los 15 y 19 años. Esta cifra significa que 235.266 niñas y niños de Colombia (contando a sus pequeños hijos) continúan o empiezan su vida con gran desventaja.
“¿Sueños? A uno le da para pensar en la comida del otro día, en ver cómo sobrevivir, yo nunca pensaba que yo podría estudiar o salir adelante con nada, para coger café es para lo único que uno cree que sirve”.
De acuerdo con el Dane, en el 9.8% de los casos el papá era mayor que las niñas por más de 10 años, lo que evidencia relaciones patriarcales e inequitativas que ponen a la mujer en desventaja. Las posibilidades de que vuelvan al sistema educativo son escasas y entran a engrosar la triste estadística, que reporta que para noveno grado, la mitad de los colombianos ha abandonado el sistema educativo.
¿Por qué quedaron embarazas estas adolescentes? primero, porque hubo un hombre que tuvo relaciones sexuales con ellas, y a esto se le suman: pobreza, exclusión social, baja calidad educativa, poca o nula educación en derechos sexuales y reproductivos, inequidad de género, barreras en acceso a planificación, falta de oportunidades y de sueños… O ¿Por qué solo el 4.7% del embarazo adolescentes es de mujeres que pertenecen al quintil más alto de riqueza?
Si hay un reto para el Estado y para los gobiernos locales, éste es fortalecer la educación en derechos sexuales y reproductivos, en información clara y eficiente, en empoderar a las niñas y a los niños sobre las decisiones responsables sobre su cuerpo y al sector salud en sus obligaciones y responsabilidades frente a la protección integral de la niñez que no encuentra respuesta en su atención. Juliet fue al hospital con su cuñada como única persona mayor de edad responsable por ella. ¿Y qué pasó con reportar a una niña en abandono? Juliet era una niña abandonada, sin dinero y volver le costaba 16 mil pesos. Ahora, el precio lo paga el país, ella y su pequeño.
“Trabajo como empleada interna y como me pagan todo a mi hijo no le falta nada. Bueno, yo, porque solo lo veo una vez a la semana. Ahora si sueño, pero con sacarlo a él adelante, que estudie, que coma bien, imagínese que tiene hasta pediatra…”