Cuando se habla de amígdalas, simplemente hacemos referencia a dos masas pequeñas de tejido linfático que suelen estar ubicadas en la cavidad bucal en las proximidades de la faringe, aunque también existen otro tipo de amígdalas, pero sólo nos ocuparemos de las amígdalas faríngeas. En el interior de estos dos órganos se producen unas células conocidas como linfocitos que tienen por función proteger al organismo contra las infecciones, de allí que sean los primeros en ponerse en contacto con una gran variedad de microorganismos que desean ingresar a nuestro cuerpo, es por ello que son considerados como los porteros inmunológicos pues son ellos quienes decidirán quién entra y quién no. Cuando se inicia una lucha en el interior de las amígdalas libradas por los linfocitos con los agresores esto se va a manifestar clínicamente con la inflamación de las mismas conocida como amigdalitis. Es allí donde se suscitan gran cantidad de controversias sobre el manejo más adecuado e incluso cuando se habla de su extirpación o tratamiento quirúrgico el cual sólo debe ser el último recurso, indicado solo cuando estas se encuentran muy deterioradas por las continuas infecciones o por falta de respuesta a un manejo médico determinado. La amigdalitis recurrente exige la evaluación general de la capacidad del organismo para oponerse a las infecciones, no todos los procesos que causan irritación a nivel de la garganta corresponden a una amigdalitis y no todos los procesos infecciosos son de tipo bacteriano y tampoco ameritan un manejo con antibióticos. En medicina biológica el enfoque está dirigido a restaurar esa capacidad de respuesta de los linfocitos ante los agresores provenientes del medio externo y para lograrlo se pueden utilizar diferentes métodos sin que sea necesario la utilización de diferentes antibióticos los cuales a larga no van a erradicar el problema y si por el contrario van a crear una resistencia a los mismos gérmenes que en nada va beneficiar a nuestro organismo para futuras infecciones. Esta capacidad de respuesta se puede conseguir mediante la utilización de la terapia neural en dichas zonas la cual va a producir una polarización de las mismas, haciéndolas verdaderamente útiles y erradicando así cualquier proceso infeccioso que allí se encuentre, incluso no importando si éste es agudo o crónico. El estímulo que genera la terapia neural en los pilares de las amígdalas es tan benéfico que servirá a la vez para proteger otras estructuras similares ubicadas en otras áreas de cavidad bucal y también a lo largo de las vías respiratorias. Además de ello se pueden implementar otras medidas naturales como por ejemplo la utilización de una planta conocida como la Echinacea en especial la modalidad Angustifolia, la cual ha mostrado mediante estudios fitoquímicos sus grandes propiedades en el manejo de infecciones crónicas y agudas, ya que estimula la respuesta inmunitaria y por lo tanto disminuye el riesgo de infección, siendo considerada como una planta con propiedades antiinfecciosas, inmunoestimulante, antiinflamatoria, analgésica, antitérmica, e incluso con acción virustática es decir con espectro de acción sobre cierto tipo de virus.
Su consumo se puede realizar en forma de decocción, infusión o incluso en forma de extracto, sin olvidar que siempre debe ser formulada por una persona conocedora de la materia, recordemos que de la adecuada utilización de las plantas medicinales se pueden evitar efectos indeseables.
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