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LUIS FERNANDO CARDONA
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ActualidadEnsayo sobre la ceguera y el rol de la prensa en Colombia

Ensayo sobre la ceguera y el rol de la prensa en Colombia

Los gritos desesperados de un conductor generaron mayor indignación que solidaridad en todos los que se vieron afectados por la repentina obstrucción en la vía.  Un vehículo se detuvo en medio de la calle en los momentos de mayor congestión vehicular y su conductor, lo único que alcanzaba a decir era que se había quedado ciego, que, de repente, sus ojos parecieran abrazados por una luz blanca que le impedía ver.  Un transeúnte se ofreció a ayudarlo y llevó hasta la casa al angustiado hombre, para luego robarle el automotor.  Este fue solo el comienzo de una trágica ocurrencia de hechos de ceguera que fue creciendo exponencialmente ante la desesperación de los afectados y de la incertidumbre las autoridades que no tenían respuesta a la situación sin antecedentes, decidiendo, en primera instancia, aislar en el edificio abandonado de un hospital siquiátrico a todos los que reportaban la súbita pérdida de la visión.

Entre los primeros ciegos que fueron recluidos estaban: el primer hombre en reportar la ceguera, el ladrón de su vehículo, el médico que los atendió y aquellos pacientes –incluyendo a un niño-, que se encontraban en el consultorio del doctor esperando turno por diferentes casos de afecciones oculares; todos contagiados por la extraña enfermedad que cobraba a cada momento nuevos afectados.  La única persona que parecía ser inmune a la inesperada ceguera era la esposa del médico, quien fingió estar padeciendo el mismo mal de su marido para poder estar cerca de él, siendo también llevada al improvisado reclusorio.

Ya no encontraban espacio en aquel inmundo lugar, en condiciones higiénicas deplorables y la comida cada día más escasa; en donde afloraron los más perversos instintos humanos en medio de la desgracia… Así comienza la envolvente novela ENSAYO SOBRE LA CEGUERA, del escritor y Premio Nobel de Literatura, JOSÉ SARAMAGO…

Colombia pareciera estar pasando por una prolongada ceguera colectiva de más de 200 años.  Una intensa luz blanca –como en la novela- impide ver las cosas cotidianas que le toca padecer a la mayoría de la población y cada tanto se tiende un manto desinformativo para cubrir los ojos de sus habitantes mientras se realizan los más grandes actos vandálicos.  Así, por ejemplo, se inventaron la Guerra de los Mil Días –arrancando el siglo XX-, mientras cercenaban el Departamento más importante del país junto con la más colosal obra de ingeniería de la época (el Canal de Panamá).  Al tiempo que los medios de comunicación de la época atizaban desde sus plumas los enfrentamientos bárbaros entre los colombianos.

Luego –desde los años 40 del siglo XX-, nos montaron en una guerra civil no declarada en donde murieron más de 300.000 compatriotas que se mataron por el color de su bandera partidista, mientras los líderes de ambos partidos compartían, entre whiskys, cómo sería el acuerdo de repartirse el botín alternándose el poder de la presidencia de la República y así dar por terminada una guerra que aún no sana las heridas.  Y la prensa más influyente del momento se acomodaba para recibir las migajas caídas de la mesa.

Después vinieron para nuestro sufrido país, los años trágicos de la Seguridad Democrática, en donde florecieron a plenitud todas las organizaciones criminales del país y se cometieron  los más crueles actos de violación de los Derechos Humanos, según lo declarado por integrantes de las diferentes organizaciones armadas que han participado en el conflicto interno.  Los decapitados con motosierras, los empalados, los incinerados vivos en hornos crematorios, los picados en trocitos y sus despojos arrojados a los ríos o entregados como comida de caimanes y leones; o peor todavía, arrojados vivos a lagos con feroces reptiles o a las jaulas de hambrientos felinos.  Todo por salvar la «democracia» y como un gesto de «amor» a la patria, mientras que los grandes medios de comunicación aplaudían las grandezas del gran colombiano y azuzaban por la bendición del altísimo para que aprobaran la reelección.  Ni siquiera conociendo las evidencias de la ocurrencia de los 6.402 asesinatos de jóvenes inocentes, los grandes medios han hecho un despliegue informativo que ayude a rescatar toda la verdad.

La pandemia de Covid se convirtió en otra forma de ceguera colectiva, pues la causa y consecuencias eran impredecibles y en donde muchos colombianos fueron obligados a soportar en las más críticas condiciones mientras una reducida élite se aprovechaba de la situación para aumentar sus fortunas haciendo negocios ventajosos (suministros de toda clase de elementos de protección, compra de mercados y hasta la compra de vacunas por cifras astronómicas) o recibiendo millonarios subsidios por parte del gobierno; dando origen al levantamiento popular liderado por los estudiantes y juventud en general, que tuvieron la firme decisión de enfrentar un Estado represivo y brutal dirigido por Iván Duque, el peor presidente de Colombia de toda la historia de malos presidentes, que toleró la arremetida criminal de fuerzas del Estado aliadas con integrantes del paramilitarismo emergente o siempre existente, que quedó evidenciado en hechos como la convocatoria del entonces alcalde de Pereira Carlos Maya (hoy preso por gravísimos señalamientos de corrupción), de crear un frente de autodefensas que dejó un saldo trágico en donde perdieron la vida varios muchachos, entre ellos LUCAS VILLA, que se ha convertido en símbolo de la resistencia de las nuevas generaciones contra las acciones opresoras y criminales de los gobernantes.

Yo recuerdo las palabras de aliento del cabezón Gustavo Gómez, de Caracol, que en medio de la pandemia repetía que todos éramos una misma nación que navegábamos en el mismo barco por una mar embravecida y enfrentaba la peor crisis y que todos debíamos ser solidarios, mientras que se enmudecía con todos los actos de corrupción que sucedían alrededor del gobierno Duque, al tiempo que se empachaba una vianda finamente preparada y eructaba sin remordimientos antes los micrófonos al aire y se apretaba la venda que cubría los ojos ante el horror de los jóvenes desaparecidos y aquellos que perdieron sus ojos por las balas disparadas por agentes del gobierno.

Los medios de comunicación de Colombia que, en medio de esta ceguera colectiva, parecieran ser los únicos inmunes a este mal, en vez de jugar un papel de orientadores entregando una información veraz, actuando como la mujer del médico de la novela, que dedicó  todo el tiempo a proteger a los suyos, se comportan como los peores criminales que estuvieron encerrados en el hospital mental donde aislaron a los ciegos, creyendo que su reinado de impunidad duraría para siempre.

Una nueva ceguera que se puede vivir en nuestra amada y sufrida Colombia, es el día que se llegue presentar una caída de la señal de las redes sociales, lo que sería el más angustiante desespero colectivo y nos sometan plenamente a lo que el periodismo prepago nos quiera trasmitir.

LA CEGUERA NO ES LO QUE TE IMPIDE VER, ES LO QUE TE IMPIDE COMPRENDER.

Ensayo sobre la ceguera.

LA PÉRDIDA DE LA VISTA NO TE HACE CIEGO, ES LA PÉRDIDA DE LA HUMANIDAD LO QUE HACE AL HOMBRE CIEGO.

Ensayo sobre la ceguera.

LA VIDA ES UNA CEGUERA EN SÍ MISMA, SOLO CUANDO TE ENFRENTAS A LA OSCURIDAD PUEDES ENCONTRAR LA LUZ.

Ensayo sobre la ceguera.

AÑADIDURA UNO.  Asquerosa la actuación de la gran prensa colombiana en sus ataques permanentes contra el presidente Petro.  Tiene toda la razón el primer mandatario en señalar a algunas de estas difamadoras como «las muñecas de la mafia».

AÑADIDURA DOS.  Murió Rodolfo Hernández, candidato del uribismo y de la liga anticorrupción, por el cual votaron e hicieron campaña: el escritor William Ospina, Jorge Enrique Robledo y Sergio «El Inútil» Fajardo.  Lo triste es que murió condenado por corrupción.

1 COMENTARIO

  1. Ceguera voluntaria, la más cruel de todas. No querer ver o mirar para otra parte. La ceguera del odio. Endémicos.

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