Por JUAN GUILLERMO ÁNGEL MEJÍA

Apareció una encuesta según la cual nuestro país ocupa el primer lugar en corrupción; esta es una medición que no refleja una realidad cuantificable; hechos y datos, ya que es el resultado de un sondeo en 75 estados, en los cuales se consultó, en promedio, la opinión de 250 personas, muestra muy pobre para ser confiable.

A pesar de lo dicho no es algo para ignorar dado que  tanto quienes creen que el socialismo, como preámbulo al comunismo es la panacea, como quienes recuerdan que es el camino a la miseria y al absolutismo; unos y otros sabemos que la corrupción nos está devorando, la diferencia está en que los unos pensamos que los corruptos son los unos, y los otros aseguran que los torcidos son los ajenos; entre tanto los escándalos se suceden sin tregua: presidentes mentirosos y tramposos electos con dineros prohibidos, funcionarios corruptos en todos los rangos, políticos amasando billetes y privilegios, dineros derrochados, contratos a dedo, puentes donde no hay ríos, particulares manejando impuestos a su amaño, testigos falsos y bien pagos, togados prevaricadores y politizados, fallos contraevidentes, robos, masacres, minas asesinas, secuestros, atracos, y “el fin justifica los medios”.

Quizás los colombianos no somos los seres más corruptos sobre la tierra, gente honesta hay en las cuatro esquinas de la patria; pero fallamos al interior de instituciones que existen para preservar los valores fundamentales de la sociedad.

Tenemos 5 cortes cuando el 80% de los países del mundo cuentan con una sola, y si a ello añadimos que unas contradicen a las otras, dado que estas están más contaminadas que aquellas; así los colombianos que no cierran los ojos cuando los togados fallan contra derecho y justicia, se llenan de angustia cuando conocen, (porque gozábamos de la libertad de expresión), que en la Suprema Corte: prevarican, cobran, y se convierten en protagonistas de procesos en los cuales se vulneran todos los derechos y si ello fuera poco protegen privilegios a dudosos testigos a quienes les garantizan amparo y refugio, cuando no el goce de lujos y derroches que ofenden a un pueblo que debe arañar el sustento cada día.

Tampoco es edificante el ejemplo que nos dan los entes de control: fiscales, procuradores y contralores que dilapidan en: aviones, universidades fantasmas, pagos multimillonarios por servicios etéreos, o cuando usan sus cargos para impulsar sus ambiciones.

La pareja de un homicida condenado a 40 años de prisión por propinar cinco disparos en la cara a otra mujer, entre otros crímenes a mansalva, misma quien poco después llega a ser la compañera de otro homicida, oh coincidencia, también condenado a 40 años de prisión por delitos de sangre, la misma que sirvió a los presidentes de la Corte para fabricar pruebas, y cuya cercanía con las FARC y con malucos oficiales del ejército está bien sutentada; ahora resulta víctima de quien reveló su hoja de vida, gracias a la cual se encuentra cómodamente instalada en algún lugar del mundo.

Cuando la dictadura impuso la censura, los principales periódicos de nuestro país cambiaron de nombre para no cohonestar la violación al sagrado derecho a informar; misma censura que hoy ha impuesto la Corte, mordaza que solo puede darse en un autoritario régimen.

Como no opino sobre frivolidades y lo que digo puede molestar a los intocables protegidos por las cortes, o ser víctima de un fallo prepagado, dudo si el vale la pena hablar para una sociedad indolente cuando no complaciente, que responde: “el otro también lo hizo”,  o “no moleste”, o “no quiero que me cuente nada malo de quien goza de mis afectos”, o  grita cuando el opuesto delinque y calla cómplice con el desafuero del propio, misma que comulga con, “a cualquier precio” siempre y cuando quien pague sea el otro.  

3 COMENTARIOS

  1. Muy acertado artículo !!! Juan Guillermo expresa lo que muchos no sabemos expresar pero quisiéramos gritarlo a viva voz

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