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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

PolíticaEstábamos muy asustados y sensibles

Estábamos muy asustados y sensibles

Luis García Quiroga

Creo que es posible cerrar los ojos un rato y mirar la bola de cristal que todos creemos tener para saber qué vamos a decir con lo que ahora llamamos “El día después”, que como van las cosas, está lejos, Chuchito no lo quiera.

Si a mi me preguntaran algo al respecto dentro de algún tiempo, de entrada resumiría todo en una sola frase: Al principio todos estábamos muy asustados y sensibles. Del presidente pa bajo hasta el policía y el chofer de bus.

Al rato tendría que rectificar y decir: “bueno, casi todos, porque a medida que fueron pasando los días de la tal cuarentena, hubo gente muy insensible”, entre ellos muchos políticos que como dijo el Procurador Carrillo hicieron de la miseria y el hambre de la gente un festival de proselitismo político, porque iban a entregar una bolsa de mercado y eso para la foto, porque eso en familias pobres donde viven 10 en dos piecitas, no da un brinco. Alma bendita.

El alcohol, los tapabocas y el gel antibacterial se volvieron humo de la noche a la mañana. Al principio en las calles ni las ánimas salían. Pero luego se llenaron los megabuses y las clínicas y los despachaderos de medicamentos, y se denunció, sin que nada pasara, la forma como al parque recreacional del Café iban funcionarios de la Alcaldía a celebrar no se sabe qué, pero los vecinos se quejaron por el mal ejemplo. “Vea pues estos celebrando y nosotros aquí encerrados, no joda” dijo un costeño del vecindario.

Mientras esto ocurría otros insensibles, algunos gobernadores, alcaldes y hasta un ministro fueron acusados de robarse la platica de la gente y dizque fueron “judicializados” pero después no se supo más. Como en la novela de José Eustasio: “Se los tragó la manigua”. La manigua de la impunidá. Porque ahora así se escribe esa palabreja.

Recuerdo que el presidente Duque, quien maneja el país como un ducado, llamó “vampiros” a los bancos. Pero ya pa qué, si ya les había entregado pan y pedazo. Un amigo que tenía una microempresa y se quebró en la cuarentena me dijo que banco vampiro es un eufemismo, que había que mentarles algo distinto, porque hasta ese que decía, “le ponemos el alma”, además de vampiro se volvió desalmado. Y lo dijo con conocimiento de causa porque hay vampiros buenos, los que solo comen frutas.

Puro capitalismo salvaje, dijo el micro y agregó muy verraco, que los gringos lo dicen de otra forma: ellos dicen que cuando en las calles hay sangre, es hora de salir a comprar.

Se supo también que después de cinco semanas de cuarentena, en lugar de aplanarse la curva de contagiados, comenzó a dispararse porque la gente es muy hijuemadre a tal punto que la policía tenía que revisar los asientos traseros y los portamaletas porque llevaban gente escondida.  

Es bueno decir que al comenzar la primera semana de mayo, la cosa pudo ser peor, pero menos mal también hubo gente disciplinada socialmente y se quedaban en casa. Se lavaban las manos todo el día con jabón o con gel. Como sería que todavía tienen las manos arrugadas.

Es un misterio saber qué hacían las familias encerradas pero de día, de una casa a otra se escuchaban alegatos, música, papás ayudando con las tareas virtuales y discusiones o simples charlas, todo en voz alta porque la gente en Pereira habla como si fueran vaqueros.

Lo raro es que por las noches el silencio de una casa a la otra era sepulcral. Parece que ni el amor hacían porque eso de la rutina debe ser fatigante y tedioso. Vaya uno a saber.

Ojalá haya tiempo y salud para seguir contando todas las pendejadas que hay por contar sobre la tal cuarentena, la primera en tiempos aciagos y decadentes de la Neñe-política y del tal socialismo del siglo XXI.

El caso es que parece que el virus ya se fue, pero con esta situación económica, seguimos muy asustados y sensibles.

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