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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

Actualidad¿Existió humanidad más desinformada y engañada que hoy, año 2023?

¿Existió humanidad más desinformada y engañada que hoy, año 2023?

  • «Nunca hubo tanta información, infoxicación, desinformación y tan escaso conocimiento». 
  • Más de la mitad de la humanidad no tiene acceso a la información. Hay más barreras desinformativas que nunca. 

La humanidad toma decisiones desinformadas, bajo engaño y manipulación, sin conciencia real de la verdad de los hechos en lo público. La democracia vive la mayor amenaza con el engaño de los factores de poder que hacen todo a su alcance para imponer regímenes de autoritarismo controlador sobre las sociedades con menoscabo de derechos y restricción de libertades fundamentales. 

Sin acceso universal a internet asequible y fácil de usar, las personas no pueden disfrutar de sus derechos y participar en las decisiones que les afectan y no pueden ejercer la posibilidad de hacer evaluación, seguimiento, control a los gobiernos y las empresas por la promoción, protección y respeto a los derechos humanos. 

Combatir la desinformación desde la educación para la autonomía ciudadana que asume la capacidad para sobrepasar el engaño, es la posibilidad real de zafarse del entrampamiento que representan avalanchas, algarabías y tsunamis de contenidos creados para interferir el conocimiento de la verdad pública. Según el Banco Mundial cuatro de cada diez seres humanos nunca han entrado a internet. 

La UNESCO sostiene que uno de cada dos seres humanos carece de acceso libre a la sociedad informacional, la aldea global que está en la conectividad a la web. Un alto porcentaje de los cuatro mil millones de seres humanos que tienen algún grado de vida digital, en porcentaje mayoritario están atrapados en las trampas, barreras y engaños de contenidos diseñados, diseminados y destinados a confundir, engañar, distraer, coptar, capturar la atención con distractores de la realidad y la verdad pública.  

Algún investigador afirmó en un escenario académico que «el 80% de los contenidos que fluyen en buscadores como google, no han sido verificados» es decir nadie certifica su veracidad.  Así las cosas, la web es una vía pública, un callejón repleto de riesgos y amenazas sin salvaguarda blindada para la mayoría de quienes acceden que son menos del sesenta por ciento de la humanidad.  La brecha digital está marcando un abismo creciente entre quienes navegan en fórmula uno y toda la secuencia de niveles de rezago en las distintas capas de acceso y comprensión del ecosistema del cual está excluida del nivel de competencia la mayoría. ¿Cómo verificar la real democratización de los procesos sociales, políticos, económicos en la humanidad?, asunto sin respuesta fidedigna. 

La plaga diluvio de la desinformación es la amenaza de mayor calibre para todas las sociedades conectadas. «Una postura multidimensional para atacar la desinformación en la que cada grupo, gobiernos, plataformas, fact-checkers, medios de comunicación y audiencias asuman responsabilidades» es el llamado de atención desde la Cumbre contra la desinformación promovida esta semana con ocasión de la jornada sobre el derecho de acceso a la información para todos el 28 de septiembre.


Desde la Dirección de la Sociedad Interamericana de Prensa SIP, hay advertencias y recomendaciones que hablan de la responsabilidad de gobiernos y organismos multilaterales en establecer políticas públicas serias y efectivas para contener la realidad creciente de desinformación que pesa a través del ecosistema digital sobre las sociedades. «Las regulaciones y legislaciones en materia de comunicación terminan como herramientas de control gubernamental sobre medios, redes sociales o expresión en general. Con todo y ese riesgo no es posible  controlar la desinformación sin políticas públicas inteligentes, eficientes y severas» advierte el manifiesto de conclusiones de esta jornada».

«Hay modelos legislativos sobre expresión que arrojan enseñanzas positivas para regular en contra de la desinformación. Hay que hacer una salvedad y es que, en el ecosistema de la libertad de prensa, hay legislaciones malas, en especial las leyes de comunicación o de prensa o las que se entrometen con las políticas editoriales de los medios, ya sea mediante cuotas sobre tipos de medios, colegiación obligatoria de periodistas, desacato y criminalización de la difamación. Sin embargo, son muy positivas aquellas leyes referidas al mandato obligatorio a los gobiernos para que permitan el acceso a la información y sean transparentes en los asuntos públicos».

«Así como existen leyes contra los abusos infantiles, la pornografía y otros delitos o leyes positivas a favor de los derechos de género y de las minorías, la desinformación intencional debe ser atacada como un delito que conspira contra la democracia, con agravantes cuando las campañas de desinformación buscan corroer los procesos electorales. Tampoco se debe sobre legislar, en especial contra aquellos delitos que ya están incluidos en los códigos penales y tienen que ver con la estigmatización, difamación, invasión de la privacidad, robo de datos personales o de identidad».

«Elementos imprescindibles para una legislación inteligente y simple contra  la desinformación. El primero es que debe prohibir que los gobiernos y a los partidos políticos puedan desinformar y que se castigue a aquellas dependencias y funcionarios que crean y usan ejércitos de bots y trolles para crear campañas de difamación y mentiras contra medios, periodistas, críticos y opositores. El segundo es que debe demandar a los gobiernos la transparencia sobre los procesos de información y publicidad pública apegados a la verdad, la prohibición de la propaganda ideológica y la transparencia de los gastos, incluyendo la manipulación partidaria de los medios públicos. Y tercero, debe responsabilizar a las plataformas digitales y los desarrolladores de inteligencia artificial como editores de contenidos y no solo como distribuidores de estos, teniendo en cuenta otras responsabilidades en materia de transparencia en el manejo de algoritmos, publicidad y reconocimiento del derecho de propiedad intelectual».

«Debe quedar estrictamente prohibido para los gobiernos crear tribunales de contenido o erigirse como jueces de las libertades de prensa y expresión. Los límites, restricciones y controles deben estar bajo la resolución de los tribunales judiciales y su manejo previo, debe estar zanjado a través de grupos independientes o entidades autónomas. El Estado deberá subsidiar a estos grupos que absorberán en primera línea las disputas sobre desinformación, así como disponer dineros para campañas de educación y alfabetización mediática y digital».

«Habrá que seguir observando y aprendiendo de los procesos de debates y consultas que están haciendo los legisladores con la sociedad civil en países democráticos y desconfiar de aquellos países más autoritarios donde se imponen leyes de regulación de redes sociales o de la libertad de expresión con la intención de acallar las críticas y el disenso».
«El esfuerzo de los medios, del periodismo, plataformas digitales, redes sociales, desarrolladores de inteligencia artificial debe basarse en la observación de la ley, pero, también, en métodos de autorregulación y medidas internas que coarte la desinformación, engaños o bulos antes de que sean distribuidos y se viralicen. Asimismo, como pide la Declaración de Salta de la SIP, tienen la responsabilidad primaria de invertir en procesos de educación, alfabetización digital de sus audiencias».

«Los medios de comunicación y la responsabilidad que ya recae sobre ellos, debe incentivarlos para seguir creando contenidos de calidad y crear buen periodismo como vacuna o antídoto contra la desinformación. Como bien se dijo en esta III Cumbre, los desinformadores deben saber que crear desinformación tendrá un costo elevado».

«Cada año vemos cómo va creciendo el número de organizaciones de fact-checking y la mayor sofisticación para detectar y controlar la desinformación. Estos grupos deben tener mayor libertad e incentivos para actuar. No se puede aceptar que haya gobiernos que prohíben la entrada de dineros del extranjero que pueden fortalecer a estos grupos y a otros dedicados a la supervisión de los derechos humanos.  «La desinformación está socavando los pilares democráticos y motivando a gobiernos autoritarios. Por ello, como nunca, existe más conciencia de que cada sector debe asumir sus responsabilidades para proteger la democracia» es la conclusión general de la Cumbre contra la desinformación convocada por la SIP.

Todo el texto entrecomillado es autoría de la Relatoría desde la Dirección de la SIP Sociedad Interamericana de Prensa y permite ponderar una mirada desde el periodismo continental en una conversación que refiere la concurrencia de 52 países sobre la amenaza que está arrasando con el derecho a la información de las sociedades democráticas y dañando el ejercicio del periodismo que en el siglo veinte fue pilar de alta relevancia en los derechos de conciencia de la gente, libertad de expresión, información potable y en el siglo veintiuno el acceso a la información pública que es restringido desde la tecnología por regímenes que hacen todo contra la transparencia y el derecho a saber de la gente. Educación, formación y ejercicio constante de autonomía son las posibilidades de la ciudadanía contra el engaño y fraude de la desinformación manipulación en lo público. 

Opinión acto editorial  Hernando Ayala M. Periodista    disnnet@gmail.com  

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