La corrupción en la educación es el veneno silencioso que marchita el futuro de una nación
En un escenario donde la transparencia y la ética deberían ser los pilares de cualquier institución, FECODE ha demostrado ser todo lo contrario. Es imposible pasar por alto las recientes revelaciones que involucran a la Federación Colombiana de Educadores en un escándalo de financiamiento irregular a la campaña presidencial de Gustavo Petro. Aunque mi crítica no se dirige a los profesores, quienes son víctimas de las maniobras de una federación que se ha desviado de sus verdaderos fines, la situación amerita una reflexión.
Durante mi tiempo nombrado en el sector educativo, presencié prácticas que me llevaron a distanciarme de esta falsa Federación, cuyas acciones corruptas e hipócritas no representan en absoluto la integridad del magisterio colombiano. FECODE, bajo el manto de defensor de la educación, parece haber olvidado su misión primordial: velar por los intereses de los maestros, no por los de una agenda política partidista y amañada.
La presunta entrega de un cheque de $500 millones a la campaña de Petro, sin que estos fondos aparecieran en los registros contables, es una clara muestra de cómo FECODE se ha sumergido en un pantano de corrupción y manipulación. Y lo que es peor, estos recursos provenían del sudor y esfuerzo de los educadores colombianos, quienes confiaron en una federación que supuestamente defendía sus derechos. En otras palabras, criticaron a gobiernos anteriores por desviar recursos y ellos sin sonrojarse, hacen lo mismo con el dinero de los profesores.
Este lamentable caso recuerda el caso del SER (Sindicato de Educadores de Risaralda), una filial de FECODE, que en el pasado desvió millones de pesos en Pereira en maniobras financieras cuestionables. ¿Acaso esto no es una muestra clara de cómo se ha venido haciendo fiesta con los recursos que deberían ir destinados a la mejora de la educación y el bienestar de los docentes?
Es hora de que la sociedad colombiana abra los ojos ante estas realidades de colectivos que de un lado señalan y del otro disfrazan. FECODE, en lugar de ser un baluarte de la educación, se ha convertido en un actor político cuestionable, más interesado en servir a intereses partidistas que en representar y proteger a los verdaderos héroes de la educación: nuestros profesores y estudiantes.
La persistencia de FECODE en enturbiar sus nobles objetivos iniciales con prácticas que rozan la corrupción y el nepotismo no es más que un reflejo de un mal mayor que carcome las estructuras de nuestra sociedad. Es hora de despojar a la educación de la pesada capa de politiquería que la asfixia. La exigencia de transparencia y rendición de cuentas no es una opción, sino una obligación ineludible si queremos rescatar la dignidad de la enseñanza en Colombia. Los educadores de este país no merecen ser marionetas en un teatro político que solo beneficia a unos pocos.
Los maestros de Colombia requieren y merecen una federación que abogue por ellos con integridad, no que se esconda tras la fachada de luchas sociales mientras sus manos se tiñen con la tinta de cheques y contratos oscuros. La formación de una veeduría nacional se impone como un paso crítico hacia la recuperación de la ética en nuestras instituciones sindicales, para que el poder vuelva a las aulas y no se quede en los pasillos de la política.
Como bien reza el adagio, no hay educación sin lucha, pero esta debe ser la lucha por la transparencia, la justicia y el futuro de nuestros niños y jóvenes, no una batalla por intereses ocultos. Seguiré alzando la voz, aun en el pesimismo, por un pacto nacional que rescate la esencia verdadera de la educación, una donde los sindicatos sean realmente forjadores de futuro, no enterradores de esperanza.
Donde están los 500 millones? Por principio origen de esa plata? Lavado de dinero? Testaferro? Porq los profesores no se pronuncian, creo q 500 millones es aún plata, quedarse callados crea suspicacias. Q se hizo esa plata?
Estimado Alfonso,
Tus inquietudes sobre los 500 millones de pesos donados por FECODE son válidas. Es esencial aclarar el origen de estos fondos para descartar cualquier sospecha de irregularidades como lavado de dinero. El silencio de los miembros de FECODE, especialmente los profesores, sobre este tema es preocupante y crea más dudas.
Es crucial que haya transparencia en este asunto. Las preguntas clave son: ¿De dónde viene el dinero? ¿Cómo se decidió su uso? Esperamos que FECODE y las autoridades correspondientes proporcionen prontamente la información necesaria para aclarar estas dudas. Sabemos si, que el monto superaba topes y que como no era legal donar directamente a la campaña, entonces lo hicieron al partido Colombia Humana, así el fin fuera el mismo. ¡Toda una leguleyada!
Desde ayer envié mi segunda parte de esta columna, en donde opino sobre el comunicado en el que FECODE a mi juicio en vez de aclarar, oscurece y se victimiza, como aquel que tiene rabo de paja.
Afirmaciones sesgadas (como cualquier pasquín), sin fundamento distinto que el odio y la intención visceral de hacer daño a las instituciones democráticas y sobre a la cabeza del señor presidente de los colombianos que, dicho sea de paso, ha actuado conforme a la Constitución en bien de la sociedad (ante todo, del segmento más marginado).
Sólo hay que ver que la orden fue impartida por Jaimes (el fiscal defensor de Uribe).
*Ver declaración de Fecode de hoy.*
Apreciado Carlos,
Me sorprende leer un ataque ad hominem de tu parte, especialmente cuando siempre te he considerado un demócrata. Los argumentos que presento en mi columna están ahí para ser debatidos; puedes estar de acuerdo o no, pero descalificar al autor sin entrar en el contenido de sus palabras no contribuye al diálogo constructivo.
Es cierto que mi columna tiene un sesgo, como todas las columnas de opinión. Eso es precisamente lo que las define: son opiniones personales que reflejan la perspectiva del autor. Por eso, el sesgo que mencionas no es más que la naturaleza inherente de una columna de opinión.
Te agradezco por referirme al comunicado de FECODE. En él, aunque intentan aclarar, terminan por admitir la maniobra legalista que emplearon. Esto es lo que abordaré en la segunda parte de mi columna. Es paradójico, y a la vez preocupante, que una organización que se ha destacado en la lucha por la educación, ahora esté envuelta en una controversia por donar 500 millones de pesos a una campaña política. Esto es especialmente problemático considerando que no todos sus miembros apoyan ideológicamente al actual gobierno, y que una persona jurídica no debería, legalmente, contribuir a una campaña política. La forma en que resolvieron esto parece como mínimo una leguleyada, algo que debería ser de interés público.
En conclusión, si de alguien tan informado y educado como tú solo recibo ataques personales, me lleva a pensar que mi columna no está tan mal después de todo. Esperaba un debate más fundamentado en los argumentos y menos en la descalificación personal.