¡Oh, mi Pereira! Librepensadora y casi libertaria. Sin solemnidades y pueril aún arribas a 160 años de vida canónica sin olvidar tu existencia sobre el suelo patrio desde tres siglos antes de tu fundación. Altiva por siempre, descollaste sin fuerza extraña que agradecer, capeaste temporales con el bravío tesón de tus raizales y de aquellos forasteros que se arraigaron entre nosotros cautivados por la hospitalidad maternal que por siempre has profesado. Nunca fuiste inferior a los retos del desarrollo y de la modernidad; por el contrario, te erguiste orgullosa como líder pujante entre las ciudades intermedias de tu país.
Quizás fue tu espíritu indómito y libre el que te condenó a la soledad administrativa. Los gobiernos conservadores te miraron con celo y con desdén y los liberales con temor y suspicacia. Ni caucana, ni antioqueña, como te pretenden describir en los textos y como te bautizan los historiadores, fabricaste en el telón de la geografía colombiana una nueva idiosincrasia.
Ser pereirano es portar en el espíritu un sentimiento de libertad, aquel que el Bolívar Desnudo pregona «como huracán luminoso que cruza el continente de sur a norte, de este a oeste, despertando las conciencias, rompiendo las cadenas y sepultando al usurpador». Ser pereirano es comprender el significado de igualdad que proclama la Constitución de la patria. En tu suelo, Pereira, no caben abolengos, ni blasones que no le van a tu vestido.
Con la rebeldía «comunera» que llevas en la sangre también repudiaste dogmas raídos: para celebrar tu primer centenario el maestro escultor te ofreció una figura prometeica que fuera el distintivo de tu carácter y singularidad. Y la abrazaste. Contra la ortodoxia dominante preferiste al Bolívar intemporal que concuerda con la idea de héroe que tus habitantes llevan dentro. Por encima del guerrero, del militar y del prócer te quedaste con el hombre, el soñador, el visionario. Solo una ciudad como tú, Pereira, se atrevería a vestir en su plaza principal la estatua de un titán sin atavíos que con arrolladora fuerza contestataria violentara los cánones de una Colombia tradicionalista.
Así has sido mi Pereira hermosa. Insurrecta, indócil e inconformista frente a la inequidad. Lideraste la desmembración de «la mariposa verde» por encarar al desprecio y la ignominia que causaban el abandono en que sus dirigentes sometían a la comarca.
El civismo y la solidaridad que adornaron tus gestas siguen vivos en tus entrañas, aunque los ignoren algunos de tus hijos. Seremos hasta el fin de nuestros días luchadores incansables para que esos valores sigan siendo huellas digitales de tu carácter.
Pero ser pereirano es también ser alegre y espontáneo, festivo y natural. Sin poses, ni hipocresías. Estar dispuesto a vivir la vida de la mejor manera en busca de una verdadera felicidad, pero sin olvidarnos de los demás. Abrazarse en el convite, compartir en la verbena, ser solidario en la desgracia. Ser tolerante en las ideas y en los credos. No ser resistente al cambio y abrazar pensamientos progresistas.
Así me hiciste Pereira y así me quiero morir.
Todos aquellos que hemos vivido lejos de esta tierra apreciamos estos comentarios como si fueran nuestros a pesar de no tener la elocuencia para lograrlos. Gracias!
Hermoso comentario que se convierte, gracias al uso del lenguaje, en un texto identitario de los valores que deben defenderse siempre, a pesar del paso del tiempo y los avances tecnológicos que con avasallador impulso tratan de borrar nuestra historia.
Con la mayor de las consideraciones hacia el autor de este artículo y los comentarios que generen su lectura, le expreso al Doctor Ramirez Zuluaga, mi regocijo de ver unas muy buenas trazas de civilidad, conjugado con acendrado CIVISMO, ya que es de eso lo que debemos hacer énfasis, en este aniversario de Pereira. Con unas hermosas líneas habla de lo que caracteriza a este pueblo al que yo pertenezco de Alma, vida y sombrero, porque las demás acciones colaterales que generan ser administrativa y económicamente una ciudad capital, es otro cuento.
Hoy MI CUENTO ES EL CIVISMO, agradece a todos y todas tener de agradecer a Dios por tenernos aquí, y seguir aquí hasta el último suspiro de vida. Se fajo Dr Ramirez con su articulo, que da lustre a la Perla del Otun. Lo demás son asuntos de otros espacios de ser tenidos en cuenta, cuando de hacer crítica constructiva s trate.
Por ahora nada de sesgos politicos.
Hoy es Pereira en si a la que celebramos sus efemérides. Gracias gracias.
Excelente elegía a la ciudad que nos vio nacer.
Lastimosamente esa Pereira refundada al impulso de la Constitución radical de 1863, liberal, libertaria, librepensadora, libertina, masona, terminó convertida en el peor reducto de la ultragodarria clerical y narcouribista.