El cambio sucede en nuestras vidas de un segundo a otro, cuando tomamos la decisión de asumir una actitud, ejecutar un comportamiento o decir una palabra. Si esos actos son positivos, por muy arrugado que se encuentre el horizonte, la vida empezará a transformarse, aparecerá la luz, se iluminarán los espacios, la mente y el espíritu.
Recuperaremos la energía y nacerá la cadena de milagros; hechos inesperados que traen consigo algo denominado por muchos bendiciones, buenas vibras o suerte; dándonos a entender la consecuencia de llevar afuera lo que tenemos en el interior cuando logramos conectar con la quietud y con lo superior que nos hace transitar hacia una mente tranquila para abordar el conflicto, viéndolo como parte de la solución, y percibiendo además en nuestro interior la capacidad de intervenir con fe, sin miedo, duda ni enojo.
En esta nueva forma de asumir la vida se renovarán las oportunidades, llegarán otras opciones y se diluirán las sombras del ocaso que nublan la mente frente al sentido de la verdad, el amor y la vida. Demostrando que podremos recuperar todo aquello que anteriormente sentimos que se disolvía en el espacio, ahora lo vemos como una valiosa posesión. Esa renovación nos exige ver el ángulo de las situaciones que aún no logramos percibir; aquella parte lejana a nuestra forma de proceder hacia el terreno desconocido el cual nos causa temor pisar; es el disfrute de aquello que vemos inalcanzable, el territorio del perdón, de la paz que genera paz, de la admiración y del asombro.
Como cuando caen las hojas del otoño, tapizan el suelo con colores hermosos y dan inicio a un nuevo ciclo, con nuevas oportunidades; no nos preocupamos al ver el árbol vacío, solo lo admiramos por su capacidad de regenerarse y cómo generosamente entrega flores, hojas y frutos al suelo para llenarlos de nutrientes, da vida con su propia vida, es un ciclo de dar y recibir, de entender que lo que se construye en el entorno, le hace crecer y florecer de nuevo.
Ojalá que todos lleguemos a entender este ciclo, porque, así como damos a nuestra familia, y brindamos nuestra vida en el trabajo, en el estudio y en favor al vecino o al prójimo, así también se construye la buena intención, el deseo, el placer de ayudar, y tarde o temprano en esa cadena llegaremos a beneficiarnos nosotros, nuestra familia o amigos, todos realmente; con el simple hecho de ver ambientes agradables y dejar de ver lo desagradable, nos encontraremos en el proceso de un verdadero crecimiento.
Aun así, debemos prepararnos para tomar esas decisiones amorosas, ampliar nuestra conciencia respecto a la gratitud, sentir realmente lo que otros dan por nosotros y ver cómo la generosidad sale de nuestro interior forjando actos de servicio y empatía hacia los demás. Dispongámonos para un proceso en el cuál podamos preparar nuestro ser para no odiar, no guardar rencores, no devolver mal con mal, sino para crear, construir, conectarse con las fuerzas sobrenaturales en las que creemos, con lo superior; entender y observar la realidad de la forma más objetiva posible. No perdamos de vista lo que se encuentra en el interior de cada uno, todo lo palpable y lo imperceptible.
El punto de encuentro entre la percepción, la fe, la verdad y la creación no nos puede traer a un sitio de choque. Hasta un limité va la realidad percibida por el ser humano y hasta otro inicia la creación de nuevas realidades, la invención de lo que no está, la realización de los sueños, la construcción de lo proyectado, la fantasía de lo que aún no se ha vivido pero que genera dicha en la mente, el cuerpo y el corazón. Llevando estas dos dimensiones en nuestro interior, de esta manera alcanzaremos la victoria real para la construcción de nuestro verdadero yo.
ceo@poderlider.com
lrfranco@utp.edu.co
Que bonita reflexión sobre este escrito que ahora es tuyo también, gracias por comentar, porque me doy cuenta que está cumpliendo esa función que asumo como misión, un compromiso como dices tú con la trascendencia, la clave de todo, el bien mayor. Gracias!!
Muy profundo!!! Es realidad puesta en escena, es la construcción diaria frente a la misma responsabilidad que tenemos para hacernos felices. Nadie más lo puede hacer, solo nosotros, y ahí está la gran diferencia. «cada quien vive como quiere»
Fabulosa construcción que promueve la trascendencia desde el cambio de actitud!!!
La interpretación de la vida es como el dicho que dice al son que me toquen bailo millones bailan entre sus problemas para subsistir de una manera digna o enterrar la cabeza en la arena para no vivir con sus problemas de siempre, decirlo es una cosa, vivirlo en carne propia es otra.
Muy necesaria esa tradición de resiliencia, mi Padre decía «el paisa no se vara», «pare y vuelva y monte», entre muchas otras enseñanzas antiguas de resiliencia, llamados a la valentía frente a los retos de la vida. Gracias por comentar.